Pasillo del Decanato de la Facultad de Educación. Tocamos a las 10:30 en la puerta del despacho nº 129. No nos hacen esperar y al segundo oímos un “adelante” que nos da vía verde para adentrarnos en una amplia habitación con mesas ordenadas, como si de un decano se tratara. Y no es para menos, pues nos recibe José Francisco Murillo Mas, actual decano de la facultad de Ciencias de la Educación, cargo al que ha llegado tras un camino “apasionante, lleno de retos, aventuras y descubrimientos”. Sonriente y pidiendo perdón por no haber podido recibirnos antes, Kiko –así lo llaman entre amigos– nos invita a sentarnos para contestar a nuestras preguntas y conseguir ser #tuprofefavorito. Por: Inma Montes y Alba Jabato.
Diplomado en Profesorado de Educación General Básica, licenciado en Ciencias de la Educación y Psicología, doctor en Pedagogía… ¿Qué le llevó al mundo de la Educación?
La casualidad. Iba a estudiar Medicina, pero por una coyuntura familiar dura en un momento complicado estudié Magisterio. La verdad es que cuando empecé me gustaba poco, pero si me preguntaran a qué me gustaría dedicarme si volviera a empezar, diría que a la Educación. Tardé tiempo en que me gustara, pero acabó gustándome mucho.
¿Cómo llegó a ser decano?
La casualidad también (risas). Fue una postura testimonial más que otra cosa. Hacía tiempo que entendía que la Facultad de Educación podía organizarse de otra manera. Fui a hablar con un grupo de amigos para decirles que había que dar un paso adelante, aunque sabíamos que era casi imposible. Era una postura testimonial y el testimonio nos salió de esa manera, contó con un apoyo mayoritario y acabó convirtiéndose en esto.
¿Ha trabajado en alguna institución privada?
Nunca. Tengo la suerte de que cuando acabé existía el acceso directo a la educación pública, y si tenías una buena nota media entrabas directamente. Desde ahí ingreso al cuerpo de profesores nacional y desde entonces he estado siempre vinculado a la enseñanza pública.
Su currículo está estructurado de una curiosa forma, ¿por qué así?
Es un currículo que tiene más de diez años y que anda todavía por la web. Pensaba que había que difundir el trabajo de uno de una forma más desenfadada, fue una ocurrencia del momento. Aunque contiene lo mismo que el resto de currículos.
Usted afirmó en la Asamblea que moderó para la comunidad de la UMA que estaba hasta las pelotas, ¿de qué? ¿Lo sigue estando?
Supongo que entonces diría el porqué… Ahora casi un año después, me cuesta trabajo recordar el por qué lo dije. Supongo que en esa asamblea tenía que ver con un ataque a la educación pública sin precedentes. Me parece que ha costado mucho tener una educación pública como la que tenemos en nuestro país. Me referiría a eso; se estaba desmontando un sistema público que ha costado mucho poner en funcionamiento en todos los niveles.
Como sabe, la estamos entrevistando porque ha sido propuesto por sus propios alumnos. ¿Por qué cree que la consideran un buen profesor?
Eso deberíais preguntárselo a mis alumnos. A mí me parece que si hay algo que trato de hacer es transmitir entusiasmo, que la gente crea en lo que a mí siempre me ha producido felicidad, pasión. Me impongo a mí mismo transmitir la ilusión y el entusiasmo que me produce trabajar en la educación.
Mirando las asignaturas que imparte desde un punto exterior, ¿en qué cojean?
Yo creo que, fundamentalmente, el docente en cualquier asignatura debe hacer que el funcionamiento de esa asignatura gire en torno a una actividad rica del alumno. Es más útil si gira en torno a actividades de interés que impliquen al alumno en el aula.
Y usted como profesor, ¿qué sensaciones tiene durante las clases?
Según el día, según el grupo, según la hora… Hay veces que digo “qué magnífico profesor soy”, “qué clase me ha salido”. Y a los cinco minutos entro a la siguiente clase y digo “esto no hay manera”, “tenía que haberlo enfocado de esta forma”, “es que hay que ver que soy zopenco”… Cada momento, cada situación, cada grupo es único.
¿Hay algo que le gustaría hacer como profesor y no puede, o al contrario?
Creo que no, incluso en el peor de los contextos siempre puedes desarrollar tus ideas. Hay estructuras y situaciones que facilitan y otras que dificultan…, pero ninguna es tan poderosa como para impedir caminar en un sentido. La imaginación del docente consiste en conseguir darle la vuelta al peso de la estructura y siempre se encuentra.
¿Considera que sus alumnos entienden su forma de trabajar?
Algunos sí y otros no. Si cada contexto es un mundo, cada alumno también lo es. A mí eso es algo que me ha causado siempre sorpresa, al trabajar con alumnos que van a ser futuros maestros, futuros pedagogos, psicopedagogos… He trabajado muchos años en la docencia no universitaria y yo, por ejemplo, doy una asignatura que se llama ‘Innovación y cambio educativo’ que gira en torno a actividades, programas… que yo he desarrollado. Mi sorpresa es cuando parte del alumnado me dice que estoy teorizando, que la realidad es distinta.
¿Llegan a aprender lo que usted se propone en la asignatura?
¡Y yo qué sé! (risas). Contestar a esto es complicado, creo que difícilmente podemos medir el aprendizaje. ¿En qué medida el alumno transforma sus medidas cognitivas en la relación que el profesor entiende que debe modificarse? Es bastante complicado. Si no tuviera 80 alumnos y tuviera un grupito de cinco, seguro que sabría contestarte a esta pregunta.
¿Cómo son los estudiantes que eligen la rama de Educación?
¡Buenísimos, los mejores! (risas). Hace algún tiempo que se dice “Magisterio es una carrera fácil”. Ahora nuestras dos titulaciones de maestro exigen notas de corte superiores a 7, me da la sensación de que esto ha cambiado muchísimo. Creo que tenemos muy buenos estudiantes y, además, con muchas ganas de enfrentarse, de conocer en qué consiste la educación porque entienden que eso es una herramienta poderosa para conseguir un mundo mejor.
¿Se ha adaptado su asignatura a Bolonia o aún quedan cabos sueltos por atar?
¿Y qué es Bolonia? (risas). Si me explicas lo que es Bolonia, soy capaz de contestar. Eso de saber lo que es Bolonia me queda tan lejos… Si desde Bolonia se planteaba el reto de que la enseñanza universitaria se construyese en torno a la actividad del aprendizaje del alumno, pues puedo decir que desde siempre ese ha sido mi reto, y sigue siendo el camino por el que ando.
Y este Plan Bolonia, ¿cumple las expectativas?
Naturalmente, si se hubiera cumplido. Bolonia es muchas cosas. Esa idea es muy poderosa, es decir, conseguir que la universidad no sea un conjunto de aulas donde los alumnos asisten, se sientan, calientan una silla y oyen discursos pues me parece que es revolucionario. Transformar esa universidad de espectadores en una universidad de actores a mí me parece que es revolucionario y fundamental. Y sigue siendo el reto de nuestra universidad.
¿Cómo calificaría la enseñanza en la UMA actualmente?
Hacer una valoración global de la enseñanza universitaria, si tuviera que hablar de un promedio no sería fiel a nada de lo que está ocurriendo. Eso es lo malo de hacer una valoración global. Me quedaría con mi pensamiento optimista de que hay sensibilidad frente a la necesidad de transformar la enseñanza, lo dejaría así.
¿En qué ha cambiado esa enseñanza desde que era estudiante universitario hasta ser profesor?
Muy poquito. Ha cambiado poco, pero soy optimista; siempre veo brotes verdes, aunque ahora esa expresión es casi indecente decirla. Transformar una institución de tantos años es muy complicado, pero cada día veo a compañeros y compañeras que tienen intuiciones y las desarrollan en el aula. Cada día hay gente más comprometida con su trabajo y más sensible con lo que necesita el alumnado.
¿Qué aspectos cree que tiene que mejorar la facultad de Educación?, ¿y la Universidad de Málaga?
¿En relación a la enseñanza? Muchísimas cosas. Creo que mejorar las condiciones en las que se imparte en las aulas. Cuando llegó Bolonia, todos pensábamos que íbamos a trabar con un ratio nunca superior a los 50 alumnos, que ya son bastantes. Pero de aquéllo que creíamos que se podía conseguir… nada más lejos de la realidad. Todas esas cuestiones de falta de espacio o ratios que se contemplaban no han sido posibles. Trabajamos con grupos de un número muy elevado de alumnos y eso hace muy difícil la transformación de la educación en el sentido que comentaba antes.
¿Los alumnos universitarios salen preparados para el mundo profesional?
Creo que en mi ámbito de trabajo uno aprende a ser docente cuando es docente. Aquí hemos conseguido que haya más presencia del practicum. Tenemos un proyecto que estamos negociando con el rectorado para que la titulación de Maestro de Educación Infantil pueda impartirse un 50% en los colegios y el otro 50% en la facultad.
¿Cuáles son los puntos flojos de la educación superior actualmente?
(Silencio) Yo insistiría en lo de antes, a mí me parece que hay que tratar de superar la enseñanza academicista, donde el aprendizaje se rige en la solución de problemas académicos. Los problemas para los que tenemos que preparar al alumnado son problemas reales, que surgen en la realidad profesional.
¿Son suficientes las medidas existentes en el caso de que haya profesores que no cumplen verdaderamente con su labor como docente?
Yo creo que sí. Es algo que he defendido desde que entré aquí y ahora va a ser reforzado. Otra cosa es que los responsables no queramos que funcionen los organismos que sirven para esa vigilancia, pero nosotros, por ejemplo, tenemos una COA [Comisión de Ordenación Académica] muy activa y que funciona muy bien. Resuelve con rapidez y una manera adecuada los problemas que plantea nuestro alumnado. No digo que sea perfecta pero me parece que vamos por buen camino.
Hemos hablado con alumnos de Magisterio y nos han pedido que le preguntáramos lo siguiente: “¿Enseñar o formar?”
Yo siempre he sostenido que no hay una cosa sin la otra, que separar esas dos vertientes responde, simplemente, a un interés academicista que es irreal. Si creemos que se pueden separar lo estamos haciendo mal. Nadie puede generar crecimiento personal sin conocimiento, igual que no hay conocimiento que carezca de valores.
Otra alumna nos dice: “En el grado de Magisterio qué debería primar, ¿práctica o teoría?”
Práctica y teoría deben ir cogidas de la mano. No se puede desarrollar una acción sin tener una fundamentación teórica. Las dos son muy importantes y lo que tengo claro es que la teoría no precede a la práctica. La relación teoría-práctica tiene que ser así desde el principio y una sin la otra siempre estará coja.
Su tesis (en 2002) se enmarca en “la formación del profesorado en los colegios públicos andaluces en el marco de la reforma educativa”. Respecto a este tema, ¿de qué carecen los actuales profesores en instituciones públicas de educación obligatoria y no obligatoria? ¿De qué pueden presumir?
Cuando me dicen ese comentario de “al alumnado no le interesa nada, cada vez saben menos…”. Es un discurso que se ha repetido desde la época clásica. Pero la sociedad, el conocimiento y la preparación de los ciudadanos avanza en una progresión geométrica y eso es indudable. Hace poco salió en las noticias que los futuros maestros no se sabían los ríos de España. Mire usted, es que hace 40 años era una parte importante de un conocimiento muy agotado, pero el conocimiento crece. ¿Por qué no le preguntaron a esos maestros si sabían utilizar Google o bases de datos para obtener información relevante sobre algún tema? Quizás hubieran respondido muy bien y eso hace 40 años nadie lo hubiera sabido. Yo creo que tenemos al mejor alumnado de nunca y también al mejor profesorado que podríamos haber pensado.
Dada la situación actual de la Educación, recortes, reforma, calidad etc., ¿qué le motiva a seguir luchando?
Justo eso. En los peores momentos, más motivación. Me parece que en las peores condiciones el optimismo viene de que todo está por hacer. Tenemos un camino que andar juntos, así que en estos momentos de crisis más optimismo que nunca.
¿Apoya y acude a las manifestaciones y las huelgas?
Naturalmente. A mí me parece que lo más terrible de estas situaciones es caer en la indefensión. La indefensión es esa figura psicológica en la que tu respuesta no está relacionada con aquello que te ocurra. Es decir, que hagas lo que hagas no tiene que ver con lo que te está ocurriendo. Es tremendamente sano, pensar que siempre lo que ocurra tendrá que ver con aquello que yo haga aunque sea muy poquito. Por eso la ciudadanía que sea capaz de aportar sus acciones, sus pensamientos… eso siempre, siempre es positivo.
José Francisco Murillo Mas: "¿Y qué es Bolonia? Si me lo explicas, soy capaz de contestar",Acerca de Alba Jabato
Estudiante de Periodismo en la UMA aunque, con suerte, no por mucho tiempo. Quería ser periodista desde pequeña, sí, ya por ese entonces estaba loca... Por ahora, redactora en La Taberna Global.