Se acaba la Taberna y, a pesar de que es una decisión en parte mía, llevo una semana con un nudo en la garganta. Puedo entender que desde fuera parece pretencioso, que le damos más importancia a lo que es simplemente la muerte de un proyecto entre amigos. Pero es un proyecto en el que hemos puesto toda la ilusión de la que éramos capaces. Y se nos notaba en cada conversación, en cada línea de cada artículo… cerrar de golpe con una web ligada íntimamente a nuestra vida universitaria es difícil, porque no es sólo un medio, es una preparación para el futuro dotándonos de una identidad que ayuda a gestionar el complicadísimo panorama del oficio.
Para mí LTG es como una hija malcriada. Quizá sea porque -mea culpa- todas las decisiones pasaron por mí en mayor o menor medida, de manera un poco personalista. El diseño de la web, los colores, los temas y los fichajes… desde que decidimos dar el salto de podcast absurdo a medio universitario hasta el día de hoy, muchísimas cosas han cambiado. He visto crecer a La Taberna Global poco a poco. Cada vez, mejor criterio. Cada vez, mejores fuentes. Cada vez, mejores temas, mejor escritos, más completos, más útiles. A base de tiempo, esfuerzo y muchos disgustos, tu hija se va haciendo mayor. No puedo evitar sentirlo así: son muchas horas, tantas que al final sientes que lo que le pase a LTG te pasa a ti, cada fracaso es tu fracaso y cada éxito es tu éxito. Es apasionante pero cansado vivir así: quizá sea uno de los motivos del cierre. Yo, al menos, no pude hacerlo de otro modo. Tengo que vivir mi etapa universitaria intensamente o cuando lleve 30 años en una redacción, no tendré nada que recordar con nostalgia.
De la coña, de cómo hemos intentado acercarnos al universitario con temas que realmente importan, se ha escrito mucho ya. Yo, mismamente, ayer. También recordé algunos artículos con mi firma que requirieron trabajo exhaustivo, de fuentes y documentación, y que tuvieron éxito. En realidad creo que recordaré con más cariño las polladas. Sí. Todo aquello que no costó sacar adelante, pero que fue divertidísimo. Artículos que el 90% son “JAJAJAJA”, poemas, imitaciones chuscas de borrachos. Entiendo que se piense que incluso le falté el respeto a la profesión, pero hay algo más de trasfondo. Está el deseo consciente de hacer algo distinto, algo diferente: era cuestión de ahora o nunca. Poco a poco fue calando en nosotros la certeza de que si no nos salíamos de la línea establecida, en cuanto a contenido a forma, ¿cuándo lo íbamos a hacer? ¿Cuando estuviéramos sometidos a los mismos jefes de siempre en los mismos periódicos de siempre? Así que nos sumergimos en una especie de fiebre creativa, como cuando teníamos 10 años y descubrimos Internet. Siempre con la coherencia y el sentido común por delante, podíamos escribir lo que queríamos como queríamos. Yo, de LTG, me quedo con la libertad absoluta. Sabemos que, por los gajes del oficio, tardaremos en volver a conseguirla. Tal vez nunca lo conseguiremos. Por eso, y porque podíamos permitirnos escribir gratis o incluso perdiendo dinero en este momento de nuestras vidas, LTG ha sido, es y será vital en nuestras carreras.
También es imposible no quedarse con el grupo humano formado. Ya lleven en La Taberna tres años o unos meses, conocer y trabajar diariamente con unos chavales que comparten “tu manera de entenderlo”, ha sido increíble. No sólo eso, comparten tu ilusión enfermiza de querer estar donde había que estar, sacarlo todo antes que nadie, hacer reír y, además, sacarte la carrera. He visto a mis compañeros sacrificar muchas cosas, coger muchos autobuses, cubrir demasiadas mierdas que no interesaban a nadie, ni a ellos mismos, para qué nos vamos a engañar. Pero ahí estaban. Y no lo han hecho, al menos no en exclusividad, por su marca personal, por destacar. Todos han creído en La Taberna. Todos han estado orgullosos de lo que hacían y de lo que estábamos haciendo. Todos eran Taberna y no simplemente escribían en La Taberna. No es lo mismo. Ha costado disgustos, como ya he dicho. Peleas, broncas, malestar. Pero puedo decir con la boca grande que hemos logrado formar un grupo de amigos y así todo es más fácil, a pesar de lo que digan. Y lo que nos hemos reído, señor. Ahora o nunca para reírse hasta reventar. La vida de adulto es muy seria y también muy triste, nosotros diremos que nos lo pasamos como niños haciendo Periodismo.
El nudo en la garganta no se me quitará hasta dentro de unas semanas. No es fácil darlo todo y, de repente, quedarte sin el recipiente de tu intensidad. Serán semanas de transición, pero ahora estamos a tope y no podemos parar. Conseguiremos prácticas, conseguiremos oportunidades que nos trabajaremos sin descanso y, en cuanto tengamos la oportunidad, volveremos a ser libres. La inercia sigue. Yo, por mi parte, sólo me queda agradecer el cariño de los lectores, que ha sido constante durante estos tres años, y decir que no me arrepiento de absolutamente nada. Podré haberlo hecho bien, mal o peor como director de La Taberna Global. Pero no me quita nadie mis cuatro horas de media invertidas aquí, y, sobre todo, no me quita nadie la sensación de haber sacado adelante algo en lo que creí cuando nadie me aseguraba el éxito. Me voy orgulloso, satisfecho y confiado en que este no es el último capítulo del periodismo universitario por y para universitarios. Hay un déficit de información cercana y accesible a los umeños y ellos también tienen derecho a alzar la voz. Aunque a veces no quieran. Que a nadie se le olvide.
Carta del director: era cuestión de ahora o nunca,Acerca de Javi Skan
Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.