Convocados por la plataforma Democracia Real Ya, miles de personas salieron el 15 de octubre a las calles de 900 ciudades en 82 países para pedir un cambio global a nivel socioeconómico. Málaga fue una de ellas.
Un paso. Dos pasos. Tres pasos.
Estás caminando por el Paseo del Parque con la sensación de que has retornado al pasado. Exactamente, cinco meses antes. Las calles, abarrotadas, vuelven a ser las mismas. Saludas y sonríes a gente que nunca habrías pensado que conocerías. Ves colores y banderas, jóvenes y ancianos, parados y jubilados. Pero los ves juntos. Los ves luchando. Como hace cinco meses. O no. Porque hace cinco meses, a las seis de la tarde frente al Ayuntamiento de Málaga, ni si quiera hubieras podido sospechar, ni percibir, ni augurar que unas horas después la puerta del Sol iluminaría a medio mundo. Hace cinco meses, cuando te preguntabas de dónde había salido la increíble marea de gente que inundaba calle Larios en ese momento. Y no, no estaban comprando ropa. Tampoco era Semana Santa. Era 15 de mayo del año 2011. Cinco meses después, Málaga despierta de nuevo entre bostezos. Y lo hace con el pie derecho. O izquierdo, qué más da. Sabemos que saldrá bien. Sea como sea.
Un grito. Dos gritos. Tres gritos.
Estás gritando, y casi puedes oír las miles de voces que se elevan en medio mundo. Son muchos los idiomas, pero el dialecto, sin duda, es el mismo. Es el dialecto de la revolución, la frenética fonética indignada que abarca la jerga del cambio. El argot del hastío político. Por la Alameda Principal malagueña oyes que no es una crisis, que es una estafa y botas, botas porque no eres banquero. Te haces oír levantando las manos y diciendo, una vez más, que no te representan. Además, bailas al ritmo de Bob Marley, The Clash y Manu Chao, y lo haces también con la ya tradicional batukada. Miras a tu alrededor de nuevo y ves la estatua del Marqués de Larios. No estás soñando. Sigue siendo Málaga. Porque el 15 de octubre, el mundo alzó la voz. Y, esta vez, no nos van a callar.
Una pancarta. Dos pancartas. Tres pancartas.
Estas alzando una pancarta mientras ves que una anciana en silla de ruedas hace el símbolo de la paz con los dedos de una mano a la vez que, con la otra, sujeta una pancarta que reza: “Con 95 años y aquí estoy”. Miras a la derecha y puedes leer “Rescaten a los ciudadanos y no a los bancos”. Niños. También hay niños. Juegan a ser mayores mientras llevan una cartulina en la que pone “Dános nuestro futuro, por favor”. En la manifestación del 15 de octubre, los bancos están en el punto de mira. Y si atacan la Universidad, ocupamos las aulas. Y paremos los recortes. Te aprendes de memoria los ocho puntos del manifiesto de Democracia Real Ya, pero no sabes por dónde saldrán tantas palabras. Y tantos gritos. Y tantas pancartas. Porque el PSOE y el PP siguen siendo la misma mierda y aún no sabemos cómo canalizar toda esta indignación que nos sobra, toda esta fuerza que nos llena, todos estos gritos que nos dejan sin voz. Y todo esto a un mes de las elecciones generales.
Pero han sido cinco meses. Cinco meses de crisis (y más crisis), de desahucios, de horribles cifras de paro, de Moody’s, de Standars & Poors, de Merkel y de Sarkozy, de mercados y de bolsa, de inutilidad política y de su puta madre. Cinco meses en los que salimos, resistimos, aguantamos y chillamos. Cinco meses. Pero dime, ¿cuántos años nos ha costado despertar?.
Porque no somos ni uno, ni dos, ni tres. Somos miles. Millones. Juntos. Por un cambio global.
La globalización de la indignación,Acerca de Isabel Bellido
Choni letrada. Último curso de Periodismo en la UMA. Escribo en La Taberna Global y en El Observador, y llevo dos veranos juntando letras también en Diario SUR. Aunque allí soy un poco más formal.