La historia ha demostrado que derrocar a un dictador no soluciona nada. Juan Carlos se equivocó al no coger el testigo de Franco y hoy vivimos sometidos a un gobierno socialista que hace apología del terrorismo y premia a los asesinos por atentar contra la humanidad. Parece evidente que los rebeldes no han pensado las consecuencias que podría arrastrar la muerte de Gadafi. En España llegó a la presidencia un tal Zapatero. Allí podría llegar un Sonna Al Ajadiya*.
La muerte de Gadafi se ha aceptado con mucha naturalidad y euforia. Todavía no hay ningún análisis meditado que toque todos los puntos pendientes de ser aclarados. ¿Quién ha muerto? Ustedes se dirán: “¡Coño, pues Gadafi!”. Pues no. Los medios internacionales no llegan a un acuerdo. El País, periódico más vendido en España, hablaba de la liquidación del Gadafi que nosotros conocemos. Para La Reppublica, diario puntero italiano, el cadáver encontrado pertenece a un tal Gheddafi; Tiempo, jornal argentino que no lo conoce ni su puta madre de renombre se apunta a la teoría del asesinato de un tal Khadafi; y The New York Times, la referencia periodística a nivel mundial, asegura que los rebeldes acabaron con la vida de Qaddafi. Esclarecer este misterio se antoja como un asunto de vital importancia.
Aquí todavía estaba vivo
Una vez sepamos con certeza de quién es el cuerpo hay que proceder al análisis de las circunstancias. ¿Es justo el ‘ojo por ojo’? ¿Un nuevo país que aspira a ser democrático puede empezar ejerciendo terrorismo de estado? ¿Era tan malo Gadafi, Khadafi, Gheddafi, Ghedaffi o quien sea ese señor? ¿Por qué se parece a Jesús Quintero?
Gadafi nació en Sirte en 1942 e inmediatamente se proclamó máxima autoridad del pueblo libio (con 27 años, claro), mojándole la oreja a una monarquía decadente y proporcionándole libertad a un pueblo que con el tiempo ha demostrado ser desagradecido.
El Hermano Líder y Guía de la Revolución de Libia nunca ha dado la espalda a su pueblo. Desde el momento en que llegó al poder instauró un régimen basado en los servicios sociales gratuitos. Los resultados le dan la razón: Libia cuenta con uno de los mejores niveles de vida y educación en África. No contento con eso, ha reivindicado constantemente su condición de “antiimperialista y anticolonialista” con el fin de garantizar el bienestar a la población. También se conoce la financiación sin ningún tipo de discriminación ideológica a los pequeños grupos (armados, sí, pero grupos al fin y al cabo). Además, en cada uno de sus viajes le acompañaba una corte de féminas vírgenes, lo cual no hacía sino demostrar su lucha contra la prostitución ilegal y la economía sumergida.
En cuanto a su política, es necesario resaltar la diplomacia que caracteriza al dictador. El ex presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan bombardeó en los 80 el domicilio de Gadafi causando la muerte de su hija de 4 años. En lugar responder con más violencia, decidió acatar la tragedia con estoicismo y sufrir en silencio. Lo mismo ocurrió en el momento de su muerte. El famoso “No disparen” hacía referencia al peligro que conllevaba disparar en una zona de tránsito para los civiles inocentes. Había aceptado su muerte y no quería poner en peligro más vidas. Por último, no se debe olvidar otra de las grandes obras que a punto han estado de valerle un Premio Nobel de la Paz. Se trata de su incesante lucha por el fin del conflicto palestino-israelí.
Gadafi fue un dictador, ok. Pero Libia desde su origen nunca ha conocido la democracia. Para eso se necesita tiempo y adaptación. Y Gadafi quería dárselo.
D.E.P. #gadafiguapo
*Licencia del autor
Gadafi, el tirano más hermoso de todos,
Acerca de Manolo García
Fui becario en SUR para ganar experiencia y poder trabajar aquí. Ahora mismo no tengo novia, y estaría interesado tanto en una relación seria como en algo esporádico. Mis opiniones no me representan a mí, sino a otra persona. Ahora mismo tengo llamadas entrantes gratis.
