Matías Prats: “Alguna vez me han llamado por teléfono y he respondido: «Sí, dime, cielo»”

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El equipo de ‘Columnismo muy muy serio’, capitaneado por Manolo García y personado en Nacho del Río, se desplazó a Madrid para encontrarse con un colega, un compañero. Con Matías Prats, con quien se tuvo una charla de igual a igual, de tú a tú. Boca con boca.

Viernes, 10:00 am. Llamo a Matías Prats para confirmar la entrevista. Nos hemos citado a las 17:00 pm, pero no contaba con que él seguía el sistema horario de Kazajistán. La entrevista se adelanta inesperadamente a las 12:00 am. Nervioso, preparo el equipo rápidamente y llego a su casa tras perderme varias veces por la zona. La asistenta, muy maja, me abre la puerta. Pienso durante un instante en cambiar todo y entrevistarla a ella, pero de repente emerge de entre las sombras la figura de Matías y echa abajo mis planes. Es el momento de empezar la entrevista.

Nacho: Usted es reconocido por sus comentarios jocosos y sus chistes. ¿Cuál ha sido su favorito? Aquél que, después de pensarlo detenidamente, le haya hecho reír.

Matías: Ha habido algunos que han sido simpáticos y que yo después he pensado: “¿Cómo se me habrá ocurrido?”. Me recordaron un momento el otro día en el que se habían acabado los medicamentos y la morfina en un hospital. Se acabó lo que “sedaba” fue lo que dije, y la verdad es que no sé cómo me salió (risas). Con el que más me he reído  fue, por ejemplo, en uno de Naomi Campbell. Naomi era conocida por todos por su mal carácter. Era una persona muy bella y singularísima en sus desfiles, pero había tenido encontronazos con varias personas, y ese día había presentado una denuncia su secretaria porque le había arrojado un teléfono. Entonces se me ocurrió decir a mí que, cuando todas sus compañeras la ven llegar, dicen “No-a-mí”, Campbell (muchas risas). El sentido del humor me ha venido muy bien en muchos casos. Hay que reírse. Me gusta que mi gente esté contenta y que si nos podemos reír, lo hagamos. Una de las cosas buenas que he conseguido en mi profesión ha sido formar un buen equipo.

N: Con relación a eso último queríamos preguntarle sobre la presentación de la inauguración del Mundial del 98, en el que, tras varios fallos en la secuencia de imágenes, se escucha su voz, muy bajita, muy tenue, muy suave, susurrar: “¡¿PERO ESTO QUÉ ES?!”…

M: ¡Hombre! ¡Qué bajito! ¡Pegué un grito terrible! (media hora riéndose). Además, mis compañeros son así de amables y cariñosos para cuando me quieren dar un tirón dicen “Matthew, mira” y ponen el vídeo. “¡¿PERO ESTO QUÉ ES?!” y, de verdad, no me reconozco. Ellos llevan 14 años trabajando conmigo, y me dicen lo mismo: “Si no te hemos oído nunca pegar un grito y jamás te enfadas. ¿Qué te pasó aquel día?”. Pero es muy difícil de explicar. Hay que verse en la situación, y… ¿qué le vamos a hacer? Había una regleta abierta y yo no pude expresar mi enfado de otra manera. Yo les dije que fuéramos a lo fácil, sin complicaciones, con una o dos conexiones y que quede limpito, pero claro, quisieron prepararlo genial, ¡Y mira al final lo que pasó! (más risas).

N: Ese momento fue su coronación. ¿Volvería a repetirlo?

M: No, creo que no (risas). Me ha pasado alguna vez que han fallado un par de conexiones y me río. Recuerdo aquello y ya está, simplemente pienso: “¿Qué le voy a hacer?”. ¡Hoy no es mi día! Ahora, te digo una cosa. Eso demuestra un poco de carácter, porque si eres tan pusilánime como para no enfadarte un poco después de haberlo preparado tan minuciosamente y que te monten un espectáculo tan deprimente como aquel piensas: “¡Este chico no vale para esto!”. No podía hacerlo de otra manera, pero sí, el grito es muy extemporáneo, pero bueno, hay que aceptarlo.

N: Además de ese episodio, usted ha vivido otros momentos históricos, como el 23-F…

Matías Prats reconoce ser un buen deportista

M: Sí. Durante el 23-F tuve una participación activa dentro de lo que sucedió. En las 12 primeras horas no nos dejaron hacer nada, porque ocuparon Torre España y Prado del Rey y no pudimos emitir las imágenes hasta la mañana siguiente. No estaba cuando lo ocuparon los militantes, pero llegué al poco rato y quise saber si podía prestar mi ayuda al resto de compañeros. Me advirtieron de que íbamos a tratar de ofrecer las primeras imágenes en directo del hemiciclo, todavía ocupado por los golpistas. El caso es que me puse delante de un micrófono, sin que se me viera, con narración en ‘off’ para ponerle voz a esas imágenes que nos iban llegando desde el balcón de un hotel que estaba muy pegado al congreso, pensando que estábamos asistiendo a algo extraordinario y que había que andar con mucho sigilo y cautela para no decir nada inconveniente. Cuando terminó esta primera retransmisión, empezó el desalojo y me dijeron: “Sigue, Matías, que vas a narrar las imágenes del momento de la ocupación”. Y estaba anunciando ya “Señoras y señores, estamos en disposición de poderles ofrecer las primeras imágenes del momento en el que el congreso de los diputados es desocupado por los golpistas…”, y cuando estaba terminando la frase, me empiezan a comentar detrás de la cámara en voz muy baja: “No se puede, hay todavía diputados dentro y no queremos poner en peligro su integridad física”. Tuvimos que esperar unos minutos para volver a retransmitir los hechos, y ya sí, pudimos comunicar la noticia a los espectadores. Como documento, desde el punto de vista de imagen, no pienso que tenga rival en cuanto a hechos históricos del país, pues lleva siendo desde hace ya más de 30 años una de las noticias más importantes de la historia de nuestro país.

N: Sin embargo, quizá la noticia que más se le recuerda fue la de los atentados del 11 de septiembre en EEUU, en los que usted afirma que estuvo más de 8 horas sentado en la silla informando de los acontecimientos. ¿Cómo se vive ese momento de continua tensión?

M: Hay que encontrarse en esa situación. Pese a ser un acontecimiento interesante desde el punto de vista periodístico, porque yo no volveré a hacer nada igual, es una experiencia terrible. No solo por los atentados, que fueron los más graves de la historia moderna, sino por la espectacularidad de la imagen, real, que fuera más allá de lo que podíamos entender. Era como una película de Hollywood, pero aquello estaba pasando. Afortunadamente, yo ya había pasado por momentos duros y situaciones de riesgo como profesional, y además tenía la experiencia de haber vivido unos atentados en las torres gemelas años atrás cuando explotaron varias bombas en el subterráneo. Aquello me dio una cierta seguridad en la exposición de imágenes. Fueron 8 horas que no se me pudieron hacer más breves, porque cuando estás en esta situación, en mi caso, te sientes tan abstraído hacia lo que está sucediendo que el tiempo se te pasa de una manera extraordinariamente rápida. Cuando acabé, estuve pensando en todo lo que había sucedido y me dije: “Creo que no he metido la pata”. En una situación así es lo máximo que te puedes exigir.

N: Hablando de noticias de interés mundial, todo el mundo se hace, desde hace bastante tiempo, la misma pregunta: ¿Es usted ahorrador?

M: (Risas) Soy ahorrador, sí, es verdad (más risas). Para aceptar esa campaña, el consejero delegado vino a convencerme personalmente, y cuando me estaba contando la historia yo pensaba “No quiero hacer esto”, y le dije “Fenomenal, tengo el hombre para la campaña”, y él me dice “¿Cómo que tienes al hombre?” y digo: “Sí, Lorenzo Milá” (risas). ¡Se lo quise endilgar a Lorenzo! Porque no me veía, pero él decía: ‘’ ¡Pero no! ¡Yo quiero que seas tú!”. Pero lo que me contaba no me gustaba. No me veía, porque era una historia distinta. Y cambió la historia, y me lo propuso, y ya empezamos a entablar una relación que ahora perdura. Me convenció y seguí adelante. Lo que nunca imaginé es que aquello se iba a convertir en trending topic, porque la gente ahora, cuando me hace un comentario o una broma, me dice “¿5% TAE? ¡¿Sin gastos ni comisiones, Matthew?!”.

N: Será por su carácter y peculiar forma de hablar…

M: Es posible, sí. ¡Creo que no hay un presentador con más imitadores que yo! Cada vez que me llama una radio me dicen: “Espera un momento, que te voy a pasar con Matías” y escucho a alguien decir, con una voz similar a la mía “¡Hola Matías! ¿Qué tal? ¿Cómo estás?”. Me  preguntan si me molesta, pero no, nada.

N: Sobre su voz, su hijo afirmó en una entrevista: “Por teléfono me confunden con mi padre”. ¿Alguna vez le han confundido a usted con su hijo?

M: (Risas). La verdad es que alguna chavala ha llamado aquí y le he seguido un poco el rollo. Algo así como: “Sí, dime, cielo”. Pero a la tercera vez ya me empezaba a reír y paraba, que si no éste después me puede buscar una avería.

N: Y en su casa, ¿Qué informativos se ven? ¿Los suyos o los de su hijo?

M: ¡Aquí siempre se ve el mío! Pero siempre que me es posible intento ver el suyo. Como es una parcela al final de los informativos, que son los deportes, aquí procuramos verle.

N: Dijo usted en una entrevista que únicamente sacó matrícula en Gimnasia. Además, en Torredonjimeno, en Jaén, hay un estadio de fútbol con su nombre. ¿Tan buen deportista es? ¿Cuántos goles tuvo que marcar para que pusieran su nombre? ¿Le molesta que haga tantas preguntas seguidas?

M: (Risas) ¡No, para nada! No, el nombre al estadio se lo pusieron por mi padre. Él tiene calles, estadios, plazas, y yo no tengo nada. Se lo merecía, pues siempre intentaba ayudarles, tenía buena relación con los vecinos… Lo mejor que recuerdo, porque yo era un chavalín, es que llevó a la inauguración ni más ni menos a uno de los mejores delanteros del Real Madrid: ¡Puskas! Y me acuerdo, y no es un chiste lo que te voy a contar. Puskas ya era legendario, con una barriga enorme, pues ya estaba en las postrimerías de su carrera futbolística. Era zurdo, y tenía una potencia enorme en el disparo. Y pitaron falta, y los de la barrera, de verdad te digo, se daban la vuelta para ver donde iba a entrar el balón cuando él tiraba. Pensaban algo así como “Sabemos que vas a meter el balón, así que tira, Pukas, que queremos ver un gol de los tuyos”. Tengo que ir a Torredonjimeno…

P: Sí, fue un gran deportista, pero… ¿y estudiante?

R: Pues recuerdo que en el 75, aun estaba vivo Franco, me presenté a los exámenes de acceso y, bueno, salí aprobado. Seguramente de forma raspada, y en parte por la singular ayuda que alguien me prestaría en el jurado. No acabo de comprender cómo pude superar ciertas pruebas, aunque sí podría decirse, entre comillas, que tengo una cierta facilidad para expresarme delante de la cámara y no quedar muy en ridículo.

N: Entonces, ¿Usted cree que si yo me cambiase el nombre por el de Matías Prats aprobaría todo sin esforzarme?

M: (Risas) Podrías intentarlo, pero a saber cómo sales después de esa.

N: Lleva más de 10 años presentando los informativos de Antena 3. ¿Se hace rutinario?

M: No. Hay algo rutinario en el sentido de que, por ejemplo, tengo que ir al mismo lugar todos los días, aparcar en el mismo sitio, saludar a la misma gente… Pero hasta ahí, porque todo lo relacionado con la información cambia constantemente. No existe un día que sea igual a otro, así que afortunadamente siempre hay algo que te atrae, que te interesa, te sorprende y tratas de transmitir a la gente.

El momento del chiste al que se refiere

N: Además, los informativos de Antena 3 desde hace relativamente poco se presentan de pie. Pero, ¿y los demás presentadores? ¿Tienen todos piernas?

M: Ja, ja. Sí, todos tienen piernas. Cuando me vinieron a preguntar si me parecería bien dar los informativos de pie yo les dije que fantástico, porque tengo unas piernas maravillosas todavía, y estoy delgadito y presentable. A muchas personas no les hace mucha gracia presentar de esta manera, pero a mí me gusta. Me gusta moverme, porque entras más en contacto con la gente, e interactúas más con las entrevistas que hacemos en la gran pantalla.

N: Cuando está de vacaciones con su familia, ¿Ven los informativos en televisión o le piden a usted que de las noticias a la hora de cenar?

M: (Risas) Cuando estoy de vacaciones procuro dejar los problemas, la actualidad y todo lo que me pueda dispersar o cambiar allí en antena. Quieras que no, si somos periodistas nos tiene que gustar la información, y normalmente no me puedo perder los informativos del medio día porque además es mi responsabilidad. Pero los fines de semana intento sacar partido a los pequeños placeres de la vida, como charlar con mis amigos, estar con mis hijos, hacer deporte, ver una puesta de sol. En definitiva, disfrutar de mis vacaciones como cualquier otra persona.

N: Ahora, un poco de actualidad. El pasado 15 de Mayo nació en las calles el movimiento 15-M. ¿Cree que era necesaria una respuesta así?

M: Había gente que tenía la necesidad de proclamar y reivindicar su situación. Había muchas cosas que no estaban bien hechas, muchas circunstancias que habían dolido a los ciudadanos, y allí vimos las consecuencias. Fueron capaces de agrupar diferentes estamentos de la sociedad, y creo que los ciudadanos en algún momento se sintieron representados, como muchas de sus reivindicaciones. En aquel momento me pareció que era un movimiento espontáneo, limpio, y que fue positivo para alertar a muchas conciencias que estaban aletargadas.

N: ¿Cree que el movimiento ha supuesto o supondrá un hito en la historia de España?

M: Yo creo que sí. De hecho ahora, cada vez que pasa algo de similar circunstancia nombramos el 15-M para ponerle un sello reivindicativo por decirlo de alguna manera. Me parece que me removió conciencias.

N: Tras repasar un poco su trayectoria profesional, observo que ha ganado una infinidad de premios y reconocimientos, pero ¿cuál ha sido para usted el más importante o el que más satisfacción le ha producido?

M: Todos los premios tienen una importancia extraordinaria. Muchos de ellos no han tenido repercusión mediática porque no han tenido el reconocimiento necesario, en un ámbito más recogido. Recuerdo por ejemplo uno que me han reconocido hace muy poco tiempo, y que no se ha visto prácticamente en ningún sitio, de Hijo Adoptivo de Villa del Río, que es el pueblo de mi padre, con el que yo me he hermanado. Fue un acto entrañable, singular, de poca transcendencia mediática, pero muy hermoso. Entre los que sí tuvieron repercusión, recuerdo de forma cariñosa aquél que pude compartir por primera y única vez con mi padre. Nos dieron a los dos, creo que fue en el 98, el Premio Ondas. Para mí era una satisfacción enorme, pero sobre todo y fundamentalmente fue el hecho de poder subir con él de la mano, y pensar: “Mira, Papá, no he sido un desastre. No lo he hecho tan mal”.

N: ¿Cuál ha sido su mejor y peor experiencia en televisión?

M: Una de las mejores me ocurrió hace poco, y fue el cese de la lucha armada de ETA. Fue un día genial, porque era una aspiración de tantos años. Imagínate, cuando llevas hablando y conviviendo desde el 75 con ese desgraciado y terrible problema de la violencia etarra. La verdad es que me era muy difícil, por esa época, ir a trabajar, porque sabía que tendría que decir algo como “Han asesinado a tal” o “han puesto una bomba…”, y tendría que hablar otra vez de viudas, y de huérfanos, y de miserables que escapan, y funerales y entierros… Así eran todos los días, y lo peor es que atacaban a todos. Así ha sido durante mucho tiempo, y aquella tarde, cuando me llegó el comunicado del cese de las armas de ETA pues, bueno, te imaginarás lo alegre que me puse.

N: ¿Y la peor?

M: La peor noticia o la que he vivido con mucha intensidad en su época fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Aquello me dolió muchísimo. Lo viví de una manera muy especial. Un chaval de un pequeño pueblo, que lo único que hacía era ayudar a sus conciudadanos, le gustaba tocar la batería, salía con chicas… y secuestrarle y acabar con el de esa manera tan cruel y sanguinaria. La repercusión fue tremenda. Estuve aquella mañana en la manifestación de Bilbao, muy importante porque se consiguió reunir a todo el espectro político, e iban todos de la mano pidiendo la libertad de este chico. Ante las puertas del Congreso me puse a narrar lo que yo esperaba que fuera otra noticia, y no que a la media hora de aquel acto tuviera que decir que lo habían asesinado de un tiro en la cabeza…

N: ¿Un consejo para los futuros periodistas?

M: No me gusta dar consejos, así como no me gusta tampoco sentirme en referencia de nada, porque pienso que os puedo fallar. Os podría decir lo que me ha servido a mí, que ha sido, primero, el abrazar esta profesión y quererla. Segundo, trabajar duro, hasta la abnegación si hace falta. No dejar nunca de prepararte. No creerte nunca que has llegado a una estación, sino estar siempre en camino en una búsqueda constante, porque a la excelencia no se llega de forma involuntaria. Y sobre todo, no ceder ni rendirte en este mundo.

 

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