En tiempos de liderazgo musical ‘indie’ en cuanto a conciertos, festivales y emersión de grupos, Boikot volvió anoche a Málaga tras dos años para conjugar todos sus grandes éxitos con temas de su último trabajo ‘Lágrimas de rabia’, publicado en octubre del 2012, y, por supuesto, para demostrar que su rock sigue llenando salas.
TEXTO: Isabel Bellido. FOTOGRAFÍA: Isabel Vargas.
La última vez que pisaron suelo malagueño lo hicieron junto a Karkoma, Inkonscientes, Gritando en Silencio, Patrañas, Víktima o Verdugo, Reincidentes y Maleza en el festival Más Volumen, una auténtica fiesta del rock más combativo que contó con dos escenarios y que tuvo lugar en la París 15 hace dos años. Lamentablemente, hasta la fecha, este evento sólo ha tenido una única edición. Y es que, como dijeron ayer sobre el escenario repetidas veces, “cuesta bajar al sur”. El lleno de anoche en La Trinchera demostró que los malagueños echaban de menos una noche de punk-rock como la que ofrecieron los madrileños Boikot, precedidos por los locales Víktima o Verdugo y La Pila Punk.
Para calentar y a la par que se iba llenando la sala, Víktima o Verdugo presentó algunos temas de su nuevo disco, titulado ‘Nuestro futuro común’. Junto con La Pila Punk, fueron los ganadores del concurso que se celebró para telonear a los grandes protagonistas de la noche. Tras un empate, y dejando entrever la buena relación que existe entre ambas bandas que ya han tocado juntas en otras ocasiones, figuraron, finalmente, juntas en el cartel. Salva Martínez, guitarrista y vocalista de La Pila Punk -banda que desde hace once años expresa su rabia contenida, tal y como ellos dicen, a base de mucho rock-, ya repartía pegatinas con el logo de su grupo un poco antes de que empezaran a presentar en directo ‘Ponte a luchar’ el último trabajo del grupo. Con un “¡Que se muera el Club Bilderberg!” como grito de guerra, estos conocidos del panorama punk local cantaron al ‘Nuevo Orden Mundial’ para finalizar con una oda a la resaca en la que la matriarca del grupo, tal y como la llaman, la batería Marisol, participó de lleno.
Y, por fin, sobre las doce de la noche, Alberto Pla, Kosta, Grass y Juankar bajaron las escaleras del piso superior de la acogedora Sala Trinchera y, sin más artificios ni tiempos de espera, comenzaron con ‘Naita na’, una perfecta carta de presentación que diferencia a los madrileños de muchos otros grupos que igualmente hacen explícito su compromiso social y el mensaje político en sus canciones: la influencia de la música yugoslava, que tanto ha enriquecido al grupo con el paso de los años. El músico y director de cine serbio Emir Kusturica y el compositor bosnio Goran Bregović, sin duda, han tenido que ver en esto como claras influencias de la banda. Los clásicos no tardaron en llegar. Tras ‘Naita na’, tocaron ‘De espaldas al mundo’, la conocida ‘Inés’ y la siempre emocionante ‘Hasta siempre’, que hizo que muchos puños se alzaran a la vez que la zona de pogos se iba extendiendo desde las primeras filas hasta más de la mitad de la sala. “¡Por la educación, por la cultura!”, gritaba Juankar anoche y recalcaba Alberto Pla con su camiseta verde en favor de la educación pública antes de cantar ‘Lágrimas de rabia’, que da nombre al último trabajo de la banda. Le siguieron ‘Bubamara’, del disco ‘Amaneció’, la reciente ‘Sexo, drogas y rock’, del último disco, y las emblemáticas ‘Mentiras’ y ‘Stop Censura’.
Boikot posee tres voces bien distintas e identificables -las de Juankar, Kosta y Alberto Pla-, una suerte que el público –variado en cuanto a edades, a pesar de que el grupo cuenta ya con veintisiete años de carrera musical- supo aprovechar al corear las canciones y formar frenéticos pogos, que a veces tornaban a bailes más típicos del ska. ‘Bajo el suelo’, ‘Gasolina, vidrio y mecha’ y ‘Juntos tú y yo’ dieron un respiro para volver a prender el fuego con ‘Korsakov’, un auténtico himno que sintetiza en buena medida la filosofía de la banda, que sigue más vigente que nunca. Pero tanta energía debía de tener sus consecuencias. Aunque la banda supo apostar por una combinación de clásicos infalibles (‘Tierra Kemada’, ‘Grito en alto’) con canciones de su último trabajo (‘Sin tiempo para respirar’, ‘Enloquecer’), hubo un decaimiento general que Boikot –y por eso mismo son Boikot- supo solucionar con un arsenal que reservaban para la traca final de su concierto: ‘Amaneció’, ‘No pasarán’, ‘Kualkier día’, ‘Skalasnikov’ y un ‘remix’ de temas de grupos de los que se consideran “fans” (‘Marihuana’ de Porretas, ‘Vicio’ de Reincidentes y ‘Breaking the law’ de Judas Priest) pusieron fin a un salvaje recital sin bises, aunque no los necesitó. Fueron 22 canciones que hicieron recordar al público por qué los de ‘La Ruta del Ché’ siguen encabezando todos los festivales de punk-rock en España.
Boikot devuelve el punk-rock a Málaga,
Acerca de Isabel Bellido
Choni letrada. Último curso de Periodismo en la UMA. Escribo en La Taberna Global y en El Observador, y llevo dos veranos juntando letras también en Diario SUR. Aunque allí soy un poco más formal.