Los alumnos de la ESAD despiden el cuatrimestre con el musical de la comedia ‘El Jovencito Frankestein’. El remedio perfecto para endulzar el principio de las vacaciones navideñas.
¿Es un pájaro?, ¿un dios? ¡NO! ¡Es un hombre con joroba! Concretamente Igor (o “Aigor”), que tras los pasos de la lúgubre Frau Blücher y acompañado de una fúnebre música entra en escena en el teatro de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD). Más de 50 alumnos de distintos cursos y diferentes modalidades de la escuela –como musical, dirección, interpretación…– representan hasta este domingo la obra de Mel Brooks ‘El Jovencito Frankenstein”, adaptada a musical y estrenada en Broadway en 2007.
No son profesionales, pero les falta poco para serlo. O al menos para tener el “título” que lo acredite, ya que encima de las tablas se desenvuelven como si llevaran años actuando diariamente frente a cerca de 500 personas. El vestuario y caracterización, así como los demás aspectos del musical, corren a cargo de los propios alumnos como parte de sus estudios, equiparados por la LOGSE a la formación universitaria. “El vestuario lo cogemos del almacén de indumentaria de la ESAD que, a través de donaciones y algunas compras se va creando. Yla caracterización corre a cuenta de los alumnos de primer curso de musical, que tienen esa asignatura a cargo del profesor Francis Sánchez, que la ha diseñado”, explica Claudia Zamora, alumna de la ESAD.
Bajo la dirección escénica de la profesora Cristina García, –con quien han realizado otros musicales como ‘El muerto con suerte’ o ‘Grease’– ; la dirección musical de Juan Carlos Vilaseca y la coreografía de Mariché López, los “habitantes” de la ESAD dan comienzo a las vacaciones navideñas con proyecto. “No se trata de un Trabajo de Fin de Grado, sino un taller extralectivo en el que todos los que estamos embarcados ha sido mediante un proceso de casting”, apunta Claudia Zamora. La obra es una adaptación por primera vez al castellano cuya traducción y dramaturgia ha corrido a cargo de Pablo García; mientras que los “maestros repetidores” han sido José Manuel Padilla, Féliz Rodríguez y Mª José Marín.
Un musical dividido en dos bloques y en el que los alumnos van rotando sus papeles: Un día el protagonista, Frederick Frantenstein, es caracterizado por un estudiante y en próximas actuaciones le tocará a otro compañero meterse en la piel de este joven neurocirujano americano con raíces transilvanas. “Para darle la oportunidad a más alumnos para trabajar se han hecho dos repartos de personajes. Los primeros ocho días yo era coro y los últimos siete el personaje de Elisabeth”, exemplifica Claudia.
Las notas pegadizas de las melodías contagian las ganas de salir al escenario a danzar junto al elenco de la ESAD, sobre todo durante el dúo de Frederick e Igor. NO OS PERDÁIS LA INTERPRETACIÓN DE IGOR, POR FAVOR. Personaje clave por su carisma en la obra en cuya piel se mete durante los últimos pases el alumno Antu Llorente. Qué baile, qué movimientos de cintura, qué capa de lentejuelas… Bravo Igor, bravo Antu. Los alumnos destacan especialmente la labor de “muchísimas personas que no están en el escenario, pero que sin ellas no hubiera sido posible esta obra“: regidores, tramoyistas, maquilladores, peluqueros, músicos, técnicos de sonido e iluminación, y un largo etcétera.
Una mezcla de humor, música en directo, baile y derroche de aprendizaje que colman un total de 15 actuaciones realizadas desde principios de diciembre. ¿El único requisito para acudir como público? Una aportación “voluntaria” de 3 euros, ganas de divertirse y mucho aire para respirar entre carcajadas.
Acerca de Inmaculada Montes
Como dijo el coronel Buendía: "Aquí, esperando que pase mi entierro". La lluvia de Londres me tenía hasta el moño y me volví a Córdoba. Mi experiencia en LTG me ayudó a entrenarme para El Mundo Málaga, pero he vuelto a mis raíces.