La comodidad de la trinchera

Publicado por

A lo largo de mis varios años como lector de prensa y de mis dos años como estudiante de Periodismo, he constatado cómo en los grandes eventos sociales y políticos las miserias salen a la luz con facilidad. Véase: final de ETA, 15-M, elecciones y huelga general. En épocas de calma tensa, es más fácil ocultar el sectarismo, el borreguismo, la violencia verbal o física. Sin embargo, en momentos de gran excitación colectiva afloran corrientes de opinión faltas de todo sentido del ridículo.

Y si ese gran evento social tiene un desenlace inesperado, es mejor agarrarse al sillón. La victoria del PSOE en Andalucía despertó todo tipo de reacciones. Eufóricas, resignadas, decepcionadas -y decepcionantes-. También irrespetuosas, que no dudan en calificar negativamente a todo aquel que se atrevió a votar a la izquierda. Desde los “irresponsables” (parece que apoyar al PSOE es como quien se echa unas partidas a la Play en vez de hacer los deberes, negativo para su futuro) hasta acusaciones más graves de “vagos” o “enfermos”. El retraso mental de los andaluces sirve de consuelo para el orgullo de algunos de los votantes del PP. Por supuesto, la izquierda no duda en condenar estos ataques, pidiendo que se escuche “la voz del pueblo”. Esta voz parece que sólo se alza cuando proviene del proletariado: los millones de votantes que auparon al PP al gobierno son “borregos”, o recordando un sublime tuit de @barbijaputa, directamente “gilipollas”. Y no hace falta recordar la serie de descalificativos que adornaron a los votantes de Camps en Valencia. Los mismos que ahora instan a respetar el veredicto de las urnas. La democracia al servicio de la ideología.

Cuando el patio parecía estar algo más silencioso, la huelga general despertó de nuevo a las gallinas. El pasado jueves se realizó uno de los ejercicios de propaganda más eficaces de los últimos meses, propaganda amplificada y repetida por los individuos cómplices de la mentira o, sencillamente, incapaces de ejercer el pensamiento crítico. El 29 de Marzo se realizó con prácticamente total impunidad dos tipos de violencia, con matices y claroscuros, pero clasificables: la ejercida por algunos empresarios y la ejercida por algunos piquetes. Es innegable que, aunque estos violentos no representan ni de lejos a los colectivos a los que pertenecen, esta violencia se ha producido. Hay pruebas documentales, gráficas, testimoniales. Sin embargo, cada corriente de opinión oculta unos hechos y desarrolla otros hasta la náusea.

La derecha mediática interpreta el mismo papel que viene interpretando desde hace mucho tiempo, anteponer la línea editorial a la veracidad a la que todo periodista debe someterse. Consiste en recoger los hechos violentos y convertirlos en lo único noticiable de un suceso: todo el mundo sabe que el fuego, la sangre y el caos venden infinitas tiradas. Y por supuesto, siguiendo en la línea ya ampliamente defendida de demonizar a los sindicatos, los piquetes caen en el saco. Se oculta, deliberadamente o no, el esfuerzo de numerosos sindicalistas que sencillamente luchan contra la falta de información de trabajadores y pequeñas empresas acerca de los motivos de la huelga. Se reduce una expresión ciudadana  masiva a contenedores quemados, silicona en cerraduras y vandalismos varios.

Pero los actos ilegales del pasado jueves no se terminan aquí. Ni mucho menos. El derecho a huelga está protegido por la Constitución, pero algunos empresarios se niegan a reconocer ese derecho a sus trabajadores. Violencia invisible, por tanto impunible, basada en la coacción, el miedo, el chantaje que proviene de la superioridad que este empresario tiene sobre el contratado -y que los denostados sindicatos tratan de compensar-. Ni una condena, ni una mención, ni una alusión, por parte de los medios conservadores y sus seguidores. El “si haces huelga te vas a la calle” no vale para el fotoperiodismo. Vale para el aburrido y nada atractivo oficio de hacer honor a la verdad.

No todos los agentes sociales mantuvieron este silencio sobre las tropelías de los empresarios, por supuesto. Los líderes sindicales alentaron a las masas a condenar las coacciones… sólo de un bando. La violencia ejercida por un reducto de piquetes no encontró ni el más mínimo atisbo de rechazo por parte de los creadores de opinión de izquierdas. No hace falta que les recuerde que, más allá de los actos vandálicos, muchos negocios cerraron ayer por miedo a represalias. Sabemos que ABC, la Razón & co sólo destacan los que les interesa. Que sí, que lo sabemos, de verdad. Pero negar la veracidad de un mensaje, aunque esté amplificado, desprestigiando al emisor es un argumento ad hominem, una de las principales falacias de la dialéctica. No era tan difícil, de verdad. Hubiera matado por ver un simple comunicado, una nota de prensa, un tuit de IU, de CCOO, de UGT: “rechazamos y condenamos todo tipo de violencia ejercida por los piquetes”. Y quedas como Dios. Pero nada. El movimiento #15M, del cual todo el espectro político progresista debe aprender, rechazó desde el principio el uso de la violencia, con lo que consiguió credibilidad para denunciar el excesivo foco sobre los incidentes aislados. Pero la ambigüedad sobre unos piquetes de los que, te recuerdo, Toxo, eres responsable, sólo favorecen la generalización y el odio. Si con todo el poder de convicción que tienen los líderes sindicales hubieran dedicado un minuto de sus discursos a pedir que no se ejerciera el chantaje y la fuerza contra los locales “esquiroles”, infinitos comportamientos totalitaristas se habrían evitado.

Todos y estos argumentos me hacen renegar del panorama patrio. Miren, no por la huelga. La gente se ha manifestado en la calle desde tiempos inmemoriales. Se han quemado comercios, se ha intimidado a familias que no tenían más remedio que abrir. El empresario siempre ha cometido abusos: los seguirá cometiendo. Reniego por el silencio. Si callas, justificas. Si denuncias una clase de violencia, la lógica debería obligarte a denunciar también la otra clase. Reniego de medios cuya manipulación es tragada y asumida por millones de personas. ¿Ingenuo al querer cambiar el panorama? Probablemente, tengo 19 años. Reniego de este país no por su confictividad social. Reniego porque se prefiere la comodidad de la trinchera al heroicismo que conlleva la lucha por la libertad. Vengan las balas de donde vengan.

 

VN:F [1.9.22_1171]
Rating: 5.0/5 (4 votes cast)
La comodidad de la trinchera, 5.0 out of 5 based on 4 ratings
Share Button

Acerca de Javi Skan

Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.

Comentarios:

¡Da tu opinión!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

* Copy This Password *

* Type Or Paste Password Here *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>