Filosofía y Letras, al borde de la destrucción

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En un enclave de excelencia internacional, entre frondosa vegetación y un inconfundible olor a hierba, la facultad de Filosofía y Letras ve pasar el tiempo. No demasiado bien, a decir verdad.
La facultad de Filosofía y Letras, en su mínimo esplendor

La facultad de Filosofía y Letras, en su mínimo esplendor

Esta bonita descripción da lugar a una especie de ciudad conformada por siete torres cuyo aspecto de dejadez recuerda más a la ‘Raccoon City’ de ‘Resident Evil’ que a un espacio para estudiantes. Además, la verdadera procesión va por dentro: más allá del denostado envoltorio se encuentran unas entrañas que no pueden más.

Construida e inaugurada en 1985, Filosofía y Letras (Letras o FyL para los amigos) es la decana del campus de Teatinos. Rafael de La Hoz y Gerardo Olivares fueron los genios que diseñaron la Marina D’Or de los umeños, con piscina y todo cuando llueve. Un lugar de ensueño donde las mejores mentes (y algunas no tan mejores, no nos pasemos) rinden pleitesía al mundo de las Humanidades al ritmo del zumbido de las lámparas al borde de fundirse y el plic, plac de las goteras.

Llegar allí es descubrir por ti mismo lo que estropean los años. Se notan ciertos esfuerzos en algunos detalles, eso sí. No hay baldosas rotas en el suelo, se ve cómo hay bastantes nuevas y en algunas partes aún hay marcas de cemento sin pintar para arreglar problemas de humedad. Aun así, esto contrasta con los desconchones en la pintura y los brotes verdes que salen del suelo. Tal vez Zapatero se refería a eso. Por si las moscas, advertimos: esa hierba no se fuma.filosofia2

Dentro, en apariencia no parece estar todo tan mal como esperábamos, pero los estudiantes no tardan en trasladarnos sus quejas: “Las clases en sí son horribles, no hay aire acondicionado y donde lo hay no suele funcionar, las bancas son viejas y las persianas están fatal”, nos comenta una alumna de 3º de Historia del Arte. “No sería un centro de estudios sin persianas rotas”, afirma un joven de 2º de Estudios Ingleses, y añade: “Aún hay profesores que viven en la edad de piedra y utilizan los proyectores de transparencias, y estos están hechos una mierda. Solo enfocan el centro de la página, y a veces ni eso”. Ahora bien, si hay algo en lo que han coincidido todos los estudiantes consultados ha sido en la aparente ausencia de un equipo de mantenimiento. “¿Rápido? ¿El qué? ¿Arreglar? ¿Qué significa arreglar? ¡¿Lo arreglaban?!”, manifiesta un antiguo aspirante a filólogo clásico.

Para regocijo y alborozo de los de Letras, descubrimos que el eslabón perdido de la funcionaría pública, el trabajador de mantenimiento, sí existe. Es más, hablamos con el encargado en su despacho entre polvo y herramientas a tutiplén. Esta charla nos permite saber el problema más importante: la burocracia. Cuando nos empieza a explicar lo que hay que hacer para arreglar una simple lámpara o persiana nos perdemos: “Tienes que pedir presupuesto a una ferretería para que esta lo envíe a Decanato y este lo aprueba o no. En caso afirmativo, lo pasas a Gestión Económica y luego va a Reserva de Crédito. Una vez sale de ahí, ya se lo pasas al proveedor y este tiene que coger tu albarán y pasarlo al Rectorado”. Un follón del carajo, vamos. Y peor cuando nos cuenta el tiempo que puede tardar este proceso: “Normalmente dura meses o directamente nunca se hace”.filosofia3

Entre el elenco de problemas destacan las persianas, ya repetidas hasta la saciedad en el texto, y las luces. Sobre la iluminación, lo más reseñable es la biblioteca: “Se van sustituyendo algunas lámparas, pero siguen igual de mal. Se pidió un presupuesto para arreglarlas todas y no se aprobó”. En cuanto a lo primero, hay un dato curioso. El defecto importante que saltó primero a la vista fueron dos persianas destrozadas (ver foto) pertenecientes al depósito de libros. Según la directora de la biblioteca, esto se debe a un robo ocurrido hace incontables años. Cuando Adelaida era mozuela. Espera, ¿lo fue alguna vez? ¿Habrá fotBUENO, QUE ME VOY. “Un graciosillo”, dice, “aprovechó que era verano y no había nadie para romper la persiana, abrir la ventana y meter la mano para coger lo más cercano”. El encargado de mantenimiento sostiene que nunca ha sido arreglada porque “dijeron que no era necesario”, debido a que “apenas tienen uso”. Por otro lado, en las aulas siempre es la misma historia. Se reparan cuando se puede, pero acaban siempre igual por la chapuza de entre las chapuzas: “En su momento se cambiaron”, nos explica el técnico, “pero solo la parte que se ve. El mecanismo es el mismo de siempre y está hecho polvo”.

Otro punto destacable son los baños. No por el alicatado (mira que es feo, joder), sino por los atascos. No hace falta que alguien venga pasado de vueltas para atorar las cañerías, sino que un simple papel puede liarla. La poca pendiente del sistema de saneamiento tiene la culpa. “El de servicio de niñas del módulo D casi siempre suele estar estropeado”, nos detallan.filosofia4

El techo de Letras es particular, cuando llueve se moja como los demás tendrán que seguir cantando los alumnos unos pocos años más. “Creemos que está controlado” es el mantra. Se van cambiando poco a poco los tejados de todos los módulos y torres y se intenta solucionar. Aun así, siempre queda algo: “Puede que a veces se rompa alguna claraboya o chapa con una obra y con la lluvia haya humedades, pero se intenta arreglar nada más amaina”. Todo esto acaba afectando al exterior. En la copistería es donde más se nota. La pintura está levantada por todos lados, y eso que una contrata se encargó de repintar toda la facultad hace menos de dos años.

Finalmente, entre goteras, persianas y papeles troll nos encontramos con la friolera de 51 partes sin atender del año 2013. El sistema informático que se utiliza está más que bien: detalla fecha, lugar e incidencia para que el técnico no tenga más que ir, ver y pedir el material. Pero ahí queda todo, pululando entre despachos. Desde dentro y conociendo a fondo los entresijos, notamos que esos detalles de esfuerzo son reales. Sin embargo, todo parece poco por la antigüedad y el mal estado de las construcciones. Cuando la misma directora de la biblioteca te dice que “hay tantos remiendos que el único remedio es echar abajo y volver a hacer” es porque algo no va bien. Esto es Filosofía y Letras.

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Acerca de Víctor Miralles

Periodismo en la UMA. Mi cabeza dijo una vez: "Quiero currar mucho y cobrar poco", y encontré esta profesión. Entretanto, disfruto soltando burradas contrastadas por aquí.

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