Eliseu, conectando la potente volea que supuso el 1 a 0.
Espectacular partido de los de Pellegrini en su salida a Bruselas, donde pasaron por encima de un insustancial Anderlecht. Los de Martiricos, tras dos jornadas antológicas, se han postulado como la revelación de la presente Liga de Campeones. No en vano, lideran su grupo con un juego solvente y preciosista que encandila a medio continente. Joaquín y Eliseu fueron los autores de los tantos, este último con dos soberbios goles que quedarán, a buen seguro, grabados en el imaginario malaguista.
Este Málaga representa lo que, sin duda, podría esperar Rajoy de España. Un equipo de bajo coste, con gran implicación de sus miembros y capaz de soportar sin mueca de reprobación alguna palos y reajustes presupuestarios tras una ficticia época de bonanza. Por algo de lo que no tienen culpa. Y como para sobreponerse a los estragos que una crisis provoca en cualquier institución, de la índole que sea, es necesaria la batuta estoica y eficaz de un gran líder, en el Málaga está la de Don Manuel, en la Moncloa la de Mariano. Elijan ustedes.
La diferencia notable, directores de orquesta aparte, es la “competitividad” de ambas entidades: a España le queda poco más que su culo por vender; mientras que los malagueños, pese a haber perdido inapreciables piezas de su esquema táctico, han sabido sobreponerse a las adversidades construyendo un equipo solidario y unido que funciona como un todo, cultivando un valor intangible con el que pocos contaban a principio de temporada: el compromiso. Como el que hay en esta, grande y libre…
Volviendo al deporte, la de ayer fue otra sorprendente lección de balompié de un Málaga que, pese a partir como favoritos por el juego que venían desplegando, divisa muy lejano el palmarés deportivo del Anderlecht o el resto de clubes de su grupo. En este miércoles de octubre, y a las puertas de la Unión Europea (las de salida), el equipo español se engalanó, pavoneándose un par de horas por la capital política de la eurozona, bien satisfechos de haber exhibido -y a excelso nivel- uno de los pilares del orgullo patrio, el furgol.
Desde luego, no se presumía tan fácil como resultó. Los pupilos de Pelle salieron insolentes como de costumbre, reclamando el mando del esférico desde el primer minuto, pero costó hincarle el diente a la correosa defensa belga. Cabe recordar que esta misma zaga, en San Siro, puso en evidencia a la nada desdeñable delantera milanista en la jornada previa de Champions, amarrando un valioso empate a nada.
Con el paso de los minutos y una mejor aclimatación al clima belga, el Málaga fue desentumeciéndose. El equipo costasoleño se abría, buscando la profundidad de sus bandas para así dejar espacio a la creatividad de Isco Alarcón, que empezaba a merodear el área. Uno de los puntos de referencia a los costados esta temporada es Eliseu Pereira, que gracias al cielo hace tiempo que no actúa en el lateral izquierdo, sino como volante zurdo, cayendo a banda y llegando al área, donde su poderío físico aporta un excelente contrapunto al cuidado juego de los albiazules. Ayer, el luso cuajó un partido memorable, especialmente lustrado con dos magníficos goles: el primero de ello en el minuto 30 tras empalmar un rechace de la defensa a la salida de un córner, un tremendo obús contra el que nada pudo hacer Proto; el segundo la culminación perfecta a otra tremebunda jugada trenzada del Málaga, ejecutada al primer toque y en la que Eli elevó con un sutil toque de vaselina el esférico para que dócil, delicadamente, sobrepasara al guardameta y acabara entrando suave, como el juego de este equipo.
El tercero de los tantos visitantes, el segundo por orden, fue el anotado desde el punto de penalti por Joaquín en el minuto 57. El portuense ejecutó la pena máxima cometida sobre un Monreal que, en una de sus incisivas subidas por el lateral, llego al área emparejado con un central lo quebró, siendo trabado por él. Penal. Claro. El segundo del gaditano en apenas tres días, que parece haberse hecho con los galones del club en esta responsabilidad.
En esta algarabía de juego malacitano llegaron varias ocasiones más, dando más solera, si cabe, a la meritoria victoria a domicilio en esta complicada competición. La concentración y coraje que demuestra el Málaga hasta el pitido final es también digna de mención, ya que su empuje y arrojo pese a tener los partidos cerrados, ese descarado interés por jugar al fútbol, es lo que enamora al aficionado. Este equipo lo hace y es de alabar. Parece tan irreal que duelen los ojos, que cuesta creerlo. Ya lo dijo Pellegrini en rueda de prensa: “Espero que todo esto no sea un milagro”.
El Málaga, al rescate del Eurofútbol (0-3),
