El Unicaja necesita ganar en el majestuoso OAKA de Atenas (20:30, Canal + Deportes) para seguir con opciones de clasificarse para los cuartos de final de la Euroliga. Diamantidis intentará impedir el éxito de los malagueños.
No, no estoy hablando de un anuncio de Heineken. Tampoco de una campaña de publicidad en favor del reciclaje. Esta vez toca hablar de baloncesto. Ese deporte en el que puedes jugar 5×5 o 8×5. El Unicaja se la juega en uno de los pabellones más calientes de Europa, con más de 20.000 griegos que tendrán sus antiguos dracmas preparados por si la cosa pinta mal.
ACB Photo / M. Pozo
El Panathinaikos es uno de los grandes de Europa. Así lo atestiguan las seis Euroligas cosechadas, cinco desde el año 2000. Es cierto que ha bajado la calidad de sus componentes, pero si por algo se ha caracterizado el baloncesto de los de Atenas es por no darse nunca por vencido.
En un pabellón caliente, con cerca de 20.000 personas, es muy difícil jugar. Más aún cuando alguna vez se han visto bengalas. Por lo menos no es el del Estrella Roja, donde se batió el récord europeo de personas para ver un pabellón.
Es difícil no ver una mano que deje fuera al Unicaja de los cuartos de final. Son numerosas las quejas que se han producido, especialmente en los aficionados, no así en el club malagueño, sobre el trato arbitral recibido en los tres últimos partidos; especialmente ante el Fenerbahce Ulker con Lamonica. Ese partido pudo ser el entierro de un Unicaja que todavía no ha dicho su última palabra.
Será la hora de dar un paso adelante para los de Plaza, de no dejarse amilanar ante una grada que soltará todo tipo de improperios para descentrar al rival, ante un conjunto que dirige quizá la figura más característica del Panathinaikos, Alvertis, y secundado en la pista por uno de los bases más inteligentes del planeta, Diamantidis.
Por ello, es el partido de Dragic, de Caner-Medley e incluso de un Vidal que llega apurado pero que ya fue capaz de vencer en el OAKA. El Unicaja quiere emular al que ganó hace ya ocho años, con canasta final de Berni Rodríguez. Para ello, por toda Málaga y por toda la historia del baloncesto de la ciudad, el cuadro malagueño sueña en verde.
Acerca de Javier García Márquez
Sí, soy el hijo secreto de Gabriel García Márquez. Baloncesto en La Taberna Global y en La Cumbre Deportiva.
