La campaña ‘Sonríe a la vida, dona sangre’, como si tuviera mucho sentido la frase, permitirá a los estudiantes malagueños compartir su sangre entre los días 23 de octubre y 29 de noviembre. También a los de Ambientales.
Pincharse en el brazo se ha convertido en un deporte de riesgo. Si no que se lo digan a la señora que falleció la semana pasada cuando le inyectaron cafe en vena. O a Armstrong, al que le han desposeído recientemente de sus siete Tours de Francia. O a Kurt Cobain. La cosa es que la UMA, en un arrebato de compromiso ciudadano, albergará en sus inmediaciones el autobús este en el que, a cambio de un bocadillo y una Coca-Cola –en el cartelito es agua, demagogia–, te extraen medio litro de sangre.
De hecho, lleva ahí desde la semana pasada, concretamente en la Facultad de Derecho. Hoy se han movido a Ciencias de la Salud, y mañana será el turno de Ciencias “de 9 a 14 y 16 y 20h”. Yo no lo he entendido, pero confío en vuestra capacidad de comprensión. Seguidamente se trasladarán a Ciencias de la Educación (7, 8 y 9 de noviembre), Ciencias de la Comunicación (la mía, el 12 de noviembre), E.T.S.I., etc. Pero mejor mirarlo en el cartel, que está todo más bonito Y CON COLORES.
Lo más curioso, más allá de que casi por primera vez pase por todas las facultades y no se margine a ninguna, es que sí se margina a una: Filosofía y Letras. Gema Rayo, líder de la asociación Espartanos y estudiante de Historia, se ha mostrado terriblemente indignada al respecto: “¡Se creerán que no tenemos sangre!”. Desconocemos si tomará cartas en el asunto desde su posición de claustral, aunque dado que el alma se traspasa también con la sangre y los de Letras nos han amenazado alguna que una vez, hacen bien al no pasar por ahí.
Donar sangre no es sólo una oportunidad para ayudar al prójimo tal y como establecen los cánones del buen hacer, sino también para sentirse realizado. Es el caso de Ely y Jose, pareja de origen cordobés que dona principalmente para poder resucitar al otro miembro en caso de urgencia. “De pequeño iba con mi papá para que me dieran gusanitos o Coca–Cola”, comenta Jose con ternura, y añade que no hay de qué preocuparse porque las enfermeras “son amables y te dicen todo lo que hay que hacer”.
No lo conciben así otros jóvenes como Javier Ríos, estudiante de Traducción e Interpretación que desde siempre ha sufrido fobia a las inyecciones, las vacunas y las muestras de sangre. “No puedo ver una aguja, Manoletus”, precisa a la vez que establece una fina comparación para aclarar sus sensaciones: “Es casi como ver a Sara Brox“. Joder, es que visto así ¿quién va a donar?
Acerca de Manolo García
Fui becario en SUR para ganar experiencia y poder trabajar aquí. Ahora mismo no tengo novia, y estaría interesado tanto en una relación seria como en algo esporádico. Mis opiniones no me representan a mí, sino a otra persona. Ahora mismo tengo llamadas entrantes gratis.