Que María Isabel Calero Secall, vicerrectora de Extensión Universitaria de la UMA (antes, simplemente, Vicerrectorado de Cultura), se jubile mañana lunes 29 de septiembre no debería de ser noticia (o no tanto) si no fuera porque a día de hoy aún no se ha revelado quién va a ser su sucesor o sucesora. Suena Míchel.
En los pasillos y despachos de la Universidad de Málaga reina el rumor, dicen. Tal y como suele ocurrir en muchísimas empresas en situaciones no habituales en las que algún tipo de cambio se aproxima, el secretismo acecha y la falta de comunicación entre altos cargos, empleados e incluso estudiantes, sale a la luz. Eso ha estado ocurriendo últimamente en el Vicerrectorado de Extensión Universitaria, ya que, aún falta de confirmación oficial en esos momentos de máxima incertidumbre, todo apuntaba a que la vicerrectora se jubilaría este lunes próximo, cumpliendo únicamente la mitad de su mandato, que son cuatro años en total.
Lo primero: confirmar o desmentir el rumor.
Según el criterio “arrugas”, De la Calle debería jubilarse antes.
Manuel Arjonilla, secretario del Vicerrectorado, fue la primera víctima telefónica de aquella mañana de viernes, de gabardina, lupa y pipa. Y de un “llamo de La Taberna Global, el medio universitario” como señal de que, probablemente, el caso quedara cerrado antes de tiempo. “No tengo esa información” -¡qué sorpresa!-, dijo un tajante aunque amable Arjonilla, antes de encomendarnos a llamar al Gabinete de la rectora, “que es la que decide estos cambios”. La mismísima Adelaida de la Calle. Esto había dejado de ser un juego. Sudores fríos. La apetencia de hacer bromas telefónicas cual hipotético e imposible Bart Simpson universitario convivía con un pensamiento: ¿hasta dónde llega el secretismo en la UMA si el secretario del Vicerrectorado dice no tener esa información, pero, aún así, nos encomienda afablemente a llamar al Gabinete de la mismísima rectora de la Universidad de Málaga?
Segunda llamada: del “no tener” al “no poder”.
Qué cosas tiene la gramática. “No puedo darte ninguna información” -vaya, no me lo esperaba-. “No son cargos electos, sino de libre designación”, informó la señora que atendía el teléfono del Gabinete del rectorado. “Lógicamente, la rectora decide quién forma parte de su equipo”. Y con esta fulminante sentencia, quedaban esclarecidos dos importantes puntos de esta investigación: el proceso de elección del sucesor o sucesora de María Isabel Calero Secall consistirá en un dedazo lo realizará directamente la rectora, aunque no es susceptible de descarte una celebración privada en sus aposentos rectoriles en la que haya globos y carteles que recen “fiesta de la democracia” y todos los ilustres invitados rían sin parar mientras insertan papeles con mensajes obscenos en urnas transparentes. Y dos, no se trataba, pues, de un rumor falso y sin fundamento: la vicerrectora de Extensión Universitaria se jubilará el lunes. Y esto es así, porque sino las respuestas hubieran sido algo parecido a “qué dices, qué me estás contando, quién te ha dicho eso, te lo estás inventando, no sois un medio de comunicación, sois mierda”, etcétera. Y si no es así, deberían de haberlo dicho. Menos lo último, lo último no.
Tercera llamada: nuevas pistas para concluir la investigación.
Desde el Departamento de Prensa de la Universidad de Málaga ratifican y corroboran lo ya sabido, pues no se extrañan de la pregunta, aunque, al igual que Manuel Arjonilla, dicen no saber quién será el próximo vicerrector o vicerrectora. “No nos lo han comunicado aún”, anunciaban, además de comunicarnos que la vicerrectora “tiene previstas dos ruedas de prensa el mismo lunes”. En las que tendría, suponemos, que anunciar públicamente su jubilación y -de paso, así, como quien no quiere la cosa- revelar el nombre de su sucesor o sucesora. O quizás los estudiantes tendrán que esperar a las declaraciones de Adelaida de la Calle para saber quién va a gobernar la Universidad de Málaga en materia de cultura. Lógicamente.
El caso Calero, o cómo la UMA (además de excelente) es transparente,
Acerca de Isabel Bellido
Choni letrada. Último curso de Periodismo en la UMA. Escribo en La Taberna Global y en El Observador, y llevo dos veranos juntando letras también en Diario SUR. Aunque allí soy un poco más formal.
