La Fuga demostró anoche que su rock, a pesar de los profundos cambios -de formación incluida- en la banda hace unos meses, se defiende en La Trinchera. No hay fugas en su sonido.
TEXTO: Alberto R. Aguiar | FOTOS: Alberto R. Aguiar, Isabel Vargas, Leo Rama
Una remota trinchera abrió ayer sus puertas con nocturnidad y alevosía para acoger a una desbandada de personas haciéndose fotos frente a la barra al más puro estilo; “eh tíos, ¡he salido de casa! ¡Y con compañía!”. Completaron el aforo todo tipo de groupies y demás seres de difícil calificación. Ya lo advertimos: La Fuga tocaba con Karkoma anoche. Lo de remota trinchera va porque la sala se llama La Trinchera y porque para llegar hasta ella es menester, aunque conozcas el camino, darle dos vueltas al recinto ferial.
Así que en esas lides y con el habitual (para las bandas) retraso de tres cuartos de hora, los malagueños Karkoma, ganadores del festival Más Volumen del año pasado, saltaron al escenario. Se disponían a dar el peor tributo al peor grupo del panorama rock nacional: Extremoduro. Ojo, que lo dicen ellos. Hicieron un breve recorrido por el repertorio de los clásicos más desconocidos de Iniesta, Uoho y compañía. A saber “Puta”, “So payaso”, “A fuego”, ¡e incluso “Ama, ama, ama, y ensancha el alma”! Karkoma también se atrevió con dos temas propios, que según dijeron; “nos gustan más que Extremoduro”. Para luego acabar tocando un fragmento de La Ley Innata, je: un repaso a todos los movimientos del Robe Iniesta más virtuoso, que sonaron un tanto empañados por el bajo volumen del guitarra solista y algunos fallos puntuales. Los malacitanos anunciaron que su próximo (y primer disco) ya está en marcha, y se llamará ‘Vuelvo a morir’. Muy de rock urbano, sí.
Un poco más tardó La Fuga en subirse a las tablas y dar su espectáculo. A eso de las doce sonaron los primeros guitarrazos y Pedro Fernández, el nuevo cantante, tiró de épica y garganta para asumir el complicado rol que había de desempeñar esa noche. Así, comenzó a negociar gasolina tratando de eludir el fantasma de Rulo Gutiérrez (exvocalista). El escepticismo de muchos con el nuevo grupo comenzó a diluirse conforme se iban sucediendo los clásicos. A “Buscando en la basura” le siguió “Majareta”, y aunque era jueves de invierno, los de Reinosa se conjuraron para evitar que fuese “tan frío como aburrido”. Con el tercer tema, “Las olas”, comenzaron las primeras incertidumbres. Hay canciones que Pedro no debería cantar. Canciones para las que, sencillamente, no está preparada su voz porque son temas hechos, probablemente, por y, sin ninguna duda, para Rulo. Tal vez, conscientes de ello, continuaron con uno de los temas del último disco ‘Raíces’ (2011), que rescata el sonido original de La Fuga. Se nota. “Gripado corazón” sonó con un buen punteo que pasó demasiado desapercibido, y que remontó conforme el grupo vomitaba la canción.
A sabiendas de la fiesta que se pegarían después, Pedro rememoró borracheras, aunque no hubiesen sido las suyas, con “Pedazo de morón”. Volvieron a su último trabajo con el cañero “Sola”; para relajar las circunstancias con “El manual”. Pero la indignación era latente y la estrella roja sobre la camiseta de Pedro no era ninguna casualidad. Tras dar las gracias por enésima vez al público (es decir, a las primeras filas de groupies, las más entregadas), hizo alusión a “sobrecogedores” y recientes acontecimientos. Sobre. Cogedores. JEJEJEJEJEJEJEJEJE. Sí, hablaron de Bárcenas, del pepé. La Fuga hizo las veces de analista político hasta clamar: “Que nunca nos recorten nuestras ganas de soñar. Aunque sea con “Sueños de papel”. Afloraron las “Cicatrices”. Con el coche cargado de maletas, sin mirar atrás, acabaron llegando a la Costa del Sol. Para llorar, sí, pero por la muerte de “Miguel”. Y para llorar, por qué no, por los tiempos que corren. “Muchas gracias a todos, de verdad, los que estáis aquí, que con la que está cayendo os seguís gastando el dinero en una entrada para ver un concierto de rock and roll”.
Tras “Baja por diversión”, en la que improvisaron a dos guitarras unos tantos punteos, volvieron con “Ganas” y “No sólo respirar”. Retomaron su último trabajo con “Espinas de cristal”, una canción de su último disco con un destacable directo que presentaron en formato acústico, a pesar de que olvidaron (u obviaron) la parte de la letra en la que dicen eso de “Rulo, hijo de puta, cabrón”. Aprovechando las guitarras acústicas los de Reinosa continuaron con la “Balada del despertador”; la que muchos odiarían la mañana siguiente. Los viernes, para quien no lo pille, suele ser jornada laboral. Y aunque los cántabros plantearon hacerle “Trampas al sol”, ya con enchufe, se consolaron con que “Arderá el viernes”, otro tema de su último disco. “Hay que levantarse cada día pensando en que es viernes”. Fácil decirlo, chupito en mano y haciendo rocanrol. Raúl loco-bajista-toco-con-púa lo sabe bien. Sus brincos transmitían energía como ninguno. Y eso que son de los que pasan las noches “En vela”. Pero ellos, tan “de puta madre”. Esas tres palabras fueron tema candente para Pedro, que no paraba de repetirlas tras cada canción.
¿Y por qué después de más de diez años siguen girando por todo el país? “Por verte sonreír”. Haciendo acopio del pegajosismo moña que caracteriza a la banda cántabra, La Fuga cerró su repertorio con el aclamado tema en acústico. Tras el paripé del bis volvieron para interpretar cuatro temas. “Heroína”, una versión de “Juliette” de los míticos Platero y tú, Jaleo y otro tema insignia con el que ya, sí, se despedirían. Como suelen ir, claro. “P’aquí, p’allá”. Un concierto de más de una hora, de menos a más y con un éxtasis en el que participó el público.
Sin fugas en el refugio del rock malagueño,Acerca de Alberto R. Aguiar
Estudio y dirijo todo esto. No quiero acabar en Sálvame.