Luis Fontal presentó su tesis de estudios en la sección Málaga Premiere del festival tan sólo con veinticinco años y con un bonito título indie de corte norteamericano bajo el brazo. Por Paco Delgado.
Ya se sabe que no hay quien diga “no” a un buen guateque, fiestorro o sarao. Bueno sí, quizás puede que todos tengamos a algún compadre que no nos siga el ritmo, pero esos son los menos. Porque las noches que hay una buena fiesta son especiales, se cuidan y se preparan con mimo, con ilusión y con la total y absoluta certeza de que sí, esta noche va a haber un segundo Big Bang. Tanto para la fiesta como para la vida, todo se calcula. La ropa, la ambientación, la presentación, los juegos, el devenir e incluso el reparto de quién se despertará a la mañana siguiente con quién, todo se prevé idílico mientras se van acercando los minutos para ponerse las galas o las botas de guerra. ‘Congreso’ es la historia de la gran mayoría de esas fiestas y esas vidas que, por más que las celes, terminan por ser rematadamente maldita.
Luis Fontal se nos revela a los 25 años y tras su ópera prima cómo un afiliado a la bien avenida corriente de cine indie norteamericano juvenil con esta pequeña perla de salón. Admirador de la cultura pop e insistente en su devoción por un David Lynch muy presente, el joven realizador argentino saca provecho de una gama fresca de actores coetáneos y totalmente desinhibidos en su afán por aportar carisma a los superpoblados miedos que les hacen cometer honestos actos de vileza. Toda una parrilla de soñadores, descendientes del Segismundo de Calderón De La Barca. En especial Ezequiel Tronconi, que se quita el polvo de una presentación canalla más propia de una comedia gamberra para terminar por llevar por sí sólo la película al terreno de lo ambiguo y lo humano.
La tragedia de unos jóvenes universales y atemporales, pero hoy, en una realidad que les saca de su propia burbuja de inmoralidad sana y sin complejos a un devenir de traición, tristeza y derrota. Sorprende gratamente la severidad con la que se destapa en el segundo acto, una vez la alegría y la emoción previa a la fiesta van dando tumbos conforme emana el alcohol y los deseos. Esta película es como esa mayoría de fiestas, como la vida de aquellos que lo planearon todo para pasar un gran sarao que duraría para siempre.
Las fiestas, fiestas son (crítica de 'Congreso'),