El Málaga CF está en puestos europeos. Los números son positivos. Pero algo falla por dentro. Pellegrini da señales de debilidad para controlar a tantas estrellas.
Cuando un equipo hace la sexta mayor inversión esperas cosas, esperas que esté en puestos europeos, que más ojos miren hacia él, esperas más alegrías que penas, esperas ver lucir a tus estrellas. Lo que no esperas es que en el mes de diciembre hayas oído ya tantos temas de vestuario. Lo que no quieres saber es que el entrenador no sabe llevar a su equipo. Una de las principales tareas de un entrenador es esa. No es fácil, son muchos egos para 11 puestos. Pero la experiencia sirve para eso, no olvidemos el pasado de Pellegrini, estuvo en el Real Madrid y algo tuvo que aprender de ello.
Comenzamos la temporada con el caso Apoño, un jugador de la casa, amado por todos los aficionados aún conociendo sus debilidades extradeportivas. Un jugador fundamental a falta de un futbolista creador. Un enfado tras su cambio en Sevilla y la cruz echada. En prácticamente todos los equipos nos encontramos casos parecidos, pero no es un tema demasiado grave como para apartarlo del equipo de la manera que lo está haciendo. Tampoco creo que fuera necesario darle el perdón justo el día del partido contra el Real Madrid, habiendo estado sin jugar tantos días. Lo sacas frío y por supuesto se tuvo que comer la papeleta del 0-4.
Poco después nos enteramos de que ha habido un cambio en el portador del brazalete. Jesús Gámez se queda sin él y pasa a portarlo Duda (o Wellington, o Maresca, o Demichelis, o Apoño). Da igual, lo indignante es que al preguntar al ingeniero por el cambio, la respuesta rechina a más no poder: “Prefiero que lo lleve un jugador que esté más cerca del árbitro”. Y pretende que nos quedemos satisfechos.
Lo último en lo que nos podemos fijar es el tema de los canteranos. Aquellos jugadores que tan importantes fueron la pasada campaña. Jugadores muy prometedores: Recio, Portillo y Juanmi. El último tuvo su pequeña oportunidad contra Osasuna, y bien demostró que puede tener minutos. Pero los otros dos no cuentan para el míster, pese a llenarse la boca diciendo que la cantera es muy importante. Ocasiones ha tenido para darles oportunidad. La excusa para Recio fue que vino con 4 kilos de más, tiempo le ha dado de perderlo, ahora lo usa como lateral izquierdo en los entrenamientos un sin sentido siendo centrocampista. Y Portillo sigue haciendo viajes para ser descartado. Supuestamente cuentan, pero las acciones parecen denotar ganas de que se vayan.
La conclusión es que hacer tantas incorporaciones quema, algunos tenían su puesto y ya no lo tienen. Otros son intocables por peso y nombre. Y a Pellegrini parece que se le queda grande la responsabilidad de sobrellevarlo.
Igual lo escrito puede ser injusto, no sé si las promesas del proyecto nos han hecho tan exigentes, ni si enseñar el fuego es positivo. Todos queremos ver al equipo arriba, y poder verlo jugar contra los grandes de Europa. Pero la realidad es que el que debe ser el jefe flaquea.
Acerca de Laura Molina Guerrero
Una catalana en Málaga. Estudiante de Periodismo. Fútbol internacional.
