Una maquiavélica norma acaba con la diversión de los alumnos de la facultad de Derecho. ¿Quién es el culpable? Todos niegan una tenebrosa realidad que acecha el campus.
En la mesa, dos kamikazes retan al Régimen
Imagina un mundo feo, donde los gatitos lindos mueren y los niños lloran. Pues eso es una nimiedad en comparación con la horripilante historia de la gris cafetería de Derecho, donde son protagonistas el hastío, la apatía y la tristeza. Los juegos de cartas están terminantemente prohibidos, o lo que es lo mismo: no se permite la diversión. Los alumnos no saben por qué y buscan respuestas ante la represión de sus emociones.
Estamos ante una regla no escrita, puesto que no está señalizado por ningún lado. Es una trampa. Un ex estudiante de la facultad nos explica su vivencia: “Una vez nos echaron a mí y a unos compañeros por jugar a las cartas. Bueno, por intentarlo, porque no dio tiempo ni a repartirlas. Nos quedamos con cara de póquer (*ba dum tsss*)”. Además, desconocía el motivo: “No puedo ni imaginarlo”, declaró. Y no es el único en esta situación. Algunos sólo llegan a hacerse una pequeña idea: “Será porque induce a la ludopatía y dirán que la universidad no es un salón de juegos”. “Lo mismo es que como no estás tomando nada y ocupas sitio porque sí… yo qué sé”.
Dentro de este batiburrillo de confusión, encontrar una respuesta parece tarea imposible. Los responsables de la cafetería achacan la restricción, sin total seguridad, a que los chavales “se pasan más tiempo jugando que en clase”, y además, afirman que esto “viene desde Decanato”. LA TABERNA GLOBAL intentó contactar en diversas ocasiones con una fuente autorizada del organismo directivo de la facultad de Derecho sin éxito, y tan sólo se obtuvo una idea difusa: la empresa encargada del espacio es la que pone sus normas internas. La cuestión es quitarse el muerto. Incluso en el primer intento de contacto se nos remitió directamente a sus superiores: “Yo es que no sé, no conocía eso… Va a ser cosa del Rectorado”.
Esta perra tiene la culpa
Sin embargo, el oscurantismo sólo da lugar a confirmar nuestras sospechas: hay algo más detrás de todo esto. Investigamos día y noche, más o menos, para destapar la verdad: un poder fantástico (de fantasía, no que sea ‘chupiguay’) se cobró ésta, su primera víctima, hace más de treinta años y acecha desde el silencio. Las cartas, cansadas de tanto sobeteo, se guardaban un as en la manga: pidieron ayuda a la Reina Roja, quien tomó el poder en la sombra de la facultad de Derecho cuando aún estaba en El Ejido y prohibió este acto de maltrato constante a sus esbirros. Desde entonces, todo el mundo (o no) está triste y llora por los pasillos.
A día de hoy, el Departamento de Propaganda mantiene distraídos a los estudiantes de esta dura represión con exposiciones sobre cosas chulas y, especialmente, con un futbolín situado en la misma cafetería (el mismo que ya estuvo en Comunicación y Decanato quitó). Los beneficios de éste van a fines sociales, con lo cual Reina Roja 1 – 0 CCCom. Pero bueno, que mucha cultura y mucho tal, pero sin cartas ni cerveza, los umeños pierden la cabeza. “Es que no es lo mismo, joder”, afirmó un alumno.
LA TABERNA GLOBAL tuvo la puntería de sortear los pijos y encontrar los únicos antisistema de Derecho, que opinaron acerca de esta norma: “Me parece ridículo. Yo creo que es por ocupar sitio y no consumir. Negocio. Estás ahí, calentito, jugando, y no estás consumiendo nada”, declaró uno de ellos. Un segundo se limitó a decir: “Fo, vaya cánce’ de norma vieo”, y otro fue más allá y demostró ser todo un REBELDE: “No se puede jugar a las cartas, ya. Y tampoco se podía meter comida de fuera, JAJAJAJAJAJAJAjajajJAjajajJAJajJAJjajjAJjajjajajjJJKSAJKSJAKJSKAJKSJJAXDDDDDDxdxdxDxDxDxdxdxd”.
Por lo pronto, no se ve fin a esta situación ni nada que pueda cambiarla. Algunos acatan la prohibición en silencio, otros tientan a la suerte y se ven en la calle, y unos pocos se la pasan por los co…nsiguen con éxito disfrutar de los juegos de azar sin que algunos camareros intervengan. Mientras, el campus va infectándose poco a poco y en Telecomunicaciones también se ven afectados. Una vez más, Decanato y cafetería se hacen los locos mientras la malvada Reina Roja hace de las suyas.
La malvada Reina Roja prohíbe las cartas en la cafetería de Derecho,
Acerca de Víctor Miralles
Periodismo en la UMA. Mi cabeza dijo una vez: "Quiero currar mucho y cobrar poco", y encontré esta profesión. Entretanto, disfruto soltando burradas contrastadas por aquí.
