De la Calle: “Que nos entre en la cabeza, en España no hay exceso de universitarios”

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Esta es la primera de las dos partes de la entrevista que La Taberna Global hizo a la rectora el pasado jueves 14 de marzo. Puede leer la segunda parte aquí.

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“¿Tenéis mucha prisa?”. Adelaida de la Calle (Madrid, 1948) es la rectora de la Universidad de Málaga (UMA) y presidenta de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Una pieza, vaya. Se acerca a los enviados especiales de La Taberna Global que esperan entrevistarla en unos minutos. Acaba de firmar un convenio de colaboración con la Cámara de Comercio de Málaga. “Es que vamos a tomar una cervecita, ya sabéis cómo son estas cosas, acabamos de firmar y…”. Lo que en un principio iba a ser una cervecita rápida acaba convirtiéndose en una media hora. Un rato después, aparece por la puerta de su despacho, con la entereza que le es habitual. “Lamento mucho la tardanza. ¿Queréis una CocaColita o algo?”. Tras el burdo intento de comprar la simpatía del medio, comienza la batería de preguntas. Adelaida toma asiento junto a una columna. “Soy Adelaida de la Columna, ejeje”. Este medio hace entrega a la insigne líder de la Universidad de Málaga de una antigua caricatura que le realizó. Ríe. La tensión se puede palpar en el ambiente. Comienza el show.

El alcalde de Bilbao ha sido recientemente nombrado como mejor alcalde del mundo…

Ah. Pues muy bien (risas). Será que ha hecho muchas cosas por Bilbao. Es verdad que Bilbao ha cambiado mucho.

…Estableciendo paralelismos, queríamos saber cuándo cree Adelaida de la Calle que recibirá su galardón como mejor rectora del planeta.

¡Uy!, por favor. Qué más quisiera yo que poder ser esa rectora. Yo soy una rectora como cualquier otra. Una rectora a la que lo que le preocupa es, primero mejorar la Universidad de Málaga, después colaborar en mejorar el sistema universitario andaluz porque es mi entorno más inmediato, y mejorar el sistema universitario español, siempre desde el punto de vista de lo que representa la universidad pública.

Porque además es usted la presidenta de la CRUE. ¿El cargo ha hecho que se le suba la fama a la cabeza?

No. Bueno, vamos a ver, espero que no, eh. A todo el mundo le gusta tener metas en la vida. Es evidente. Pero nunca me planteé como meta ser la presidenta de los rectores de las universidades españolas. Lo único que sí me planteé cuando era estudiante es ser premio Nobel, que me parecía algo relativamente fácil si investigaba y hacía las cosas bien. Éstas han sido las circunstancias de la vida que me han llevado a ocupar este cargo. Una tiene que tener siempre los pies en la tierra. Sobre todo lo que tiene que saber es cuáles son sus posibilidades y lo que puede hacer. Realmente ser presidenta de la CRUE no es algo tan importante para que alguien se crea más importante que otro. No es más que un servidor público.

Usted estudió mucho los opiáceos…

Sí. Bueno. Los receptores opiáceos. Yo empecé estudiando una familia de receptores de dopamina que da la casualidad que interacciona directamente con los opiáceos. Busqué esa vía de interacción porque en el cerebro, como tú bien sabes, hay endorfinas naturales que son precisamente las que luego se usan como elementos de droga. Existen ya receptores en el cerebro de esas sustancias de forma natural.

¿Desvelan estos estudios un oscuro pasado en nuestra rectora?

No tengo oscuro pasado. Espero no tenerlo. Ha sido básicamente por eso, porque la investigación te va abriendo puertas. Estudias un tipo de elemento y luego lo vas asociando diciendo: “Bueno, si estoy estudiando estos receptores, ¿con quién interaccionan, qué es lo que hace el cerebro para dar una respuesta?”. Y es verdad que nosotros tenemos momentos de felicidad. ¿Y por qué? Porque tenemos una serie de sustancias en el cerebro, de neurotransmisores, que nos dan ese estado de felicidad. Cuando queremos repetirlo es cuando nos vamos a utilizarlos sintéticamente. Una producción externa para que llegue a esos elementos internos.

Hablando de drogas… ¿Qué tal con Celia Villalobos?

Yo con Celia he tenido siempre una relación muy cordial. No puedo decir otra cosa. Es verdad que últimamente parece que de alguna manera no conectamos. Bueno, no conecta ella conmigo, yo sigo siendo Adelaida de la Calle. Nos conocimos siendo yo vicerrectora, y luego siendo rectora hemos seguido teniendo esa misma relación. No he hecho comentarios, pero si yo veo mañana a Celia en cualquier sitio, la saludaré, como siempre he hecho. Con un nivel cordial, porque creo que las personas, y más las que hemos tenido una oportunidad en la vida, debemos ser ejemplos de cordialidad.

¿Qué se siente siendo rectora de unos estudiantes que no la apoyaron?

El número de estudiantes que votaron fue bajo. Dentro de esos alumnos que votaron había algunos que me apoyaron a mí, y otros que votaron por otro. Yo me debo a todos. Pero me siento muy bien con aquellos que me votaron. Me siento respaldada. Me preocupa sobre todo, de los alumnos, la baja participación, porque no es representativa. Me encanta llegar a los estudiantes, y lo he intentado. Pero no he llegado. Luego también lo que más me preocupa es que los que votan, votan normalmente por respaldos que no son típicos de intereses estudiantiles. Y en mis elecciones hubo mucho respaldo de asociaciones políticas.

¿De estudiantes?

De estudiantes.

Es decir, ¿hay asociaciones estudiantiles politizadas?

Por supuesto.

¿Partidistas?

Por supuesto. Estoy convencida.

¿Puede concretar?

No, no, no. No es mi interés levantar una polémica, pero quiero decir que me sentía muy feliz cuando los estudiantes que me votaban lo hacían porque no estaban vinculados a ese tipo de asociaciones políticas.

Contenta porque sale en la viñeta favorecida

Contenta porque sale en la viñeta favorecida

Desde que es usted rectora, ¿cree que ha mejorado la educación superior en España?

El cambio a mejor llega sobre todo cuando se socializa y democratiza más la enseñanza. Mejora porque el primer principio es mayor igualdad de oportunidades, lo que quiere decir que aprovechamos mejor a todos los talentos. Creo que se ha ido mejorando. Lo más importante para mí es cuando oigo decir fuera que el valor de nuestros egresados es importantísimo. Hace poco me encontraba con una gran empresaria cuyo negocio se encuentra en Londres, que señalaba la gran diferencia que hay entre nuestros egresados, nuestros profesionales, los que se forman en la universidad española, con los que se forman incluso en las mejores universidades inglesas.

¿Y qué se podría hacer en España para que la percepción de nuestros universitarios y de nuestra calidad educativa mejorase?

Se pueden hacer muchas cosas. Sobre todo, la culpa no es de la formación universitaria. La formación es buena. Tenemos que potenciar  el sector empresarial para que reciba a estos egresados. En España no hay exceso de universitarios, que nos entre en la cabeza, porque eso se nos critica (el horizonte 2020 señala que todos los países de la UE tienen que tener al menos el 40% de universitarios, nosotros solo estamos en el 32%). Lo que hay que decir es que no hay exceso de universitarios. A mí lo que me preocupa es que tengamos una minoría de empresas que reciban nuestros egresados. Tiene que haber un equilibrio, y sabemos que el potencial de cambiar la economía de un país está en que el sector empresarial tenga mayores niveles de formación. Es nuestra lucha. ¿Qué podemos hacer? Pues seguir luchando para convencer a los empresarios del valor que tiene un buen nivel de formación en sus propias empresas.

Por ahora los estudiantes se ven abocados a abandonar España. En relación a la movilidad internacional, e incluso nacional, una de las características de su gobierno ha sido la implantación del Plan Bolonia en la UMA. Supuestamente, este plan mejoraría la movilidad. ¿Está siendo así?

Estamos aún luchando por ello. Si miramos las estadísticas, efectivamente hay mayor movilidad ahora que antes. También creo que el proceso se nos ha caído en plena crisis, cuando disminuyen las becas Erasmus e incluso las Séneca, que aunque sean de movilidad nacional, generan riqueza en los estudiantes. Es lo único que va a generar mayores oportunidades de trabajo dentro de un espacio europeo, porque hay un reconocimiento mutuo de las enseñanzas. Todo el trabajo que había que hacer de homologar títulos para entrar en un sistema no solamente europeo, sino que avanza mucho más que el europeo, lo que genera es movilidad entre profesionales. Nosotros desde la universidad lo que buscamos es apoyar la movilidad de estudiantes, a través de los fondos que encontremos, por donde los encontremos. Eso hace ciudadanos del mundo.

También ha comentado que hay que potenciar el tejido empresarial con el fin de que se acojan los estudiantes universitarios españoles en el mismo. ¿No cree que la oferta de titulaciones, en cambio, debería adaptarse al citado tejido para lograr ese objetivo?

Yo creo que estamos adaptados. ¿Qué más se nos puede ocurrir? ¿Generar un nivel de especialización, cambiante y variante cada cuatro años? La obligación de la universidad es amueblar bien las cabezas. Formar con capacidad de adaptación en cualquier época de la vida. El aprender a lo largo de la vida no es algo que esté fuera del sistema universitario. Eso quiere decir que según la demanda de la sociedad, ésta vaya cambiando y tengamos la capacidad de adaptarnos a esas cabezas bien amuebladas para especializarlas en lo que se demanda. Hay sociedades que están muy adaptadas a ese prototipo de enseñanza. Países que responden rápidamente a la demanda. A mí me gustaría que los estudiantes de máster hubiesen tenido una experiencia profesional. Una vez que sales del grado, que encuentres un puesto de trabajo y dentro de éste, averigües hacia dónde quieres dirigir tus pasos. Todo para volver a la universidad a realizar tu máster. La falta de trabajo hace que nuestras enseñanzas sean de continuidad entre el grado y el máster, sin haber tenido en medio la brecha, que no es tal, sino lo que sencillamente hace es definir exactamente hacia dónde quieres ir.

Uno de los problemas de las universidades españolas es la falta de liquidez. La Junta de Andalucía adeuda 97 millones euros a la Universidad de Málaga.

Desde varios ejercicios.

¿Se conoce a cuánto asciende la deuda sumando el ejercicio de 2012?

Estamos liquidando ahora presupuesto. Cuando lo liquidemos veremos la diferencia entre lo prometido, lo ejecutado y lo que nos deben. Nos deben mucho dinero. Pasa que si tuviésemos ese dinero podríamos tener otra serie de prestaciones más abundantes. También he de decir que esta universidad ha procurado ser muy realista y siempre tener un margen de maniobra muy apegado a la realidad. Si me reconocían 20 (millones de euros) y me daban 15 y no he generado deuda, es que me he adaptado a los 15. Es cierto que el cambio de sistema universitario español y el cambio en el sistema de la Universidad de Málaga, junto al plan de financiación de la Junta, nos han beneficiado enormemente. Hemos podido dar respuesta a todas aquellas necesidades que se nos han planteado sin generar deuda. La Universidad de Málaga, en 2003, había generado ya una deuda enorme pues no tenía recursos suficientes. El plan de financiación nos permitió empezar a vivir, a respirar y a generar otro nivel de universidad distinto al que habíamos tenido.

Digamos que la UMA no ha vivido especialmente por encima de sus posibilidades.

Hemos sido muy realistas. No por mí; he tenido un gerente estupendo. (ríe)

Adelaida, hoy hay huelga universitaria. ¿La apoya el rectorado?

Estoy convencida de que hay que seguir reclamando nuestros derechos. Hay que tener en cuenta la situación que vive la Universidad en estos momentos difíciles y duros, en los que nos jugamos mucho de nuestro futuro. Me parece muy bien que cada uno pueda manifestar ese malestar para llamar la atención a la ciudadanía, porque ha habido una época en la que la Universidad ha sufrido un desprestigio que hemos de volver a recuperar. Creo que es una manera de decir por qué estamos en huelga.

¿Este tipo de movimientos de las plataformas estudiantiles son capaces de detener los recortes?

Yo ya no puedo ver lo que piensa el Ministerio. Pero yo, que he sido activista en mi época estudiantil entiendo que aquellas luchas de los años 67 al 82 generaron mucha de la cultura democrática que pudimos asumir en el momento del cambio. Fue porque cuándo ni los obreros ni cualquier dependiente de otro sector podía manifestarse, los estudiantes creímos que debíamos asumir esa bandera.

Si usted fuese hoy activista estudiantil, ¿qué haría?

Entiendo que un sistema democrático es muy diferente a uno dictatorial como el que yo ya viví. Pero buscaría el diálogo y el debate: unas manifestaciones sensatas que digan por qué nos manifestamos, qué entendemos por privatización de la universidad, por qué no queremos que las tasas suban, por qué queremos una igualdad de oportunidades, y siempre con responsabilidad a nuestras espaldas. Uno no se puede manifestar si no se muestra responsable. Creo que actuaría como actuáis los estudiantes sensatos.

¿Y si fuera rectora? En ese hipotético caso, ¿cómo actuaría?

Con los procedimientos que ya estoy llevando a cabo. No creo que tenga más herramientas en mi poder. Defender y reclamar la universidad en todos los foros que puedo. Muchas veces no sé si tengo capacidad de convencer, pero lo intento. He tenido la oportunidad de moverme en muchos foros en esta época de presidenta de la CRUE y creo que todo el mundo identifica claramente la posición de defensa de la Universidad pública.

¿Se ha leído ya el informe del Comité de Expertos de Wert? En La Taberna lo tenemos empezado. La trama pinta chula.

Por supuesto que lo he leído.

De la Calle¿Discrepa en algún punto?

En muchos. Pero tengo una triple personalidad. Por una parte soy Adelaida de la Calle, por otro rectora de la Universidad de Málaga y por otro lado presidenta de la CRUE. Nosotros planteamos en el último Consejo de Universidades el no entrar en debatir el informe puesto que en ese lado de mi mesa, esa torre de papeleo, son informes sobre la universidad española. Tengo ahí todos los informes del BBVA, de rectores, del que pasa por ahí de Prais… Todo el que pasa hace un informe. Lo he querido meter dentro del conjunto de informes que hay sobre la Universidad, no darle más valor del que tiene. Hay una cosa que podría decir: el informe tiene cosas buenas. ¿Por qué no? Defiende el aumento de becas. Pero en cambio, léelo y mira cuántas veces se preocupa de los estudiantes o se valora la docencia, porque esos aspectos son deficitarios y otros son apoyar la financiación de las universidades, buscar otras fuentes de ingresos. Tiene muchísimas cosas… Muchísimas cosas no, perdón. Hay cosas que están bien. Pero hay muchos ámbitos que están prácticamente olvidados. Por ejemplo, el Personal Administrativo y de Servicios. Léelo entero e incluso con la adenda, que es muy interesante. Aparte de los puntos, la agenda es muy interesante.

Lo que parece indudable es que la capacidad de maniobra de la universidad española no es toda la que pudiera tener. Por ello, ¿cumplirá Andalucía Tech sus objetivos a tiempo?

Por el momento vamos llevándolos. Ciertos objetivos necesitaban inversión y por ahora eso no se va a poder llevar a cabo. Pero hay aspectos culturales que eran acciones que ya se hacían en la Universidad y que se multiplican de alguna forma. Y eso hacemos. Nosotros notamos que nos estamos fortaleciendo. En la última reunión lo valoramos positivamente. No crecemos con todas las ambiciones del programa pero sí al menos en los conceptos más importantes. Ahora estamos, por ejemplo, trabajando mucho en la internacionalización. Las propuestas de cada universidad las estamos poniendo en valor y duplicando. Si yo tengo relaciones con Corea y ellos con China pues las sumamos y ahora los dos tenemos reuniones con Corea y con China. O con Stanford, o con Tampa…

Uno de los resultados de Andalucía Tech es la creación de un Campus de Excelencia Internacional. La excelencia, ¿un título otorgado o una meta?

Cuando te dan la clasificación, te la dan internacional global o internacional regional, que se refiere más al concepto de regiones de Europa. A nosotros nos dieron el primer sello, pero evidentemente es un camino. La certificación la tendremos cuando nos examinemos en unos cinco años. Ya nos han hecho una primera evaluación que hemos pasado muy bien, muy holgadamente, y creemos que la segunda evaluación la pasaremos incluso mejor porque hemos trabajado en muchas actuaciones concretas. Lo que queremos es que ese sello se mantenga y que no represente un sello de calidad, sino que haya cumplido unos objetivos, y que hayamos conseguido duplicar el servicio que damos a la sociedad.

Continuará…

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