La banda madrileña reconstruye los éxitos más destacados de sus anteriores trabajos en un nuevo experimento más flexible y personal. Eso sí, sin perder la esencia de los sobresalientes arreglos instrumentales y líricos que han referenciado al grupo desde la publicación de su primer álbum.
Explosión de sabores melódicos atrapados en sonidos minimalistas. Mutación de un exquisito pesimismo musical, guardián de letras repletas de hermosa rabia y crispación que narran situaciones tan siniestras como reales, hacia una creativa sonoridad bajo la ruda y contundente voz de quien no tiene nada que perder, y carece de temor alguno al cambio.
Portada de ‘Acústico’, el nuevo trabajo de Nudozurdo.
Todos estos alicientes promocionan el “nuevo” trabajo de uno de los grupos de mayor calidad sonora que ha reconocido el país en los últimos años: Nudozurdo. A finales del último año, la banda madrileña capitaneada por Leo Mateos iniciaba una gira de conciertos caracterizada por la selección acústica de algunos de sus temas más reconocidos. Acompañados por una bien referenciada sección de cuerdas, el nuevo formato musical acogido por el grupo daba pié a una redirección en el estilo empleado hasta entonces.
La satisfacción personal alcanzada por el éxito de este particular proyecto propiciaría, poco tiempo después, el regreso de Nudozurdo a los Estudios Reno de Madrid para amplificar la inmersión en un estilo claramente diferenciado de aquel que les reconocía como una de las bandas de mayor talento en los círculos alternativos a escala nacional. Unos meses de originales experimentos musicales, de complicadas adaptaciones melódicas a trazos más frívolos y personales y, en definitiva, de la reconversión a un sonido más puro y flexible, han dado como resultado un álbum que cumple con creces las expectativas impuestas por los amantes del profundo y complejo sonido que venía promulgando la banda desde 2001.
‘Acústico’ no desmerece la naturaleza inteligente y épica que sostienen los otros trabajos de Nudozurdo. Al contrario, las distinguidas reverberaciones instrumentales y guitarras psicotrópicas que guiaban de manera prodigiosa al discurso semihablado de Leo Mateos en sus anteriores obras maestras ’Sintética’ y ‘Tara Motor Hembra’, han sido correctamente sustituidas por encajes armoniosos y sensibles que buscan la profundidad por encima de las punzantes dosis de salvaje instrumental.
Diez de sus clásicos cortes, ahora revestidos tanto en directo como en estudio, son la prueba de ello. Lejos de anular la intensidad que las distinguía, la reconstrucción de grandes hitos de la banda como ‘Mil espejos’, ‘Prometo no hacerte daño’ o ‘El diablo fue bueno conmigo’, y su constante mutación en cada puesta en escena, logran perfilar nuevas formas de escucha en una banda que sigue en el escalón más alto de la música independiente en España desde la publicación de su álbum debut. Una banda que, visto lo visto, nos deparará grandes sorpresas para el futuro de la música en el panorama nacional. 7/10
Acerca de Nacho del Río
Chico guapo y timido. 21 para 22. Llevo casi 3 años yendo a la UMA sin estar matriculado en ninguna carrera. Colaboro en la sección de Cultura de La Taberna Global.
