Las clásicas libretas de bolsillo siguen haciéndose hueco entre los creadores, a pesar de smartphones, tabletas o diseño por ordenadores, convirtiéndose así en una nueva forma de arte.
Escuchábamos hablar de guerras, poetas o ecuaciones mientras garabateábamos las esquinas de las libretas, las agendas. Es algo común, pintar, escribir, dibujar cualquier cosa por nimia que sea, nos calma. Y así debieron pensarlo Picasso, Hemingway cuando, hace algún tiempo, ellos eran inesperables de una libreta de bolsillo, con un elástico y un bolsillo final. Un objeto común que permitió anotar personajes, historias o bocetear cuál sería su próximo cuadro.
Tras la muerte del distribuidor francés de estas libretas, una empresa italiana vuelve a crear las famosas Moleskines gracias a las descripciones de su impulsor Bruce Chatwin.
Son, ahora, una libreta común, corriente, con una goma, un separador de páginas y un bolsillo posterior pero que bien por su amplio catálogo, su renombre o por una cuidada terminación se han vuelto las principales aliadas de arquitectos, diseñadores, escritores o pintores, haciéndose un hueco entre las nuevas tecnologías y volviendo a manchas las manos de tinta.
El fenómeno Moleskine ha desembocado en infinidad de creadores anónimas que utilizan sus páginas para hacer arte en un simple cuaderno. Tinta, acuarelas, lápices, rotuladores. Los artistas fotografían sus creaciones y convierten la red en una auténtica galería anónima.
Así nace #MoleskineAndTuits en Málaga, una idea llevada a cabo por Olga Rusu (@OlgaRusu) conjuntamente con José Antonio Moreno (@Jammarq) y Sonia Girón (@StoyHuyendo) con el fin de liberar la creatividad de los participantes: Bastaba con comprar moleskines, intercambiarlas y dejar volar la imaginación. Hay dibujos, planos, collages, acuarelas, páginas fotocopiadas, revistas cosidas, transferencias con acetona. La idea ha dado la vuelta a Internet, principalmente en la red social de fotografía Instagram, provocando el contagio de otros usuarios que han empezado a desarrollar también este fenómeno porque, al fin y al cabo, siempre nos gustará volver a mancharnos las manos de pintura y no preocuparnos de cómo quedará.
Acerca de Rocío García
Parte de la generación PAPEL, del libro 'Dorian ha muerto' y 'La vida por delante''. Buscando un futuro en la UMA, Periodismo. Rompiendo ordenadores se aprende a usarlos, también internet. Buscando a Oliveira con una cámara de fotos la mano. Y ahora, lo que faltaba: (In)culturizando La Taberna Global.
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