El miedo es el único enemigo que vence sin armas. Txus Di Fellatio.
El Circo de los Horrores llega a Málaga, un espectáculo que busca fusionar el teatro, el circo, el cabaret y la magia a la vez que introduce un elemento novedoso: el terror, el humor, la interacción con el público. El circo, inspirado en películas como La Momia o La Niña del Exorcista cuenta con una cuidada caracterización y consigue impactar al espectador y causarle esa sensación de gusanillo escalofrío, sin llegar a atemorizarlo.
El miedo es esa sensación que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas. Miedo a la oscuriad, al colegio, a que nuestro equipo pierda la final de liga, a las heridas en las rodillas, a los exámenes, a septiembre, a que mamá te pille borracho llegando a casa, a que ella se vaya con otro (o viceversa), a los accidentes de coche, a no llegar a fin de mes, a las enfermedades de los niños, a perder el trabajo, a no saber qué hacer, a no tener miedo y es que, al fin y al cabo, todos hemos sentido la sensación alguna vez y, queramos o no, es esa sensación de ‘miedo a’ la que nos mantiene vivos.
O al menos eso deben pensar las cientos de personas que acuden durante estos días a la carpa siniestra situada en el Recinto Ferial de Málaga. Y es que no tenemos suficiente con atemorizarnos cada día abriendo los periódicos que queremos más.
Estamos entre tumbas. Aquí no hay lugar para las canciones, para la felicidad, los niños, los payasos. ‘Espectáculo no recomendado para menores de 8 años’. Nos queda el miedo, el terror, la angustia y la poesía que ello conforma cuando sentimos esa necesidad de gritar pero pensamos ‘No pasa nada, todo es de mentira’. Esa misma frase murmura una muchacha a una niña pequeña ‘son todos actores’. Un minuto después, ambas lo han olvidado y lo peor: tienen miedo.
En este circo, ya lo hemos dicho, no hay canciones. Tampoco colores. Los payasos dan grima, llegan en silla de ruedas y tienen sangre. Pinchan, llevan inyecciones. Sacan voluntarios. La gente grita, jalea, aplaude pero, principalmente: ríe. Ríen con todas sus fuerzas. Y los presentadores, recurren al humor adulto. ‘No paséis tanto tiempo encerrados solos en el cuarto de baño’, murmura. Papá y mamá se ríen, él no entiende nada pero ríe también. Y aplauden. También gritan, cuando ven serpientes y aprietan fuerte los labios para no pronunciar nuestra frase favorita ‘Mamá, ¿y si la cuerda se rompe?’ pero las bailarinas bailan, caen, suben, escalan, vuelan y se elevan por encima de nosotros.
Es tiempo de jugar con fuego sin importar quemarse. Y tragárselo. Es tiempo, incluso, de volar entre cuerdas, de saltar, de dejarse caer en el aire y hacer sentir ese ‘uish’ entre dientes que es el miedo de verdad: a las cosas que no esperamos. Es tiempo de hacer desaparecer personas, de estremecerse, de luces, bailes, saltos, malabares, juegos, de niñas del exorcistas convertidas en contorsionistas. De recordar películas de terror de todas las épocas y revivirlas. Pero es tiempo, incluso, de mimos y risas, de humor incorrecto, para mayores, para menores que se contagían.
Es el momento en que los muertos han revivido para recordarnos que en el miedo también hay poesía.
La magia de los horrores,Acerca de Rocío García
Parte de la generación PAPEL, del libro 'Dorian ha muerto' y 'La vida por delante''. Buscando un futuro en la UMA, Periodismo. Rompiendo ordenadores se aprende a usarlos, también internet. Buscando a Oliveira con una cámara de fotos la mano. Y ahora, lo que faltaba: (In)culturizando La Taberna Global.
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