Salvador Pérez Moreno: “El sistema universitario valora poco la calidad de la docencia”

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Salvador Pérez Moreno, profesor de Política Económica, se toma su tiempo para contestar a preguntas que no está acostumbrado a responder, acerca de su propio trabajo y el estado de la Universidad donde imparte clases desde hace años. Pero la espera merece la pena. Con voz serena, escoge las palabras adecuadas, va al grano y no se corta a la hora de darnos titulares jugosos y verdades que ya son vox populi, como que Bolonia no funciona demasiado bien en determinadas titulaciones. Sin embargo, al hablar de Economía, el tono se vuelve seguro y el vocabulario utilizado denota una gran trayectoria a sus espaldas. Salvador es #elprofefavorito de los alumnos de la Facultad de Económicas. No resulta complicado intuir por qué. Por Javi Skan e Inma Montes.

 

¿Cuál ha sido su experiencia hasta llegar a ser profesor de la UMA?

Desde antes de empezar los estudios universitarios, tenía claro que me interesaba la docencia. Los últimos años de la titulación ya fui enfocándolos hacia ser profesor. La situación era difícil, no había posibilidades, así que estuve en una universidad privada y en otros centros académicos impartiendo algunos cursos. Tuve la suerte de obtener una beca de FPDI, aquí en la UMA, y a partir de ahí, no sin mucho esfuerzo, he pasado las diferentes etapas: becario, profesor ayudante, profesor contratado doctor y profesor titular.

 

Tengo entendido que usted estuvo en algunas universidades extranjeras. ¿De qué manera le influenciaron esas experiencias en su carrera?

De manera importante. En Cambridge la experiencia fue muy buena; estuve allí durante la elaboración de mi tesis doctoral. Una parte de la tesis estaba relacionada con una figura importante en Economía, John Maynard Keynes. Esa era su ciudad, donde desarrolló su carrera académica, y una ciudad además con mucho encanto, desde el punto de vista estudiantil una ciudad espectacular. Posteriormente tuve la oportunidad de realizar una estancia un poco más larga en Londres, en la London School of Economics, y fue un impulso importante en materia de investigación. Las posibilidades de empezar a escribir en inglés y a soltarme en ese idioma también fueron importantes.

 

Periodistas precarios que no traen fotógrafo y sí un smartphone de gama media

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Usted ha sido catalogado por sus alumnos como un profesor muy competente. Les gusta realmente su clase. ¿Cuál cree que es su punto fuerte? ¿Por qué le consideran un buen profesor?

Realmente son muchos los alumnos, por lo tanto, habrá diversidad de opiniones; pero siempre es una satisfacción cuando te encuentras a un ex alumno y te habla bien de tu trabajo. En cuanto a puntos fuertes, habría que preguntarle a ellos, pero trato de relacionar la asignatura con el mundo en el que vivimos, de manera que el alumno la pueda sentir útil, y despertar en ellos una actitud crítica hacia la realidad. Se trata de enfatizar y potenciar las competencias profesionales, pero también las personales, más allá de la formación. Intentar que el alumno crezca como persona.

 

Es usted un profesor que se sienta, da el temario y se va, o le da importancia a la relación entre el alumno y el profesor?

La relación con los alumnos creo que debe estar fundamentada en el respeto. Respeto mío hacia ellos y respeto en el otro sentido. Y al mismo tiempo que mantenemos una relación respetuosa mutua, se trata de tener una cierta cercanía, transmitir la idea de que somos un equipo, de que los responsables del aprendizaje son ellos pero que yo estoy allí para facilitarles la tarea lo máximo posible. En ese sentido, basándonos en el respeto, si que intento que haya una relación más o menos cercana.

 

¿Cuáles son las sensaciones que obtiene usted durante las clases?

Con cierta experiencia se puede apreciar si el alumno está atento, si está interesado en lo que se está contando, si está cansado… a la hora de impartir la clase. Hay que estar atento y si en algún momento se ve que el contenido es demasiado árido, se está haciendo pesado…hay que hacer un corte y fomentar la participación, o introducir un tema un poco más cercano donde los alumnos puedan opinar. Y a partir de ahí, retomar la clase. Hay que llevar a cabo un proceso de acción, recepción y reacción.

 

Dado que usted imparte Economía, la alusión a procesos del presente despertará más interés que una teoría económica compleja. La actualidad está impregnada de economía en estos tiempos.

Las asignaturas que impartimos ya de por sí despiertan interés en el alumno, y resulta sencillo concatenarlo con cuestiones de la actualidad. Es donde además el alumno se siente más motivado y atraído por la asignatura. Es un elemento fundamental para que el alumno se implique y trabaje.

 

Como medio universitario, nos sorprende la cantidad de quejas que nos llegan de docentes que no cumplen bien con sus funciones. ¿Hay buen nivel entre el profesorado de la UMA? ¿Son suficientes los mecanismos para controlarlo?

En términos generales, y de acuerdo con la valoración que los alumnos hacen de sus profesores, parece que existe un buen nivel. Como en otros ámbitos, hay una diversidad de docentes y de metodologías que se emplean. Partiendo de que la UMA es una universidad madura y consolidada, hay mucho margen de mejora, tanto en materia docente como en investigación. En cuanto al control que pudiera existir, se aprecia que se está incrementando. Supongo que si las autoridades académicas aumentan ese control es porque habrán visto que es necesario controlar, y posiblemente motivados por la conducta de una minoría.

 

Las encuestas que gracias a Bolonia se reparten a los alumnos para evaluar a sus profesores, ¿son útiles o se guardan en un cajón?

Desgraciadamente, el sistema universitario actual valora poco la calidad de la docencia. Ese tipo de encuestas es más una referencia, y para quienes sienten la docencia como una vocación es una satisfacción comprobar que la valoración de los alumnos es relativamente alta. Pero más allá, esa encuesta no tiene mucho más valor ni repercusión.

 

¿Qué mecanismos podríamos implementar para que ese control fuera efectivo?

De alguna forma, que la calidad de la docencia tuviese repercusión a efectos de retribución, promoción… a día de hoy, simplemente se por dignidad personal y afán de hacer bien tu trabajo. Se incentiva la calidad de la investigación, pero la calidad de la docencia no tiene tal incentivo.

 

¿Cuál es el perfil de los estudiantes que eligen su asignatura?

En esta facultad, los numerus clausus son muy altos y la variedad del alumno es altísima. Te encuentras estudiantes brillantes y con alto nivel, y otras personas que están en la titulación porque no pudieron entrar en otra. Por tanto, donde hay cantidad, hay calidad. Al mismo tiempo, la heterogeneidad es muy importante.

 

¿Percibe diferencias entre la generación actual de alumnos y las generaciones anteriores?

(Medita durante unos segundos la respuesta.) Quizá la utilización de las nuevas tecnologías está teniendo cierta repercusión en el aula, en el sentido de que los alumnos en muchos casos están pendientes del teléfono, de la comunicación que está teniendo con algún amigo, supongo que en las redes sociales. Provoca una cierta distracción. Pero por lo demás, el perfil del alumno no ha variado mucho en estos años.

 

Hablando de nuevas tecnologías, ¿qué importancia le da usted a los nuevos recursos, como presentaciones en Powerpoint, que tan de moda están últimamente? También son objeto de polémica. Hay quien abusa de ellas.

La aplicación de las nuevas tecnologías en la docencia no puede ser un fin, pero es una herramienta de gran valor. Utilizado adecuadamente, favorece la calidad de la docencia y es positivo para el profesor y para el alumno. Sin excederse y sin llegar a sustituir algunos elementos de la clase tradicional.

 

Que nunca van a cambiar.

Exacto. Como el uso de la pizarra y la tiza. Y más en Economía, que el alumno necesita visualizar los distintos procesos.

 

¿Se ha adaptado su asignatura a Bolonia o aún quedan cabos sueltos?

(Suspira). Sobre el papel me parece muy bien el fomento del aprendizaje activo, la importancia de enseñar a aprender… pero en la práctica y en facultades como ésta, con tantos alumnos, con grupos de más de 100 estudiantes, la aplicación de Bolonia deja mucho que desear. Hacemos lo que podemos, pero en muchos aspectos es imposible hacer un seguimiento personal del aprendizaje del alumno o una verdadera evaluación continua. Por tanto, la aplicación de la metodología docente de Bolonia no se está llevando a cabo en su sentido real. Mientras exista ese elevado número de alumnos por aula, será prácticamente imposible.

 

¿En qué ha cambiado la docencia desde que usted empezó como profesor hasta ahora?

La tendencia se aprecia posiblemente en cuanto a contenidos, añadido a la lógica adaptación, pero me atrevería a decir que el nivel de exigencia en los exámenes para superar la asignatura está disminuyendo, motivado por ese amplio número de alumnos y esa heterogeneidad. Ha cambiado la metodología docente, usamos recursos apoyados en nuevas tecnologías, que es positivo, pero en cuanto a las exigencias aprecio que existe una tendencia a una cierta relajación.

 

¿Qué consecuencias tiene esa relajación en el mercado laboral?

En facultades como la nuestra los primeros perjudicados son los propios alumnos, ya que los requisitos que exige Bolonia no se pueden atender. También repercute negativamente en los alumnos egresados, teniendo en cuenta el amplio número y la devaluación del título. Tanto como alumnos como profesionales, si posteriormente quieren ejercer de economistas.

 

En su página web esta foto aparece con una cita de su referente, Keynes

En su página web esta foto aparece con una cita de su referente, Keynes

¿Existe solución para ello a nivel universitario, regional o estatal, o es competencia de cada Facultad y su planificación?

No sabría responderte de manera certera, ya que son temas de política universitaria que no manejo. Pero entiendo que debe de ser de una manera coordinada, entre la Universidad y el centro, que optara por reducir el número de alumnos paulatinamente. Parece que esa no va a ser la tendencia y que este tipo de facultades van a seguir estando masificadas, a diferencia de otras, donde existe mayor eficiencia y son más estrictas a la hora de seleccionar sus alumnos.

 

¿Qué cree que debería mejorar su departamento de Economía Aplicada y la Facultad de Económicas?

Existen diferentes departamentos de Economía Aplicada. Nosotros somos uno de ellos. Es un departamento bastante atípico, pequeño, con doce profesores, y todos bastante bien avenidos. De manera tácita nuestro lema sería “vive y deja vivir”. Cada uno está especializado y tiene sus propias líneas de trabajo. ¿Se podría hacer más? Siempre. Pero en general, en el conjunto del año, hay aportaciones importantes en distintos ámbitos: tesis, conferencias, investigación…

En cuanto al centro, parece que en general tiene un funcionamiento adecuado. Siempre hay matices con los que no estamos de acuerdo, que podemos tener ciertas reservas. No quiero volver a insistir en la necesidad de una restricción de alumnos por curso.

 

¿Y la Universidad de Málaga?

La UMA, ya lo hemos dicho antes, parece que tiene un camino importante andado y es una universidad madura y consolidada, pero en cuanto a docencia y en materia de investigación, hay bastante margen de mejora. Entre otras cuestiones, una mayor dedicación y resultados en materia de investigación.

 

¿Cuáles son los cambios que propondría para que la investigación sea eficiente?

La calidad de la docencia debe valorarse. Quizá también, en un futuro, el camino debería ir por una cierta especialización en materia docente e investigadora por parte de los profesores. Lo que parece claro es que todos los profesores no pueden ser excelentes en docencia, excelentes en investigación, y llevar con solvencia ambos campos al mismo tiempo. Si no de una manera estricta, pero sí que algunos profesores tengan más peso en uno u otro campo, atendiendo a ciertos criterios.

 

La última pregunta es obligada, dado su ámbito. ¿Cuál es su opinión de las medidas económicas tomadas por el ejecutivo de Mariano Rajoy?

Esto daría para otra entrevista, podríamos hablar largo y tendido. Lo cierto es que el estado de la economía española requiere reformas en el ámbito económico y político en muchos aspectos. Fomentar la competencia en determinados sectores, hacer una administración pública más eficiente, cambios en el sistema electoral y en los partidos políticos… pero más allá de las necesarias reformas, sin un fuerte impulso fiscal y monetario, va a perdurar durante mucho tiempo. Este tipo de impulsos debe venir de la UE. España, unilateralmente, no puede propiciar este tipo de políticas porque no tiene competencia ni capacidad para ello, especialmente por motivos de financiación de la deuda pública. Lo que sí parece es que actualmente, por parte de la UE, no se atisba que este tipo de estímulos fiscales se puedan impulsar.

 

Parece que los inversores están más preocupados en recuperar el dinero invertido en España que en propiciar un cambio que, al final, repercuta en toda la UE.

Sí. Ahora mismo están quedando patentes los fallos institucionales de la UE que hacen que instituciones como la Comisión Europea o el Parlamento Europeo en la práctica tengan poca importancia. Quien decide es el Consejo Europeo, integrado por los jefes de Estado y gobierno de los diferentes países miembros, cada uno con legítimos intereses nacionales que, como tú bien dices, están puestos por encima de los intereses colectivos. Sabemos que hay países como Alemania que tienen un mayor poder de decisión, y que imponen sus directrices en beneficio propio.

 

A sabiendas de que es una pregunta difícil, ¿cuál podría ser una fecha aproximada para una recuperación económica?

Perdona que sea pedante, pero… ¿qué entendemos por recuperación?

 

Reducir los niveles de desempleo, que suele ser la primera preocupación de las familias.

Realmente ahí la visión es bastante negativa, no pesimista, creo que es realista. Tendremos crecimiento económico a finales de este año, posiblemente, o en 2014. Pero tener un valor positivo de la tasa de crecimiento es anecdótico en términos de bienestar.

 

Porque no tiene repercusión en la economía real.

Claro, las familias no lo van a apreciar en su día a día. Cuando ya haya un cierto crecimiento económico, el desempleo se empezará a reducir pero de una manera muy suave, y se requerirán muchos años para que las tasas de paro vuelvan a niveles de hace cinco años. La recuperación económica va a ser lenta y la mejora del empleo pues previsiblemente más lenta. No se trata de ser vidente, sino de analizar lo que ha ocurrido previamente en situaciones semejantes.

 

 

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Acerca de Javi Skan

Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.

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