Algún día hablaremos de Monreal

Suena el despertador. Perezoso, tras apenas cuatro horas de sueño, me enjuago y me apaño para salir. Grabadora y réflex en mano, me dirijo hacia el coche. Durante el trayecto continúo elucubrando mi entrevista. Un sinfín de preguntas, giros y salidas inundaban mi pensar. Los nervios que me habían dejado sin dormir se acentuaban conforme me acercaba al bar.

Una vez en la cafetería del Carpena, enfrenté mi primer escollo. ¿Café o tila? Gustosamente hubiese escogido la segunda, pero preferí actuar con normalidad tal y como sugiere siempre mi psicólogo ante situaciones de ansiedad. Para comer fue más sencillo, un pitufo mixto con tomate rayaountao- y aceite. Pellizcos en el estómago aparte, no recuerdo haber perdido nunca el apetito.

Sentado en la mesa trato en vano de leer la prensa. Mi mente está enganchada a un único pensamiento: Monreal. Darle la mano, dos besos o un abrazo; cómo iniciar la conversación; cómo esconder mi devoción por él..

En el fútbol contemporáneo, el arquetipo de lateral es el de extremo converso. Un fútbol infecto de falsedades donde conviven mediapuntas que se creen delanteros, mediocentros que actúan de centrales y extremos que parten desde atrás.

Marcelo y Alba son, según los eruditos de este deporte, los mejores en su posición. Dicho galardón viene avalado por esas hipótesis sobre las ventajas de llegar a estar, discursos cargados de romanticismo con pequeños ápices demagógicos. Pues estos carrileros son un arma de doble filo, máximos exponentes de la teoría de la manta: si usted tira mucho hacia arriba, le cubrirá la cabeza pero se le congelarán los pies; y viceversa. Este tipo de lateral es efectivo en equipos que monopolizan la posesión de balón y juegan siempre en campo contrario, pero, al mismo tiempo, es un apetitoso agujero en defensa para los contraataques rivales.

Saber cuándo atacar, elegir y medir con criterio las subidas es condición sine qua non para calibrar la efectividad de un carrilero. Pocos laterales como Monreal, a priori defensivos, poseen semejante potencial ofensivo.

El aficionado, obnubilado por gatillazos futbolísticos, no tiene paladar para apreciar la constancia, el sacrificio físico o el rigor táctico de un jugador. Existen una serie de preceptos, supuestos absolutos, que deberían cuestionarse. Extenuados por unos cánones de belleza irresponsables, sobrevaloramos la vistosidad de lo ofensivo denigrando la necesidad de lo defensivo.

Natxo percute, profundiza y dobla, arrastra y libera. El navarro es el valedor de los conciertos de Isco, creador de escenarios donde el malagueño luce su talento. Como ya tenemos crítico musical –Javier Blanco- y no seré yo quién trate de imitarle –para eso ya están los compañeros de El País- solo diré que Monreal no será nunca portada de  RollingStone; él agachará la cabeza, correrá y recuperará la posición.

Así, tras tres horas y más cigarros, comienzo a pensar que la entrevista no saldrá más allá de mi imaginación. El camarero no sé si quiere que suelte La Taberna o espera que me pida algo más. Como no tengo mucho dinero, optaré por marcharme y la próxima vez probaré a concertar una cita..

 

 

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Acerca de Adrián Cortés Pérez

Escribo. Luego, pienso.

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