El pasado jueves, los locales Gaula presentaron en la Cochera Cabaret su tercer EP ‘Bailes y huracanes’ en compañía de la banda madrileña 84. La modesta venta de entradas no nubló un buen recital por parte de ambos grupos en una sucesión de conciertos inteligentes, y poco más.
FOTOGRAFÍA: Isabel Vargas. TEXTO: Leo Rama
No hace falta ser virtuoso para hacer bonitas canciones, y lo correcto no es siempre la peor opción en eso del rock. Jaime Fernández, Ramón Vázquez y Enrique Berenguer interpretan bien ese rol de lo cabal, unidos a otros tres músicos acompañantes. Su caso es un clásico: grupo joven gira por salas durante años hasta que un productor los descubre y consigue que graben su primer disco, con el consiguiente conversión en grupo one-hit wonder catapultado a la fama tan pronto como es devuelto a la tierra. “La siguiente canción nos encumbró”, advirtió Ramón antes de que Enrique Berenguer introdujese las primeras notas de El burdel de la siernas, la cuarta canción de la noche. Otra más dentro de un magnífico repertorio con riffs propios de Santi Campillo. La instrumentación pop-rock, unida a los coros del trío principal, recuerda en ocasiones a clásicos como M-Clan o Los Secretos, pero con el anquilosamiento actualizado. Norte y sur o Antes de ayer dieron buena muestra de ello. Pero ese sonido puede tonrarse más puro en otros de sus temas: el sabor añejo de los punteos en El pasado invita a acordarse de los míticos Faces. El gran viraje del concierto se produjo en el ecuador con Dama sin precio y su increscendo monumental, desde un inicio de bossa nova hasta una eclosión que se hace enorme en el directo. Para terminar de cuadrar el concierto se decantaron por Tribunal, la última de su primer disco. Y un ritmo bailable dio paso a los jóvenes Gaula.
Las vestimentas amateur, casi forzadas, obvian lo obvio. Siempre gusta jugar en casa, con los de siempre delante, y a eso hay que sumar su juventud, puesta en escena en medio de una atmósfera envolvente de sonidos en la sala. Y comenzaron a tocar. En su repertorio no faltaron -sobrando- versiones de clásicos como Hace calor, Chica ye ye y ¿Por qué te vas?, todas intercaladas con sus canciones propias en un setlist cargado de miradas retrospectivas. Los malagueños, que presentaban su próximo EP, incluyeron canciones de sus anteriores trabajos: Sin maletas o ¿Quién es el loco?, que destaca por su alma de single irreductible para públicos amplios, por decirlo de alguna manera. Pero dada la ocasión, los locales deicieron empezar con Eres mi Big Bang, el sencillo de su próximo disco corto. Con una letra conseguida y una melodía pegadiza, Eres mi Big Bang es una buena declaración de intenciones finales a la que le han incluido teclados, gestando una canción que combina a la perfección la ligera distorsión de guitarras y los sintetizadores. Sería razonable que echaran mano de ella al grabar su primer LP, y eso lo explica todo.
Durante el concierto, Gaula invitaron a los madrileños 84 a subir al escenario. Los once músicos versionaron juntos Rock’n’Roll en la plaza del pueblo, de Tequila. Bueno, bonito y barato. Y resultón y divertido. Tras la cana al aire, Jesús Muñoz, que hasta ahora se limitaba a ejercer de corista, puso el broche al recital de la banda al cantar él una de las últimas canciones del concierto. Un giro copernicano para el rumbo habitual del grupo, ligado ya a la diametralmente opuesta voz de Luis Gotor. Agua y aceite. Trémolo y vibrato. Graves y agudos. Pero, ante todo, Gaula suena con ritmos muy propios, porque Gaula suena a Gaula, y su seña de identidad se hace fuerte en el directo. El compadreo entre la guitarra acústica de Gotor y la eléctrica de Muñoz da para dueto de cuatro, y no tienen necesidad de apoyarse de más en la batería y el bajo: instrumentales alternativas combinadas con una voz más propia del panorama comercial. Son los ingredientes mínimos para garantizar la aspiración al despegue, que es lo fácil.
Bailes, huracanes y números para cuadrar las cuentas,Acerca de Leo Rama
Corresponsal de La Taberna Global en Madagascar, entre otros muchos enclaves.