Remontada épica para ganar

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Épica victoria de un Unicaja que nunca dejó de creer en la remontada a pesar de ir con el partido muy en contra a falta de 8 minutos. A partir de ahí, un final que dejará marcado al equipo, con prórroga incluída. Unicaja y Repesa dieron un paso adelante. El público también.

Ni los más optimistas del pabellón se imaginaban un final cuando transcurría el minuto 32. Casta, orgullo, coraje e intensidad fueron las marcas de los malagueños en los últimos 15 minutos, contando la prórroga. Gist, Williams y Calloway fueron los mejores del Unicaja mientras que Bobby Brown y David Moss pusieron el picante de parte italiana.

Lo que parecía imposible fue haciendose realidad poco a poco. Primero Gist, después Williams y para sentenciar Calloway. Los triples del Montepaschi dejaban de entrar (13 triples entre los 3 primeros cuartos y sólo 1 entre el último cuarto y la prórroga). La defensa de Unicaja empezaba a ajustarse y la zona hacía estragos a los italianos.

Precisamente sería Gist el encargado de poner el empate en el marcador en una acción que puso de pie a todo el público del Carpena, un público poco numeroso pero entregado a la entrega de su equipo. El base californiano le pondría la chispa y la calidad al equipo de Repesa y Calloway la efectividad. A falta de 15 segundos, una gran asistencia de Marcus Williams a Fran Vázquez, que fue designada por la Euroliga como la mejor asistencia de la noche, puso el 80-78 en el marcador. Llegaría la hora de Bobby Brown. El base de Montepaschi puso en peligro la victoria de Unicaja y anotó la bandeja por encima de Gist que puso el empate en el marcador. Había prórroga. El sueño seguía vivo.

Marcus Williams seguía asombrando a propios y extraños. Si hace pocos días decía que se encontraba a gusto con Repesa, hoy lo demostró con creces. Sin embargo, una falta muy discutida de Marcus Williams, la cuarta en su casillero, lo mandó al banquillo cuando mejor jugaba. Lo aprovechó el Montepaschi, que pasó del 83-80 al 84-87 con el triple de Moss y cuatro puntos consecutivos de Bobby Brown. Llegó entonces la hora de Calloway. Antes, dos tiros libres de Urtasun habían acortado la diferencia hasta 1 punto.

A 39 segundos para el final, y cuando el balón más quemaba, Calloway se dispuso a lanzar un triple. Unicaja volvía a tirar de épica. Volvía a ponerse por delante. El público disfrutaba y apretaba. Nadie se movía de su sitio. Quizá algún iluso se fue cuando Montepaschi se fue. Marcelus Kemp callaba al graderío. Ponía el empate. Pero apareció otra vez Earl Calloway, que con una bandeja elitista y con clase, pondría el 91-89 que a la postre sería definitivo. Quedaban 11 segundos. Montepaschi tenia el balón. Con él, la oportunidad de mandar el partido a otra prórroga o de ganar el partido. Marcelus Kemp tiró de nuevo, pero de repente el pabellón se le hizo negro. James Gist saltó justo en el tiempo como para que su mano impactara con el balón mientras se esfumaban los sueños italianos.

El público estallaba en un júbilo que no se recuerda. La comunión equipo-afición se hace en partidos como estos. Ellos lo saben y dieron hasta el último aliento para luchar por sus aficionados. Daba igual si hubiesen perdido, lo habían dado todo y el respetable lo sabía. Pero sin duda, la victoria da un golpe de moral a un equipo que se veía fuera en el minuto 32. Soñó y lo consiguió. No fue evasión. Fue victoria.

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Acerca de Javier García Márquez

Sí, soy el hijo secreto de Gabriel García Márquez. Baloncesto en La Taberna Global y en La Cumbre Deportiva.

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