En tiempos de crisis, hace falta tomar decisiones. Muchas y variadas, la mayoría difíciles. Es por esto que la comunicación descendente se torna vital para el buen funcionamiento de una institución como la UMA, con 40.000 alumnos estudiando a día de hoy. Sin embargo, no es que se hayan cometido errores: es que la comunicación brilla por su ausencia. Perviven algunos trazos, pero la información que se suministra es formal y escasa aún disponiendo como dispone de varios canales a su disposición. Remontémonos al año pasado.
Elecciones a rector. Encuentros con alumnos en las facultades, concesión de entrevistas a los medios, apertura de cuentas de Twitter… la fiesta de la democracia dospuntocero, vamos. Adelaida de la Calle, en una entrevista para la revista El Observador, se queja amargamente de la falta de intención de voto de los alumnos. Efectivamente, votaron un 17’3% de ellos, y la mayoría se decantó por Aguilera, el otro candidato. No le falta razón a De la Calle cuando apunta a la desidia y a la falta de interés como motivos del bajo índice de participación. Pero existe otra razón más poderosa, relacionada directamente con la primera: la falta de estímulos reales y de información. Candidatos que sólo aparecen en periodo electoral; cuentas de RRSS de rectoras con datos y comentarios útiles a cuentagotas, sin ningún tipo de feedback con el lector; ni un sólo acto real donde se fomente la interacción entre el equipo de rectorado y los alumnos; absolutamente nada. Las altas instancias de la UMA trabajan de espaldas a sus votantes durante cuatro años y cuando llega el momento clave, se pretende que el alumno abandone sus no pocas preocupaciones para inmiscuirse en una campaña electoral que únicamente conoce por carteles en su facultad.
Mayo. El ministro Wert anuncia los primeros recortes y el movimiento social en la Universidad de Málaga se incrementa poco a poco hasta lograr un desbordamiento absoluto en la asamblea celebrada en el salón de actos de Telecomunicaciones. Ya que la comunicación descendente no funciona, dijimos, ya que nos enteramos de que nuestra rectora defiende lo público por un teletipo de Europa Press, vamos a intentar que funcione la ascendente. Tras una asamblea probablemente sin precedentes en la historia reciente de la institución, tras decenas de manifestaciones y encierros, los decanos y los profesores que se adhirieron realmente a la causa se pueden contar con las dos manos. Y con una se pueden contar las declaraciones inconexas del equipo de Gobierno, algunas de ellas producidas en sesión de Claustro, de que intentarán salvaguardar una educación gratuita y de calidad. Vamos a ver. Los estudiantes están en la calle, están durmiendo en el hall de Psicología, están cortando avenidas, están creando medios de comunicación. Que sí, que estamos esperando al veredicto de la Junta, que sí, que el déficit, que sí, que los mecanismos legales. Sólo buscábamos un poco de apoyo, unas declaraciones un poco más firmes, la absoluta seguridad de que la UMA luchará hasta el último momento por mantener la igualdad de oportunidades. Pero sólo conseguimos ambigüedades y, por qué no decirlo (ya que estamos), la burla y la criminalización de indeseables dentro de algunas asociaciones estudiantiles.
Septiembre. Tras un verano amnésico, los alumnos que acuden en masa a Teatinos para matricularse se encuentran con un desagradable cambio en sus planes: la subida de las tasas en segundas, terceras y cuartas matriculaciones. Lo desagradable del asunto es que la normativa estaba vigente desde Julio y tanto la Junta como la UMA mantuvieron un silencio vergonzoso adornado con propaganda del estilo de “en Andalucía no subirá la matrícula más allá de lo normal de todos los años”. Lo nunca visto: el BOJA sale en Julio y la noticia corre en Septiembre, cuando los estudiantes se llevan una sorpresa mayúscula pese a que asociaciones estudiantiles y voces dentro de la Asamblea Universitaria ya lo avisaban. El alumnado ve como la crisis económica deja fuera de la Universidad Pública a muchos, ve como la accesibilidad de la educación cada vez se pone más en entredicho, y la institución en la que cursa sus estudios ya no es que sea cómplice del hachazo, es que ni siquiera lo anuncia debidamente. “Pero si estaba puesto en el BOJA”, claman algunos voceros socialistas. Un concepto realmente terrible de lo que implica la comunicación política. Y la historia no acaba aquí. Hace unos días lo nuevo era que los alumnos de primero que no superen los 12 créditos deberán cambiarse de carrera. La normativa se aprobó en 2011, pero si empezaba a tener efecto este curso. Se utilizó el mismo canal que en el siglo XV: el tablón de anuncios.
Somos 40.000 personas estudiando en la Universidad de Málaga. Estamos pasando por una crisis económica brutal y no sabemos qué va a pasar con nuestro futuro personal, académico y profesional. Mi petición es más simple y más fácil que exigir evitar todo ajuste, toda reforma, toda adaptación a la falta de presupuesto: mi petición es que ya que la UMA se ve obligada a quebrar la igualdad de oportunidades de la pública, al menos nos lo notifiquen adecuadamente. Mi petición es que se haga política en la UMA de una forma transparente y cercana. Que los elegidos por la comunidad universitaria se sienten en los bancos a charlar con los chavales, que se hagan conocer y no sólo exijan ser conocidos. Es una obligación moral, y no sólo una estrategia de marketing, comunicar más y mejor cuando la incertidumbre pesa. Es una obligación moral gobernar con transparencia, cercanía, empatía y honradez en un sistema “parlamentario”. Somos sólo 40.000, señores. ¿De verdad es utópico pedir un poco más de democracia?
Cuando la UMA calla,
Acerca de Javi Skan
Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.
