Los buenos profesores

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Los buenos profesores son incapaces de llegar tarde y se les suele olvidar la hora en la que terminan sus clases. Cuando llega el momento de irse, sus alumnos recuerdan al buen profesor que se está pasando, éste mira distraído al reloj y, con una sonrisa pícara, concede la libertad no sin antes recordar trabajos pendientes que los estudiantes posiblemente olvidarán.

Los buenos profesores nunca se sientan para impartir lecciones. Lecciones de Matemáticas, de Metodología, de Historia o de vida, porque los buenos profesores además de crear a buenos estudiantes crean a buenas personas. No cuentan capítulos de libros, ni tesis doctorales infinitas, sino historias. Historias de cómo es el mundo ahí fuera, como manejarlo, cómo controlarlo, cómo ser el mejor. Se mueven por el aula con cierto frenetismo, con gestualidad, y controlan el tono de voz para remarcar lo importante y captar la atención del auditorio. Saben que la unidireccionalidad está pasada de moda y buscan la interacción como principal método docente porque, en el fondo, les encanta escuchar a esos chavales ansiosos por ser alguien entre la selva.

Los buenos profesores dominan su ámbito porque son fanáticos de lo que enseñan, y cada día se levantan con el único objetivo de transmitir al menos una pequeña parte de su entusiasmo. Aman su especialidad, y tras veinte, treinta años les sigue pareciendo apasionante. Entre risas, suelen contar anécdotas y ejemplos de cuando ellos se fijaron en aquella rama del saber, cómo fueron descubriendo sus recovecos, cómo actuaban con inocencia en sus primeros pasos en el mundo laboral. Sin embargo, saben que la cultura no sólo sirve para vivir bien, sino para vivir mejor. Saben que el poder de una buena clase en el sistema de valores de un alumno es inimaginable. Y sin darnos cuenta nos moldean.

Los buenos profesores son capaces de adecuar su registro a la edad de su educando. Cuando llegan a la Universidad, tratan con el respeto que merece una persona adulta a su interlocutor sin perder la necesaria jerarquía. Si deciden optar por la enseñanza obligatoria, con la derecha ejercen rectitud sin caer en fascismos y con la izquierda tratan de calmar el fuego de la adolescencia. Conocen las dificultades de la edad, la búsqueda de la personalidad, el descubrimiento de las emociones, y son un poco padres cuando la ocasión lo requiere. Nunca, jamás, pierden el sentido del humor. Un profesor simpático que no cae en la laxitud es un regalo para la atención del joven. Consideran la cercanía no un peligro, sino una enorme oportunidad para comunicar.

Los buenos profesores confían en la importancia del examen para realizar una evaluación justa y siempre se preguntan: Si mis alumnos superan este control, ¿significa que saben lo suficiente? Si no la superan, ¿significa que no están preparados? Sabe que evaluar a una persona no es sólo cifras, medios puntos y respuestas múltiples: realizan una observación constante de sus estudiantes y los ponen a prueba constantemente. Desdeñan la memorización absurda y aprecian la comprensión, el surgimiento de nuevas habilidades y la autosuperación como fuerza de motivación. Son flexibles y empáticos, las capacidades sociales imprescindibles para gestionar con éxito un grupo.

Ser buen profesor es difícil. Muy difícil. Por eso, los buenos alumnos ponen todo su empeño en reconocer las cualidades del docente, agradecer su esfuerzo e implicación y darlo todo para que el curso concluya con final feliz. Los buenos profesores saben que la educación forma ciudadanos y construye el futuro. Saben que su papel es importantísimo y lo ejercen, sobre todo, con responsabilidad.

 

Dedicado a Juan José Mantas y Maria José Vázquez, profesores de Lenguas Clásicas y Lengua Castellana respectivamente en el IES Nº1 Universidad Laboral. También a Agustín Rivera, profesor de Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de Málaga.

 

 

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Acerca de Javi Skan

Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.

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