Hace un año desde aquel 15 de mayo de 2011 en el que parte de la ciudadanía entonó un «Ya basta» muy claro. En el aniversario del movimiento ciudadano, no viene mal echar una retrospectiva, un poco de nostalgia. Un paso atrás… para coger carrerilla.
Cuando escribo estas líneas, son las cinco y cuarto de la tarde. Hace justo un año, estaba calzándome para salir a la calle. Tomaría el urbano de la línea 20, que me deja en plena Alameda malagueña, en pleno centro de la ciudad. Recuerdo que cuando llegué, no serían ni las seis menos veinte de la tarde, me encaminé, paso rápido, al Ayuntamiento. Allí, una plataforma llamada ‘Democracia Real Ya’ había convocado una movilización bajo el eslogan “No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Cuando superé la Plaza de la Marina, empecé a escuchar un atronador sonido, propio de cualquier gentío. Distinguí, a lo lejos, un par de motos de la policía, que cortaban el tráfico. Bajé de la acera y una vez en la calzada, apreté el paso. “Ya hay bastante gente”, comenté a mis compañeros. Asintieron con escepticismo. Pronto nos vimos rodeados de una masa de personas que posteriormente describirían como “perroflautas”. Allí había de todo. Jóvenes y ancianos. Gente empuñando mástiles con banderas de todo tipo de signo político. Disfraces cargados de ironía. Familias con niños. Recuerdo, además, que mucha gente sonreía. Y que cuando echamos a andar, no cabíamos en el Paseo del Parque. Que, el centro de Málaga, por unas horas, estuvo repleto de desencanto, de desilusión. “Que no, que no, que no nos representan”. De aquel 15 de mayo, recuerdo, en definitiva, que Málaga se indignó.
Y con ella, cerca de sesenta ciudades de todo el país clamaron ante la clase política su hastío. Su cansancio. Pero en cuanto anocheció, todas las manifestaciones se disolvieron. Se leyó ese manifiesto que todos recordamos cómo empezaba: “Somos gente como tú, gente que se…” y que tantísimas veces hemos escuchado. Muchos nos fuimos a la cama, de nuevo reprimiendo un sentimiento de angustia al ver que las portadas de los principales diarios del día siguiente ignoraban como parte de la población se había puesto en pie para gritar un basta ya. Muchos nos fuimos a dormir en la madrugada de aquel 16 de mayo ignorando la aparición de un nuevo ‘hashtag’ en Twitter. Muchos no logramos entender qué ocurría en la Puerta del Sol hasta unas horas después, cuando #acampadaSol comenzó a cobrar algo de significado.
Un grupúsculo. Ese término peyorativo. Pues eso. Un grupúsculo de jóvenes antisistema había acampado en la Puerta del Sol. La policía desalojó. Lo normal. Lo que podía ocurrir cualquier día. Qué cantidad de locos habrán hecho lo mismo, día a día. Los medios eran conscientes de ello, por eso continuaban escépticos. Ignorantes.
Y entonces, ocurrió lo impensable. A la indignación, al hastío, se le empezaron a caer las almohadillas. El #15M, la #SpanishRevolution, la #AcampadaSol, la #AcampadaMlg empezaron a ser conceptos que superaron las barreras de la red. Empezaron a ser realidad.
Yo lo recuerdo. Recuerdo como en la Plaza de la Constitución, el primer día, éramos una veintena de chavales. Recuerdo como cuando me senté en el suelo se me acercó alguien para decirme que no lo hiciésemos. “Creo que es ilegal que nos sentemos más de x personas a la vez”. Recuerdo aquella primera asamblea en la que apenas llegábamos al centenar de ciudadanos, las pancartas las habíamos dispuesto cerca de las placas de los periódicos de la plaza y recuerdo cómo nos colocamos, en forma de «u». Recuerdo la foto que salió al día siguiente en Sur, hecha con un objetivo ojo de pez. Recuerdo a un chaval diciendo: “venga, qué ponemos” mientras cogía una sábana y un spray negro. “ACAMPADA 15-M MÁLAGA”. Recuerdo ver llegar a Marina, compañera de la facultad, con una cartulina en la que había dibujado Twitter repleto de consignas de apoyo al nacer del movimiento. Recuerdo como los allí presentes se mostraban nerviosos. “¿Quién se anima a pasar noche hoy? Lo vamos a pasar guay, tenemos una guitarra”. Recuerdo las primeras dudas. “La limpieza pasa y probablemente nos desalojarán para que limpien”. Recuerdo los primeros retos: “Vamos a organizarnos”. Recuerdo los primeros turnos de micro abierto. Todas las intervenciones daban las gracias. “Mucho tiempo hemos esperado”.
Recuerdo los días posteriores. Como, después de clase, una compañera nos acercó encantada en coche. Como pasamos por el Mercadona, compramos cuatro garrafas de agua y las dejamos en la Plaza de la Constitución. Nos dieron las gracias, y acto seguido nos pidieron más ayuda. “Tengo unas mesas, ahí, en un local, ¿me podéis ayudar a traerlas? Recuerdo que nos perdimos por el centro, llegamos a un edificio viejo en el que nos recibió una señora. “Pasad, por aquí”. Recuerdo como subimos las escaleras para encontrarnos en una sala llena de polvo con dos antiguos escritorios. Recuerdo que pesaban un huevo y que los cargamos hasta llegar a la plaza. Pronto estuvieron repletos de comida y bebida que los acampados habían recibido del resto de ciudadanos que simpatizaban con el movimiento. Muchos se acercaban a la plaza para dar meras palabras de aliento. “Ya era hora”. No puedo evitar recordar como en las asambleas un día éramos 100, al siguiente 200, al siguiente 500. Y al siguiente, 1000. Recuerdo que cuanto más necesitábamos, más recibíamos. Un equipo de sonido. La cocina. El huerto ecológico, autogestionado y de autoconsumo, que apareció en pleno centro neurálgico de una capital como Málaga. Recuerdo el taller en el que los niños hacían globos y dibujaban. Recuerdo en sucesivas manifestaciones la batukada y los conciertos que arrancaban desde la Plaza. Recuerdo las miles de personas que cabíamos allí para hablar, debatir y sobre todo soñar.
Recuerdo del 15-M la ilusión. Recuerdo las ganas, la esperanza. Recuerdo como aprendimos que éramos capaces de cambiar las cosas. De que existen revoluciones, más allá de las obreras o de las nacionalistas. Las hay ciudadanas. Recuerdo que aquel 15 de mayo hubo tiempo para soñar. Recuerdo que aquel 15 de mayo empezamos a soñar.
Hoy ha pasado un año. Desde mediodía, en Twitter, es tema del momento en la comunidad hispanoparlante el hashtag “#es15M”. Así titulo. Es 15-M. Sin almohadilla. Sin hashtag. Hace un año que se hizo realidad.
Carta del director: Es 15-M,Acerca de Alberto R. Aguiar
Estudio y dirijo todo esto. No quiero acabar en Sálvame.