¿Qué pasaría si la crisis y los recortes fueran simplemente una broma orquestada por Juan y Medio? @santasuki, enmascarada pelirroja y tuitera malagueña, os lo cuenta. Una abuela le ha mojado la camiseta.
Durante varios segundos, nadie dice nada. El silencio da paso a un par de toses y risas nerviosas que en un instante se convierten en una orgía de carcajadas y aplausos. Desde la pantalla gigante instalada en la Plaza de la Constitución, Juan y Medio nos sonríe, radiante, mientras muestra un enorme ramo de flores sobre el que han colocado la blanca silueta de un muñeco.
-¿Pero cómo habéis podido picar? Ay, ¡inocentes! – apenas es capaz de hablar por la excitación. De todas formas, en la calle hay tanto ruido que es difícil oírle.
Una anciana a la que nunca había visto me abraza. Está llorando de la emoción y me moja la camiseta. A su lado, un hombre joven está repartiendo gorros de cartón y matasuegras. Pero la gente está volviendo a mirar la pantalla: Juan ha empezado a hablar de nuevo.
-… hubiera sido posible sin nuestros ganchos, los actores que nos han ayudado a gastaros esta broma. ¿Queréis conocerlos?
– ¡Sí! – soy consciente de que Juan y Medio no puede oírme gritar desde el plató, pero ahora mismo soy completamente feliz y no me importa parecer una energúmena. Me llevo el matasuegras a los labios: estoy eufórica.
Por la gigantesca pantalla desfilan rostros familiares. Rostros de personas a las que hasta hace unos minutos despreciaba. Me acerco a uno de los altavoces que han instalado para poder oír mejor.
-¿Lo de que las familias que si no tienen dinero para estudiar es porque no quieren privarse de otras cosas? Por favor, si casi no podía aguantarme la risa cuando dije aquello. Los guionistas de tu programa son unos cracks, Juan.
Ahora que me fijo bien en el ministro Wert – o mejor dicho, el actor Wert -, me doy cuenta que su cara me suena muchísimo.
-¿Ese no salió en un par de capítulos de “Siete Vidas”? – pregunta un hombre a mi lado. Tiene aspecto de ser un mendigo y habla como para sí mismo.
– ¿Usted tiene tele?
– Y también casa, niña. Bueno, la tenía. Antes de la broma – ríe y me da una palmada en la espalda -. Pero vamos, ¡mañana mismo voy al banco y la recupero!
En la pantalla, la actriz Esperanza Aguirre descorcha una botella de champán. Por primera vez muestra una sonrisa abierta y sincera. Ahora me resulta agradable. Se acerca al micrófono.
– Ha sido muy divertido, Juan. Estaba acostumbrada a papeles pequeños, e interpretar un papel con tanto peso en la trama me ha dado muchas tablas. Además, es un personaje muy fuerte, con una evidente falta de empatía. ¡Nunca había podido hacer de psicópata! Tuve mucha suerte de que Blanca Portillo tuviera otros compromisos profesionales, la verdad.
-¿Te hubiera gustado hacer algún cambio en el guión?
Esperanza vacila antes de responder:
-Quizás podría haber durado menos la broma.
Para entonces los gritos de alegría en la plaza no dejan oír nada. Consulto los periódicos en internet desde mi móvil. Leo un reportaje sobre la próxima película de Pedro Almodóvar, en postproducción. En ella, Mariano Rajoy hace de un masoquista que siente una fuerte atracción por su terapeuta, un antiguo seminarista interpretado por Alberto Ruiz Gallardón. Suenan rumores de candidaturas a los Goya para los dos. Sonrío. Qué coño. Se lo merecen: jamás existieron actores más creíbles.
¿Qué austeridad ni qué austeridad? ¡Inocentes!,