El pasado domingo se vivió en Málaga una jornada especial, más allá de la victoria ante el Murcia. Berni Rodríguez, sempiterno capitán del Unicaja, volvía a su pabellón con su afición.
Vivimos actualmente en una sociedad en la que el cambio es un movimiento innato en nuestras vidas. Podemos hablar de cualquier ámbito. Cambios en la residencia, de actitud, de trabajo, de compañías. Pero aquí me centraré en cambios en el ámbito deportivo.
El deporte, como cualquier otro trabajo, te ofrece la oportunidad (si eres de ese 1% afortunado) de poder ganar grandes cantidades de dinero y en el que el movimiento hacia otro nuevo mercado, más grande, con mayor posibilidades bien de ganar título o bien de ganar más dinero.
Sin embargo, hay unos pocos deportistas de élite que marcan su carrera en un equipo, en el que empezaron. Los más conocidos están en el fútbol, el deporte de masas. Lampartd, Giggs, Gerrard… y Raúl, el gran capitán del Real Madrid. Pero si nos movemos hacia otros ámbitos, es incluso más raro que esto suceda.
Cierre los ojos y viaje hacia el sur de España. En la Costa del Sol, dos equipos predominan el deporte malagueño. En el centro de la ciudad, el Málaga viaja hacia una nueva era. En las afueras, un club nacido a medias en un colegio del barrio de La Victoria acampa por las más grandes pistas de Europa.
Nos quedaremos con el baloncesto. Cuna de cantera en las selecciones inferiores, el Unicaja siempre había tenido un jugador formado íntegramente en Los Guindos desde que se iniciara el siglo XX. El año pasado quizá se perdió un poco de identidad, y todos los malagueños nos hicimos un poquito del UCAM Murcia.
¿Por qué? Porque en el verano del 2012 Berni Rodríguez, sempiterno capitán del Unicaja desde que subiera al primer equipo con Maljkovic, abandonaba la disciplina cajista al no llegar a un acuerdo para la renovación.
Desde entonces soy del UCAM Murcia, por debajo del Unicaja, claro. El club malagueño siempre será el equipo de mi corazón, pero un pequeño pedazo pertenece a los pimentoneros. El 2 de diciembre de 2012, Berni Rodríguez pisaba por primera vez el Martín Carpena como visitante. La grada, sabia, se puso en pie. Más de 5.000 espectadores ovacionaron a un jugador que quizá no tenía que haber salido de Málaga. Para toda persona apegada al baloncesto malagueño, la piel se le puso de gallina. Yo incluído.
El pasado domingo tuve la suerte de volver a ver un partido del Unicaja como aficionado. Allí donde hacía más de un año que no me sentaba. Llegué justo cuando se presentaba el equipo visitante, el Murcia. ¿Quién estaba allí? Sí, Berni Rodríguez.
De nuevo el pabellón se puso en pie. Ninguna persona es capaz en el Martín Carpena de ser aplaudido durante un minuto y medio con todo el graderío gritando su nombre de pie. Nadie, excepto el Gran Capitán. Ni siquiera Garbajosa, ídolo en Málaga.
Esta vez no pudo jugar. Desde el banquillo miró ovacionado cómo su ciudad le alababa. Pocos jugadores dejan marcado a un club y Berni es de ellos. Por eso le dedico estas palabras. Porque allá donde vayas, una ciudad estará contigo.
Acerca de Javier García Márquez
Sí, soy el hijo secreto de Gabriel García Márquez. Baloncesto en La Taberna Global y en La Cumbre Deportiva.