A los fantasmas les gusta el frío. Aunque no lo sientan. Y es que desde hace un par de años, cada octubre y diciembre las almas de William Mark, Robert Boyd y Karl Kretschmann (no hace falta que intentéis pronunciarlo) eligen a unos pocos malagueños para rememorar la historia de sus muertes junto a sus tumbas. Bueno, más bien los malagueños se pegan por entrar, porque las entradas se agotan rápidamente para cada función.
España no destaca por su puntualidad, así que para no romper la tradición, pasaban 3 minutos de las 19:00 cuando los casi 40 visitantes subían por la estrecha cuesta de entrada al Cementerio Inglés. La luz anaranjada de las velas era la única fuente lumínica, hasta que llegó el foco de Canal Sur para romper la magia.
Un hombre vestido de época, muy maquillado y cubierto de purpurina entraba gritando entre la multitud. Podría ser Edward Cullen, pero afortunadamente se trataba del cónsul británico William Mark. O más bien de su fantasma. Cuan alma atormentada, el cónsul relataba su vida y su indignación ante el trato que se daba a sus compatriotas muertos. Porque los “inglesitos” son tan amanerados que no les es suficiente ser enterrados bajo la playa, junto al mar. Así fue como en 1831 se erigía el cementerio inglés en Málaga. Y es que un extranjero en España nunca se adapta a lo español.
El relevo pasó al irlandés Robert Boyd, fusilado junto al general Torrijos en diciembre de 1831, y más tarde al comandante alemán Kretschmann (capitán de la fragata de guerra Gneisenau hundida en la costa malagueña en 1900). Ambos narraron sus historias y sentimientos a la audiencia, siempre intentando aportar gran interacción con el público. Aunque toda la atención se la llevó un señor con sombrero de cowboy. Como es normal.
Bromas, risas y algún momento más trágico rodeado por la noche, la naturaleza y los muertos. Las tumbas brillaban de forma especial gracias a la luz de las velas, dejando un ambiente siniestro y bello a partes iguales. Hasta que Canal Sur encendía su cámara, claro.
A pesar de que en todo momento recomendaban dejar las fotos para el final de la función, cuando ésta acabó 45 minutos más tarde se volvió a llevar al público cuesta abajo, cámara en mano y sin poder haber echado un mejor vistazo a tan idílico paisaje. Pero es que la función debe continuar, y otro grupo esperaba ansioso en la puerta, esperando para volver atrás en el tiempo.
Un buen espectáculo, íntimo y educativo, a mano de la compañía de teatro Bajotierra gracias a la gestora cultural Custopia. Si te lo perdiste, inténtalo el próximo año para la noche de Halloween o el aniversario en diciembre. Porque merece la pena. Pero id reservando ya, que las entradas vuelan.
Acerca de Sara Brox
Estudio en Hogwarts, pero estoy de Erasmus en Málaga. Fotos, dibujos y lo que me echen. Soy la que más cobra aquí. Tengo un perro.