Los contenedores que hay al lado de la Facultad de Educación y Psicología (Campus de Teatinos) cobrarán vida de nuevo. La fundación que mantenía este centro cerrado desde septiembre ha traspasado la propiedad de los edificios a la Universidad de Málaga. El recinto lo ocupará el Servicio de Cultura de la institución académica.
ACTUALIZACIÓN | La Universidad de Málaga ha confirmado que se queda la Espaciu y que traslada al recinto las oficinas del Servicio de Cultura e Igualdad. A su lado se encuentran los contenedores con la sala de exposiciones y escenario, un lugar “atractivo” según fuentes de la institución académica: tendrán su uso particular. En otras palabras: los contenedores, esperemos, serán algo más que oficinas, y quizá se retome su programación en los próximos meses. Seguiremos informando.
Se encuentra al lado de la Facultad de CC. de la Educación y Psicología, pero pocos saben qué es. El Centro de Iniciativas Universitarias (el edificio) y la sala Espaciu (los contenedores) formaban un recinto que desde el pasado mes de septiembre se encuentra cerrado a cal y canto. No siempre fue así. En el curso 2012/2013 la sala acogió una programación cultural que aglutinó (además de picnics, conciertos y exposiciones) a un sinfín de iniciativas universitarias. Pero no siempre fue así (tampoco).
¿Qué ha pasado para que un sitio así lleve cerrado más de seis meses? ¿Y qué va a pasar con él? LA TABERNA GLOBAL y la revista El Observador se hacen eco de lo que es el futuro inmediato de este recinto: acogerá nuevas oficinas para el Servicio de Cultura de la Universidad de Málaga. El servicio depente del Vicerrectorado de Extensión Universitaria, cuya responsable es la vicerrectora Chantal Pérez.
Sobre por qué el sitio lleva seis meses cerrado, la explicación es sencilla: el limbo burocrático. La lentitud de las negociaciones. O eso aseguran las instituciones. Tanto el Centro de Iniciativas Universitarias (CIU) como la sala Espaciu se levantan en suelo que en un principio era de la Universidad de Málaga. La Junta de Andalucía hizo saber a la UMA el interés que le suscitaba una cesión de este terreno, a lo que la UMA, cual pardilla, aceptó. La destinataria de la cesión era una fundación llegada de Madrid, y llamada ECCUS. La fundación aparece tras una empresa del mismo nombre, ECCUS Comunicación, que era la editora de la revista ECCUS. Los responsables de esta fundación y por ende, de esta empresa, son un matrimonio: Jesús Ramos y Riansares de la Pola.
La Junta cede unos terrenos a la fundación ECCUS y la fundación ECCUS construye un tinglado (CIU y Espaciu). Por tanto, es de entender que CIU y Espaciu es propiedad de la fundación, mientras que el suelo es propiedad de la Junta en régimen de cesión (y cuya propiedad original es la UMA). Bien, pues sí, así es: los edificios eran de ECCUS, pero hay que tener en cuenta que el dinero con el que se construyeron, parece ser, no era de ECCUS. Una de las responsable de ECCUS, De la Pola, aseguró a este medio que habían recibido “alguna” subvención durante un año, pero que todas las ayudas que la Junta había prometido no habían llegado.
Bajo la premisa de que las ayudas “prometidas” no habían llegado, tanto el CIU como Espaciu entraron en barrena. La publicación dejó de editarse y las cosas comenzaron a decaer. La sala Espaciu, que hasta entonces programaba conciertos de vez en cuando, hacía actividades de magia, animación o conferencias, empezó a encallar. Llega 2012 y la situación es aún más jodida: tanto, que la fundación ECCUS necesita a la desesperada justificar actividad. Para ello contactan con Alberto Jiménez, hoy programador cultural en la sala Velvet. Alberto contacta con dos amigos y es cuando durante el curso 2012/2013 la sala reúne algo de su antiguo esplendor y los alumnos comienzan a ir a las instalaciones para organizar charlas, ponencias, exposiciones o conciertos.
Poco dura. En septiembre de 2013, la fundación ECCUS echa a Jiménez y cía de la Espaciu alegando que las instalaciones estaban viéndose muy deterioradas. Las razones que los expulsados del paraíso dan, sin embargo, son otras, y en todo caso, más acertadas: “la Universidad de Málaga se ha interesado por colocar las oficinas de Cultura en la Espaciu”.
Sin embargo, El Observador ha podido conocer que a la hora de recuperar el terreno perdido, la Universidad de Málaga pudo comprobar cómo en la sala Espaciu estaba todo prácticamente embargado, con deudas a la Seguridad Social, a Hacienda e incluso a algunos trabajadores que ya tenían cita para el pleito. Según explica la revista malagueña, la UMA exigió a la fundación ECCUS una serie de documentación que demostrase, a la hora de devolver la Espaciu, que ésta estaba libre de cargas. Milagrosamente, la ECCUS barrió sus números rojos de golpe y porrazo (no se sabe con qué dinero), porque la UMA ha asumido esta infraestructura y todo parece estar en orden. Y la asunción de la infraestructura no ha sido gratis: la UMA pagará entre 80.000 y 90.000 euros por el edificio y los contenedores. Una cantidad simbólica, pero una cantidad.
El pago de la UMA a la fundación ECCUS por los edificios se justifica en que, como ya se ha explicado, los edificios, a pesar de que fueron construidos con dinero público, eran propiedad de esta fundación. Lo único que era propiedad de la UMA era el suelo, pero no la construcción que hubiera encima.
Y en esas estamos, amigos. Nadie sabe cómo la fundación ECCUS ha solucionado sus problemas de deudas, al igual que poco se sabe sobre la gestión que hubo en esta sala, financiada con subvenciones y con dinero público, como para que, aún sin ánimo de lucro (la gestoría recaía en una fundación y no en una empresa) el agujero en números rojos no hizo más que agrandarse con el paso del tiempo.
La sala Espaciu y el Centro de Iniciativas Universitarias vuelven a abrir sus puertas tras seis meses sin programación,