Hacemos una visita a la Clínica de la Bicicleta, empezamos hablando de montar en bici, nos liamos, nos liamos, y acabamos reflexionando sobre el mercado laboral y la maldita burocracia. Unos chicos que se dedican a algo más que inflar ruedas y apretar tornillos.
Lo primero que llama la atención al entrar a la Clínica de la Bicicleta es la cercanía. No hay mostrador, sino una pequeña mesa con un batiburrillo de papeles burocráticos en la que el invitado no se sienta enfrente, sino al lado. El resto del local está dedicado al arreglo, montaje y venta de bicis y otros velocípedos, una pasión que comparten Alejandro y Patrick, los gerentes de la tienda desde hace poco menos que un año. Bicis rojas, verdes, blancas, apiladas en el suelo y colgadas en las paredes. Para niños y para mayores, de montaña y de ciudad. Sólo al poner un pie en la tienda uno siente la irrefrenable tentación de abandonar la vida sedentaria, comprar una bonita Peugeot blanca con cambios y lanzarse al asfalto. Luego recuerda la infinita cuesta entre el Puerto de la Torre y el centro y se le quitan las ganas.
“¿Qué? ¿Que han montado su propio negocio? ¿Con la que está cayendo? ¿Están locos?”, se preguntará el lector. Reconocemos que al principio temimos que en vez de concedernos una entrevista nos sacrificarían en un altar dedicado al dios Indurain, pero nada más lejos de la realidad. Mucha cordura, sin abandonar la peculiaridad de un modelo de negocio diferente: mercancía en la calle, puertas abiertas, redes sociales que echan humo y la vuelta al trueque. “Os recordamos que el precio del inflado de ruedas en Clinica de la Bicicleta es: una sonrisa. ¡Ven a vernos!”
La idea de montar una tienda de bicicletas surgió, como todas las buenas ideas, de una noche de cerveceo. Y un año después siguen en la brecha, sin prisa pero sin pausa, mejorando poco a poco las prestaciones. La última, una reestructuración del local para aumentar el espacio. No se trata de vender bicis buenas y bonitas sin ton ni son: es un mercadillo constante donde el cliente vende, compra y recibe recomendaciones y consejos sobre cómo moverse en dos ruedas por la ciudad, como que el casco sirve para prevenir golpes en la cabeza y para que no te lean la mente. Uno de los socios fundadores, Patrick, explica con cierto orgullo el largo proceso. “No hemos cogido 20.000 euros y los hemos invertido de golpe. Empezamos con lo básico y tratamos de adaptarnos a lo que nuestros clientes quieren, escuchando mucho”. La motivación mezcla el afán económico con la promoción del uso de la bicicleta y sus múltiples ventajas. “No sabemos qué es lo último de lo último en bicis, pero le vamos a contar a la gente la verdad desde un principio, qué es lo que le conviene y qué no. Nuestro objetivo es que el cliente no tenga ninguna excusa como para no montarse en una”.
El compromiso de la Clínica con las iniciativas que piden la reestructuración de Málaga teniendo en cuenta a las bicis es total. El avance en los últimos años ha sido notable, coincidiendo curiosamente con elecciones municipales, pero aún queda mucho por hacer. Tramos muy bien pensados se alternan con otros por donde montar en bici es un verdadero engorro y abstenerse de una agresión a la señora que camina impunemente por el carril es complicado. La propia topografía de Málaga es un inconveniente para crear una verdadera red de carriles bici: el centro antiguo es un cuello de botella por el que hay que pasar obligatoriamente para cruzar la ciudad. Pero a la hora de construir nuevos barrios desde cero, como el caso de Teatinos, no se entiende por qué no se ha aprovechado la oportunidad de facilitar las cosas por completo a la bicicleta. “Contemos con ello desde un principio, y luego si no se usan pues ya está, pero contemos con ello”, afirma Patrick, haciendo referencia a la insistencia de asociaciones como Ruedas Redondas en que se cuente con carriles bici a la hora de la planificación urbanística.
¿Cuáles son las causas de la deficiente adaptación de Málaga al ciclista? “No soy un técnico urbanístico”, se excusa Patrick, que explica la falta de entendimiento entre quienes han desarrollado el plan de carriles bici en Málaga, quienes han diseñado específicamente los carriles y los encargados de construirlo. Sobre el papel todo parece perfecto, pero a la hora de la verdad los constructores se encuentran con muchos problemas para hacer realidad el diseño. También arguye a motivos políticos: la bicicleta no es rentable para “los de arriba”. No está regulada, no está sujeta a impuestos, no consume gasolina, y la industria no genera tantos puestos de trabajo como, por ejemplo, la del coche. “La bici no interesa. Es, en cierta manera, un modo de lucha contra el sistema económico actual”.
“A ver, posa así como si estuvieras analizando profundamente el radio de esa rueda”
De lo que no cabe duda es que hará falta algo más que pintura roja en la acera para poner a Málaga a la altura de otras ciudades ya adaptadas a la movilidad sostenible como Ámsterdam, Barcelona o, sin ir tan lejos, Sevilla. “La bici está explotando en Málaga. La gente quiere coger la bici. No vamos a obligar a nadie, pero ya que están queriendo, quitemos las cortapisas”. La calle está dominada por el coche, argumenta Patrick, que disfruta de largas avenidas donde acelerar es irremediable, poniendo en peligro la integridad de los ciclistas. “Donde haya grandes rectas, o se hace un carril bici, o se elimina esa recta”, defiende. “Las calles son de la gente, no de las máquinas”.
El compromiso y la defensa de un estilo de vida es lo que hace a la Clínica de la Bicicleta diferente de cualquier otra tienda de bicis. Patrick defiende que el camino que están explorando ahora mismo con su negocio es el que definirá el mercado laboral en pocos años. Emprender, sí, pero con cabeza. Crear tu propio perfil, ver qué es lo que puedes ofrecer, y buscar la manera de ganar dinero con ello, de manera asalariada o por tu cuenta. “Si no decidimos nosotros ahora el sistema que queremos, van a venir los de siempre y lo harán por nosotros”. A pesar de las horas perdidas con los trámites de la burocracia -“un sistema que no es eficiente y lo que engulle, lo hace para perpetuarse a sí mismo”-, a pesar de los ya tres robos sufridos, a pesar de que han tenido que trabajar “más que un reloj” y que nunca han disfrutado de mucha liquidez, los chicos de la Clínica de la Bicicleta destilan orgullo e ilusión en cada palabra acerca de su proyecto. Y es que sarna con gusto no pica. “Gracias a ti, me has dado la oportunidad de estar 45 minutos hablando de bicicletas”.
"La bicicleta es un modo de lucha contra el sistema económico actual",
