Hace un par de viernes, el WWE Smackdown World Tour 2012 hizo parada en Málaga para regocijo de todos los frikis que se dejaban los ojos en Cuatro, Marca TV o ‘streaming’ ilegales por Internet observando peleas impostadas y argumentos de telenovela con un toque masculino, musculado y sudoroso. Y un reducto de frikis como La Taberna Global no podía faltar a este evento, ni perder la oportunidad de colarse hasta la cocina para ver qué se cocía, cuánto había.
TEXTO: Fran Reyes || FOTOGRAFÍA: Adrián Cortés
Sé lo que estás pensando: no se pegan. Es verdad, y que sepas que no has descubierto absolutamente nada. La lucha libre hace mucho tiempo que dejó de ser simplemente un deporte; y el ‘wrestling’, lo que llegó a España con el nombre de Pressing Catch, es una combinación de gimnasia rítimica y teatro donde, en realidad, no interesa tanto lo atlético como el espectáculo. Lamentablemente para algunos, la lucha libre no suele ser competición ni sangre, sino un ‘show’ donde los actores escenifican peleas, dramas, odios y chorradas, no siempre por este orden.
Eso sí: hay que apreciar las complicaciones técnicas de cada movimiento, la de años que invierte cada luchador en pulirse deportivamente hablando. También lo chungo que es recordar palabra por palabra un guión después de diez minutos dando saltos. Y, sobre todo, el espectáculo. Algunos lo llaman magia y otros seducción. El rollo es desenchufar el cerebro quedarse embobado contemplando a esos mazacotes desplegar sus habilidades de acróbata a la par que desarrollan una historia y unos personajes ó ‘gimmicks’ que, aunque en ocasiones resultan delirantes, siempre están calculados al milímetro. A cada luchador se le va prescribiendo una conducta que él debe interiorizar y exhibir cada vez que aparezca en público, de modo que suma a su condición de atleta la de ‘actor 24 horas’, para más inri itinerante por medio mundo.
Alberto Rodríguez (1977, México) es un buen ejemplo de todo esto, el prototipo de luchador de éxito. Nieto, hijo y sobrino de gladiadores históricos en México, ídolos en la cuna de la “verdadera” lucha libre, heredó bien joven el personaje de su padre (conocido como Dos Caras) y explotó sus cualidades innatas. Sus dos metros y 100 kilos llevan veinte años torneándose en el gimnasio, fogueándose concienzudamente en Japón y México para aprender todos los estilos posibles de lucha y llegar lo mejor preparado posible a la WWE, la mayor empresa del mundo. Y, una vez en ella, adaptarse y trascender más allá de lo deportivo.
El actual personaje del otrora conocido como Dos Caras Jr., Alberto del Río, es un millonario excéntrico decidido a enseñar a los americanos quién manda, haciendo gala de pompa, coches de lujo y un chambelán. A tal límite llega la importancia del ‘gimmick’ que, durante la entrevista con La Taberna, Alberto del Río no cesó de hacer referencia al dinero. Luego rehusó hacerse una foto luciendo una bufanda del Málaga porque su personaje es del Real Madrid. El Pressing Catch e’ asín: tan preparado que hasta las entrevistas con medios locales forman parte de la comedia y son condicionadas in situ por los guionistas de la empresa.
¿Cuánto le pesa el personaje a un luchador a la hora de desarrollar su labor?
Cada caso es distinto: por lo general condiciona, pero no es un lastre. Mi etapa en México como Dos Caras me agradó porque cumplí el sueño que tenía desde niño de emular a mi padre en el ring y continuar su legado. Pero también me ha gustado llegar a Estados Unidos y coger un ‘gimmick’ que, junto al trabajo del ‘ring’, me ha convertido en una estrella mundial. WWE es la única empresa donde el personaje importa y la lucha sigue una historia con estructura de telenovela; en el resto se presentan espectáculos de lucha libre que buscan el placer del aficionado a partir de la exhibición deportiva. Aquí también subes al ‘ring’ y luchas, pero sabes que sobre todo debes dar continuidad a una historia. A mucha gente le gusta así; a otros, no. Pero es la liga de lucha que más ofrece, la más conocida… y la que mejor paga.
Partimos de que la lucha libre es un deporte. Como tal, ¿es más una competición o un espectáculo?
Aquí, las dos cosas. En México la lucha libre es cultura: las máscaras, el folklore, el misterio y el influjo son considerados más allá del deporte. En Estados Unidos, en cambio, es un producto de entretenimiento. Pero también es una competición: el que está más arriba en los carteles, el que es campeón de algo, gana más dinero. Así que se desarrolla una competición entre los luchadores, se quiera o no.
¿La competición tiene lugar en el ring o en los guiones?
En los tres (?). Sucede en los guiones, que determinan cómo sigue la historia. También en el ring, donde por presencia y despliegue debes ser siempre mejor que los luchadores que salieron antes o después a la lona, porque es lo que llama la atención del empresario para que te considere un buen producto y desee venderte a los aficionados, colocarte en PPVs, en eventos estelares… Al fin y al cabo, esa es la manera de ganar dinero; y todos queremos ganar dinero.
Dices que hay que luchar mejor que los de antes y los de después. Pero, ¿y con los contrincantes y compañeros durante la lucha? ¿A esos hay que derrotarlos o prevalece tener sintonía?
Tiene que haber química con los rivales. Se necesitan dos personas para bailar. Tú puedes ser un excelente luchador, pero si quien tienes enfrente no lo es el espectáculo se resiente y el aficionado no queda satisfecho. Yo tengo la suerte de pelear con Randy Orton. Ambos tenemos un fondo muy similar: somos la tercera generación de luchadores de nuestra familia, llevamos diez años practicando este deporte a este nivel y tenemos características parecidas que provocan luchas parejas y espectaculares.
Aparte de las promociones luchísticas estándar, también pasaste por Deep y Pride, empresas de MMA (Mixed Martial Arts, también conocidas como ‘valetudo’ o ‘valetodo’). ¿Son las luchas más serias y competitivas en esa modalidad?
Presciden del aspecto del espectáculo. En las MMA sólo importa el deporte, mientras que en la lucha libre deporte y espectáculo van de la mano para atraer a más aficionados. A mí las MMA me gustaron en su momento, y gané buen dinero; luego empezaron a pagar menos y di el paso atrás. El ‘valetudo’ no me apasiona, lo practiqué en su momento porque los salarios eran excelentes y era bastante apto, pero en realidad prefiero la lucha libre y actualmente gano muchísimo más dinero de lo que conseguía en su día en Japón.
En el ‘valetudo’ dejaste dos luchas históricas: una con Kengo, a quien le partiste el brazo de un suplex, y otra con Mirko ‘Crocop’ Filipovic, que te dejó KO de una patada en la cabeza a los 40 segundos de empezar la pelea. ¿Qué recuerdas de ese combate?
Ni siquiera lo recuerdo. [Esboza una sonrisa apurada y condescendiente]
Mirko ‘Crocop’ es una leyenda, el mejor luchador de MMA de la historia. Aunque te noqueara de una patada en la cabeza a las primeras de cambio, ¿no te parece memorable haber combatido contra él?
Hombre, de eso se trata la competición y de eso se trata un ‘knock out’. No recuerdo ni la patada. Respecto a ‘Crocop’… En su momento era el campeón, cientos de luchadores nos enfrentamos a él y no pudimos derrotarle, yo sólo fui uno más en la fila. Simplemente es parte del deporte, estás expuesto a perder, a veces de una manera humillante.
En WWE ya eres campeón mundial. A partir de aquí, ¿cuál es el objetivo?
Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Mi intención en seguir el mayor tiempo posible en el candelero y en el gusto de la afición, que es quien compra los boletos y los PPVs con los que la empresa nos paga.
¿Aspiras a superar la leyenda de Eddie Guerrero? [Guerrero es el luchador mexicano más importante de la historia de WWE]
Bueno, ¿a quién no le gustaría? Somos dos personas distintas, dos personajes distintos, dos circunstancias distintas… Pero, si consigo que el mundo de la lucha libre me recordara con el mismo cariño que a él, sería muy feliz.
¿Cabe la posibilidad de que algún día regreses a México y retomes el personaje de Dos Caras Jr?
Sí, se podría hacer, pero sólo para una lucha de despedida… No pienso volver a México a luchar. Mi idea es retirarme en esta empresa. Si acaso haría una gira de despedida, tanto en Estados Unidos como en México y Japón, y posiblemente en esos dos países haría alguna presentación como Dos Caras… Pero sería algo anecdótico, una lucha de despedida y nada más.
…Y bueno, en ese momento la guionista nos dice que se ha acabado el tiempo, sin tiempo ni lugar para preguntas tostadas, y yo saco de bulla una cartulina con la foto de otro luchador y le pido que me la firme. Era para los hijos una camarera de la Facultad de Comunicación que, desde que le hice el favor, no me saluda. El Pressing Catch e’ asín: un solitario menage à trois. Truás.
Alberto del Río, luchador de WWE: “Se necesitan dos para bailar”,