Al menos cincuenta alumnos de segundo curso de Historia del Arte han dado clase al aire libre, desde las diez y media de la mañana hasta la una y media de la tarde, como forma de protesta: dan clases en el aulario López Peñalver, a quince minutos de la facultad que les corresponde.
La escalera de la facultad de Filosofía y Letras se encontraba esta mañana mucho más concurrida de lo habitual. Allí, Iván de la Torre, profesor de Patrimonio Cultural, ha impartido clases a sus estudiantes como si de un día normal se tratara, de no ser por el ruido de los coches, las interrupciones ocasionadas por curiosos y transeúntes, la falta de las siempre tan indispensables presentaciones en Power Point, la sustitución de pupitres por escalones y la aparición de los medios de comunicación locales que han querido hacerse eco de la noticia: los estudiantes de segundo curso de Historia del Arte estaban allí para protestar por la ausencia de espacio suficiente para ellos en la facultad y por estar “exiliados”, según Marina Esteve, representante de la clase en el Consejo de Departamento, en el aulario López Peñalver, situado cerca del Hospital Clínico.
Esteve hablaba en nombre de su clase, que permanecía atenta a la lección que impartía del profesor. “El aulario nos pilla muy lejos de la facultad. No tenemos el mismo acceso
Y sin ordenadores para entrar en Facebook. Más mérito aún.
que el resto de nuestros compañeros a la biblioteca o a las tutorías con los profesores”, y se apresura a asegurar que “la cafetería es lo de menos”, antes de que desde La Taberna Global podamos hacer la broma fácil. Pero, ¿tiene ese aulario ventanas?, ¿acaso corre el aire allí?, ¿los de la quinta fila alcanzan a ver la pantalla? Es decir, ¿son acaso tan desgraciados como los alumnos de Ciencias de la Comunicación que aún siguen dando clases en el zulo? No. No hay nada peor que eso. Pero Esteve asegura que tienen “problemas con el ordenador del profesor”. “Si normalmente damos 45 minutos de clase debido a lo que tardan los profesores en llegar hasta aquí, cuando el ordenador falla se acorta la lección aún más”, cuenta la estudiante. “Están recortando temario por todos lados”, añade.
Los estudiantes de segundo de Historia del Arte cuentan con el apoyo de muchos profesores. Entre ellos, Iván de la Torre, que, aunque admite que no es fácil, se ha mostrado “contento de cómo se ha desarrollado la clase”. “Creo que los profesores tenemos que apoyar las reivindicaciones de los alumnos”, ha defendido. Y también cuentan con el sostén del Decanato de la facultad. “Esto compete al Vicerrectorado de Infraestructuras”, dice Marina Esteve. A este órgano ya han emitido dos instancias. La primera, el primer día de clase. La segunda, ocho días después. Ninguna ha sido contestada.
La aparición estelar del Decano de Filosofía y Letras
Milagros León Vegas, Vicesecretaria de la facultad, era su mayor garantía de amparo dentro del equipo vicedecanal, ya que se trataba de la persona con la que habían tratado más profundamente la problemática. Hasta esta misma mañana. La Taberna Global ha presenciado lo que otros medios por rápidos y listillos no han tenido oportunidad. La primera conversación entre Sebastián Fernández, Decano de la facultad de Filosofía y Letras, y la representante de la clase rebelde. “Que quede claro que la distribución de los espacios en los aularios no corresponde a los decanatos, sino al Vicerrectorado de Infraestructuras”. “Concretamente, Carlos Rosas es el que distribuye los espacios”, dice Fernández, apuntando directamente a la próxima víctima telefónica de este medio. “Puedo adelantar que para Historia del Arte va a haber una solución rápida”, dice el decano en un tono tranquilizador. “Con Historia el problema es distinto, porque son muchos más alumnos”, comenta acerca de este otro grado, cuyo segundo curso también se encuentra confinado en el aulario López Peñalver.
Durante la calmada disputa, Sebastián Fernández barajó varias opciones. Desde “que los alumnos no se muevan del aula, que sean los profesores los que tengan que moverse para atenderlos” hasta la siguiente brutal confesión: “Para que usted vea la preocupación que tenemos: el viernes por la tarde, el Decano, que soy yo, vino a contar sillas en las aulas 1 y 2 de la facultad para ver si tirando el tabique podríamos conseguir un aula para sesenta o sesenta y algo personas, y es posible y lo voy a proponer”. Literalmente. En el encuentro entre estas dos personalidades claves hubo espacio hasta para el humor. “Esto nos pilla muy cerquita de la facultad, aquí no estamos muy mal”, bromeaba (o no) Esteve. “¿Os hace falta un proyector y una pantalla?”, rebatía Fernández en aquella fiesta del humor. “Hemos pensado en colgarla de aquel árbol”, contestaba la representante estudiantil. PIM, PAM, PIM.
Marina Esteve, promete acudir con su clase a escuchar las lecciones al mismo lugar hasta que se encuentre una solución para ellos. Por su parte, el Decano achaca el problema de falta de espacio al “crecimiento del número de estudiantes en el centro”. Se marchó pronunciando una frase que podría llegar a ser histórica: “Ahora mismo voy a transmitir que Historia del Arte está dando clase en las escaleras. Mis alumnos están en la calle”. Pero por todos es sabido que la historia la escriben los vencedores. Veremos quién gana en esta batalla ocasionada por el ministro Wert o, quizás, por la falta de organización de la Universidad de Málaga. O tal vez por ambos. Aún no se sabe.
El Decano de Filosofía y Letras cuenta sillas y planea derrumbar un tabique para que 2º de Historia del Arte dé clases en la facultad,
Acerca de Isabel Bellido
Choni letrada. Último curso de Periodismo en la UMA. Escribo en La Taberna Global y en El Observador, y llevo dos veranos juntando letras también en Diario SUR. Aunque allí soy un poco más formal.
