Los 1.597 mejores momentos del #columnismofma

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El encuentro de Columnismo de Opinión en Málaga dejó multitud de momentos memorables, pero como resulta imposible reseñarlos todos he realizado una pequeña selección de mis 1.597 mejores vivencias en los dos días, de 63 horas cada uno, que se ha celebrado este maravilloso congreso.

1.597. Mi conversación, sobrio, con Antón Losada

Antón Losada

“Os voy a demostrar para qué sirve Twitter”, anunció antes de leerlo en voz alta.

El infierno de Antón Losada, en el sentido más climatológico de la palabra —de la palabra ‘infierno’, no de ‘Losada’— comenzó nada más sentarse en su silla. Primero se quitó las gafas, luego la chaqueta, después se remangó la camisa, se desfiguró la cara, apoyó la frente contra la mesa y, para acabar y volver a empezar el ciclo, se secó el sudor de la cara con un pañuelo burdeos. Me jugué 20 euros a que acababa tumbado sobre la mesa, tuvo a bien aceptar públicamente mi oferta y terminé firmándole un cheque con los veinte euros de mis preferentes en Bankia.

1.596. La demagogia de Ignacio Camacho

La escritora Ángela Vallvey, columnista de La Razón, mostró sus dudas acerca de la regulación de los comentarios hostiles en las webs y los consideró hasta cierto punto comprensibles en el españolito medio. Ignacio Camacho, de ABC (eibisí), inquirió que si eso también justificaría que este mismo españolito llegara a su casa y, para descargarse, en lugar de cebarse con un periodista, le diera una paliza a su pareja. Se creó un silencio incómodo en la sala del que solo Juan Soto pudo librarnos.

Juan Soto, en una entrevista para Vice.

Juan Soto, en una entrevista para Vice.

1.592. La revelación: Juan Soto (Ivars)

Él mismo se presentó acertadamente como un escritor al que no conocía absolutamente nadie —de hecho, se vio a varios miembros de la Fundación Manuel Alcántara revisando el programa y pidiéndole la documentación pensando que se trataba de un espontáneo—, y acabó siendo el alma de la fiesta. Ahora mismo no recuerdo nada remarcable de él, pero el tío estuvo bien. Un #crack.

1.517. La tarde del jueves

Jajaja, sí, sí… Muy buena, sí… ¿eh? Alcántara estupendo.

1.332. Mi conversación, ebrio, con Manuel Jabois

No me jactaría de mi dipsomanía si no fuera porque, de una forma u otra, la convención fue una oda al alcohol, al dry-martini de Alcántara y al “nadie me dice lo que tengo que beber, siempre y cuando sea mucho”. El caso es que, sorprendido como estaba de verlo sentado y aburrido en la última fila, me acerqué a él tímidamente con los ojos entrecerrados y vacilante. “Eh… ¿cómo era?… eh… ¿Pedro Jota Ramírez?”. Lo sé, y no os podéis imaginar cuánto me arrepiento: debería haber dicho Salvador Sostres. Me respondió como pudo que no, que era su hijo, Manuel Jabois. Tras enseñarle mi DNI y expresar mi sorpresa por la coincidencia onomástica, me marché advirtiéndole que a mí me llamaban Manolo porque el nombre Manu es una mierda.

David Gistau, retratado a mano alzada por @santanadeyepes.

David Gistau, retratado a mano alzada por @santanadeyepes.

1.007. Mi conversación, ebrio, con David Gistau

Henchido y espoleado por mis dos éxitos anteriores, me dispuse para entablar conversación con el gran David Gistau, al que agarré de la chaqueta cual niño pequeño. “¿Conoces a John Grant? Es un músico”, pregunté. No sé si por retraimiento o incomprensión contestó con un parco “no”, pero al enseñarle una foto se le iluminó la mirada y lo comprendió todo súbitamente. Alargó el teléfono a Jose Luis Garci exclamando “¡Soy yo!” y éste replicó: “Es una versión mejorada”. Risas. Yo no lo pillé, porque a mí Gistau me parece mucho más guapo. Luego intercambiamos pareceres sobre si iba a poder volver a dormir tranquilo y, tras cerciorarme de que sí, me marché dándole con una palmadita comprensiva en la espalda.

881. Encuentro de Manueles en el servicio

Aunque no os lo creáis, también tuve el privilegio de, llamándome Manuel, coincidir en el escusado con Manuel Vicent y Manuel Alcántara. Fue una experiencia magnífica y recomendable según cuál sea tu nombre. Jabois iba a entrar con nosotros pero no sé qué pasó que salió corriendo.

460. Centros de mesa con grandes aspiraciones

Un centro de mesa más o menos bonito, pero centro de mesa al fin y al cabo.

Un centro de mesa más o menos bonito, pero centro de mesa al fin y al cabo.

Todo el mundo sabe lo que es un centro de mesa. En ocasiones también se le llama ‘moderador’, y su papel consiste en dar paso al resto de los interlocutores de un coloquio y, como evidencia la propia palabra, moderar el debate. Por ello hay que agradecer a Agustín Rivera el detalle de no superar las dos horas y media en la presentación de los ponentes, gesto que otros vieron procedente ignorar. De hecho, Agustín intervino tan poco que Antonio Lucas acabó una de sus disertaciones con un épico “… y Riverita, modera un poco ya, coño”.

36. Fuego cruzado entre Espada y Vicent

El hashtag #columnismoFMA, cuyas siglas significan Fondo Monetario Alcántara, comenzó a echar humo con la aparición estelar de Arcadi Espada. No le hizo falta ni pronunciar palabra, pero como lo habían convocado para eso púsose a repartir hostias verbales a mansalva. A Manuel Vicent no le hizo mucha gracia, y debatiendo acerca del coqueteo entre el periodismo encendió el micrófono sólo para espetarle: “Como decía Ortega y Gasset: o se hace literatura, o se hace precisión, o se calla uno”. Luego se liaron a hostias a la salida. Y después en el AVE.

2. Las posturitas de Arcadi Espada

Según la sabiduría popular una imagen vale más que 1.000 palabras, y yo tengo doce fotos para documentar las andanzas de Arcadi Espada, así que no voy a esforzarme en escribir el número equivalente de palabras necesarias, que de acuerdo con mis cálculos asciende a 4.300. Para él va el número dos.

arrr

La convidada de piedra no es otra que Almudena Grandes.

Efectivamente, había dicho doce y sólo he puesto siete, además una de ellas repetida, por lo que falta una. Es un pequeño homenaje que quise dedicarle al maestro. Se supone que lo estoy imitando, como él mismo pudo comprobar al ver el resultado. “¿Ves como no hay que tener estilo? ¡La gente te copia!”, bramó mientras se perdía entre la multitud.

Foto: Teodoro León Gross ©

Queda el número uno, pero voy a volver a seguir su ejemplo. Hasta aquí he llegado. “Y no voy a decir nada más”.

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Acerca de Manolo García

Fui becario en SUR para ganar experiencia y poder trabajar aquí. Ahora mismo no tengo novia, y estaría interesado tanto en una relación seria como en algo esporádico. Mis opiniones no me representan a mí, sino a otra persona. Ahora mismo tengo llamadas entrantes gratis.

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