El Málaga debuta en Champions con pegada de veterano. Con un derroche físico, táctico, mental y técnico, el conjunto andaluz se ha impuesto tres a cero al Zenit de San Petersburgo en un partido de gran intensidad. Lejos de acusar el vértigo de disputar la máxima competición europea por primera vez, los locales han mostrado un oficio determinante para doblegar a un rival muy competitivo que, a pesar del resultado, no vino a la Costa del Sol de vacaciones.
“La Rosaleda es una fiesta para el fútbol”, dijo Manuel Pellegrini la temporada pasada cuando le preguntaron por el ambiente del feudo albiazul. Anoche, el templo de Martiricos se engalanó para la ocasión: miles de voces al unísono alentaban al equipo en el primer partido de su periplo europeo.
Ni en los mejores sueños blanquiazules aparecía un inicio de campeonato tan favorable e ilusionante. Con el eco de la sintonía de la Champions todavía en el estadio, Isco recogió un balón en el flanco izquierdo y fue recortando, abriéndose hueco hacia su pierna derecha, para batir con disparo preciso a Malafeev. El guardameta ruso nada pudo hacer ante la perfecta parábola que dibujó el esférico, que golpeó en el poste y se alojó dentro de la portería. Ese fue el primer truco de magia del joven malagueño.
La afición se frotaba los ojos cuando Portillo filtró un balón en profundidad a Gámez, y este, con un centro milimétrico al espacio, conectó con Saviola que no perdonó y firmó el segundo tanto.
El partido fue intenso desde el inicio, ambos equipos jugaban con la defensa adelantada y, por ende, la presión la hacían en campo contrario. Esto propició que el encuentro se rompiera en el medio campo y pronto se convirtió en un corre calles, donde ambos equipos gozaron de diversas ocasiones para modificar el electrónico. La fortuna de los locales cara al gol permitió la diferencia de dos a cero al descanso.
Tras la reanudación, Pellegrini quiso calmar el ritmo frenético del encuentro dando entrada a Iturra en lugar de Portillo para reforzar la medular albiazul y gozar de posesiones más largas. El Zenit, entregado a una remontada épica que no llegaba por culpa de la imperial defensa andaluza y un Willy Caballero providencial salvando al equipo en momentos clave.
Mientras tanto, Isco y Joaquín campaban a sus anchas y merodeaban el área rival con suma calidad y peligro. El de Arroyo de la Miel destapó el tarro de las esencias y no paró de deleitar a los aficionados con su talento, superándose en cada jugada. Así fue como llegó el tercero, el extremo gaditano corrió la banda al contragolpe y le cedió el balón al malagueño para que fusilara desde la frontal.
Aunque el mérito de la victoria es de todo el equipo, faltan adjetivos para calificar la actuación de Isco esta noche. El joven mediapunta crece a velocidad de vértigo y lo más ilusionante es que no se le ve techo. También, sería menester destacar el extraordinario inicio de temporada de Camacho, el jugador madrileño está demostrando gran capacidad de recuperación, por su astuta colocación y su sacrificio espartano.
Groso modo, el Málaga superó las expectativas de los más optimistas y entró en la Champions por la puerta grande. Tras el empate a cero entre Milan y Anderlecht en San Siro, el conjunto andaluz se alza como líder del Grupo C.
Noches de bohemia y de ilusión,
