El texto apoyado por la RAE en el que se “critican” nueve guías no sexistas analizadas, entre las que se encuentra la elaborada por la UMA, reabre el debate sobre el sexismo lingüístico
La mujer está de moda. Aquí y en Rusia. Desde hace varios años la lucha feminista a favor del trato igualitario dentro del lenguaje se hace notar. El sexismo lingüístico, es decir, discriminar en el uso del idioma a alguna persona (en la mayoría de los casos a la mujer) por pertenecer a un determinado sexo, vuelve a las preocupaciones de la sociedad, liderando las noticias más leídas junto con las quejas por el nuevo formato de Gran Hermano.
Ya en 2010, la inversión en un proyecto puesto en marcha por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta Andalucía basado en la edición de “una guía que recomienda evitar términos sexistas”, daba muestra de esta obsesión por la ideología de género. Y no lo digo yo, lo dice Antonio Jiménez. En concreto, este panfleto nos dice que la frase “el señor Páez estuvo magnífico en su intervención y su acompañante la señora Martínez iba muy elegante” tendría que reformularse como “el señor Páez estuvo magnífico en su intervención y la señora Martínez realizó unas aportaciones muy inteligentes durante el debate”. O bien, sustituir la frase “no llores como una mujer” por “no llores, pues no tienes motivos para ello”. Y de nuevo no lo digo yo, lo dice Teresa Fernández.
El pasado 4 de marzo, Ignacio Bosque, miembro electo de la Real Academia Española desde 1995, encendía de nuevo la llama de la polémica y reabría el debate (o la controversia). El catedrático resumía en un breve informe suscrito por 26 académicos de la RAE y publicado en El País, cómo las recomendaciones de nueve guías no sexistas analizadas difunden entre tanto usos de la lengua como normas gramaticales ajenas a las prácticas de los hablantes.
Entre estas guías, como no podía ser de otra forma, se encuentra la elaborada en la Universidad de Málaga (junto con el Ayuntamiento), entidad que desprende feminismo: LA Facultad, LA Conserjería, LA Secretaría, LA reprografía, LA cafetería, LAS obras del metro…
Dicho manual, que persigue “la creación de herramientas que favorezcan la integración de la perspectiva de género en el trabajo de la administración pública” entre otros fines (como el de evitar los “látigo cepa”), fue elaborado y posteriormente publicado en 2006 por tres lingüistas (o “personas versadas en lingüística”) de la Asociación de Estudios Históricos de la Mujer de la UMA, entre las que destaca Susana Guerrero Salazar, presidenta de dicha institución que dedica “parte” de sus publicaciones al lenguaje desde la perspectiva de género. Concretamente, en su currículo aparece la palabra “mujer” 95 veces y la raíz “sex-“, 74. Casi nada.
Este tróspido asunto para las feministas, ha llegado a oídos de nuestra excelentísima Rectora y presidenta de la CRUE, Adelaida de la Calle. “Es un auténtico trabajo de investigación con todo el sentido” ha opinado ante los medios españoles de forma clara, breve y concisa . “Hasta hace relativamente poco, la mujer no formaba parte de muchos aspectos y era difícil que contase en una estructura lingüística”, añade la que fuere una alumna universitaria comprometida con la dedicación al sexismo lingüístico.
Las reacciones al artículo de Bosque no se han hecho esperar. El debate estuvo servido en Twitter, con irrebatibles comentarios. Y desde Rusia, donde la mujer también está de moda, las integrantes ucranianas del colectivo Femen, que recientemente se han manifestado durante la celebración de las elecciones a la presidencia rusa como mejor saben hacerlo (y no es precisamente a través de las palabras, sino “posando semidesnudas”), han mostrado su apoyo por la causa, afirmando que están listas “a llevar el caso hasta el final”. Vaya, a quitarse toda la ropa.
Sin duda alguna el sexismo lingüístico es una cuestión latente en la sociedad. Pero no se engañen, el problema no está en las palabras, sino en la persona. Tampoco se encuentra en los libros, ni en la RAE; está en la calle. No teman, este colectivo de mujeres (o personas) en peligro de extinción que se ofende por el uso del masculino genérico en programas como Sálvame, seguirán reivindicando la igualdad entre ambos sexos dentro del idioma con publicaciones en revistas de moda.
Sólo queda cuestionarnos la posición de los hermafroditas, como Lady Gaga. Y esperar a que no se produzca la degeneración de nuestro idioma (uno, grande y libre), la confusión entre el género (concepto gramatical) con el sexo (realidad extralingüística) o la grafología extraña (¿cómo se podrá leer la palabra “abogad@s” con la arroba?).
Ignacio Bosque provoca la furia exasperada de las radicales feministas,Acerca de Inmaculada Montes
Como dijo el coronel Buendía: "Aquí, esperando que pase mi entierro". La lluvia de Londres me tenía hasta el moño y me volví a Córdoba. Mi experiencia en LTG me ayudó a entrenarme para El Mundo Málaga, pero he vuelto a mis raíces.