Cientos de malagueños apostaron este fin de semana por el género rock. La primera edición del Rock and Roll Massacre, a pesar de no superar las cuotas de asistencia esperadas, empapa la ciudad del mejor r & r, garage o punk patrio e internacional.
Málaga acogía un nuevo festival, algo pasado por agua, el pasado viernes y sábado. Un evento, nacido por y para la música, que haría de la capital costasoleña un edén del rock. Los amantes de este género no dudarían en comer de la fruta prohibida, el canto de las sirenas proveniente de grupos como The Hardtops (Madrid) o The Kendolls (Suecia). ¿El castigo? Aguantar durante dos días las melodías heredadas del rock clásico, los riffs más afilados, las voces rockabilly femeninas o los ritmos punk. Un aliciente: los organizadores no se lucran. El dinero va destinado íntegramente a las bandas y los DJ’s que participan. “Es un nuevo concepto de festival, es casi una cooperativa”, aclaraba recientemente Dani, dueño del Drunk-O-Rama y uno de los organizadores del espectáculo.
El viernes se citaban a las 22:00 horas los fans del grupo local The Hollers y Super Camorristas, procedentes de Alicante, en la Velvet Club. El grupo malagueño tocaría “blues para punks”: voz desenfadada y sonidos crudos aderezados con unas gotas del viejo blues y el rock’n’roll más sesentero. Super Camorristas tomarían el relevo interpretando temas de garage punk. Los más sucios y pasionales de la noche. Cualquier escena sexual que se imagine el lector es producto de su imaginación. Un día después con algo de resaca más de uno iría al Drunk-O-Rama para disfrutar de la paellada. Un acto que se organizaba como muestra de fraternidad entre los grupos y el público del Rock and Roll Massacre. Tras la comida, algunos aprovecharían para descansar y prepararse para un acontecimiento de proporciones bíblicas. La segunda noche contaría con cinco conciertos en el refugio sonoro La Trinchera. ¿Rockers preparados para bailar a ritmo de r´n´r? En efecto. El conjunto malagueño Patada Voladora, “adoptados” por el famoso grupo Airbag, inauguró la velada. Grandes dosis de punk y surf rock en directo. La vitalidad y pasión que derrochaban sobre el escenario no sustituyeron las carencias técnicas.
Le llegaría el turno a Little Cobras, un trío formado por Sergio (voz y guitarra), Dani (voz y guitarra) y Raúl (batería). Los del Puerto de Santa María arrancaban con I.S.A, un tema de su primer disco homónimo que incluye un pegadizo riff de guitarra. Los gaditanos no defraudaron y siguieron calentando a un público cada vez más animado por el sonido rock and roll y el punk más descarado. La segunda parte del concierto arrancaría con la apocalíptico intro El Matarife, en donde la distorsión de la guitarra eléctrica evocaba un no tan lejano Carolina del Norte. Link Wray cobraba vida. Seguían interpretando composiciones de su segundo álbum ‘Tiger in your tank’. Fa-fa-fire se encargaría de hacer saltar a algunos de los allí presentes con una batería muy punk. Se encargaría de cerrar el bolo Breathless, un tema muy rock and roll con aires punk al cantar, y como su nombre indica dejaría a más de uno sin aliento. No sólo tienen la actitud sino también la técnica.
Los asistentes cada vez estaban más receptivos con los artistas y poco a poco el alcohol iba haciendo mella. Salían al escenario Puño Americano & His Puñettes. En las canciones de estos malagueños fluye el rock and roll a chorros, mezclado con una alta dosis de rockabilly, toques punk y garage. Una bomba musical explosiva que hizo saltar, gritar, cantar y hasta bailar a más de uno. Calentaban motores con Hey sailor, la versión de The Detroit Cobras adaptada a un sonido más rockabilly. ¡Las primeras filas no paraban de mover el esqueleto! Llegó uno de los platos fuertes de la noche con Too drunk to fuck. Otra versión, esta de los Dead Kennedys, menos rock and roll pero más sucia. Los coros femeninos, procedentes de las chicas puñettes Aki e Inma, le aportaron el toque distintivo que necesitaba. Inigualables. Llegaba el momento en el que Dani, cantante de Puño Americano, inhalaba helio, aumentando la altura de las frecuencias de resonancia de sus cuerdas vocales. Helio Shake aterrizó. Les seguirían temas estrella como I wanna be a mentalette (punteo de guitarra impecable incluido) o Take your medication. Puño Americano & His Puñettes no se olvidaron de los derechos de la mujer y tocaron Que vivan las mujeres, una canción que Dani dedicó a todas las féminas de la sala. La espectacularidad siguió creciendo con la versión del mítica tema de los Misfits, Last Caress. “Punk is not dead!”, gritaría alguno de los guiris que poblaba las primeras filas. Llegaba una canción de corte punk, Demoler, para hacer “explotar” los tímpanos de alguno. La actuación terminó con la instrumental más rock and roll del conjunto malagueño, Frankie´s Groovy Monster Boots.
Una de las actuaciones más esperadas del sábado noche era la del quinteto madrileño The Hardtops. Una banda con suficiente experiencia y enganche como para sorprender, incluso, a gente que no lo has escuchado nunca. El grupo más técnico de la noche trajo un armamento de canciones punk rockeras con tintes de power pop. Los solos de guitarras no tenían nada que envidiar a los de un conjunto de rock and roll sesentero, incluso llevaban el traje -bien planchado- a juego. Brillaron temas como I need you, Replacements o la rockabilly ’62 Impala, todas pertenecientes a su primer EP. The Hardtops se despedirían ejecutaron sin problemas una versión de los Beatles, I’m down.
The Kendolls, un grupo sueco nacido en 2007, eran los elegidos para ser los cabeza de cartel. No se equivocaron los organizadores al dejarlos los últimos. En la misma senda de los noruegos Glucifer e influenciados por Chuck Berry, Black Flag o Nirvana, el conjunto de punk rock demostró que podía dar la ración justa de rabia punk a sus oyentes. Eso sí, mezclada con la contundencia del stoner rock y la oscuridad del garage más sucio. Sin olvidar el “sentimiento pop” y las raíces del rock and roll de los 60′. Una banda con la que se puede bailar o incluso hacer pogo (moshpit). La energía desbordante del cantante, que saltaba, salía del foso para acortar distancias con el público o incluso se arrastraba por el suelo, estimulaba a los espectadores. Ellos también se animaban a cantar aunque no tenían ni idea de la letra, bailar de manera desenfrenada o brincar. Iniciaron la actuación con un par de canciones de su primer y único álbum ‘Jerking Class Era’, entre ellas Pepperoni Pilgrim. El batería se estaba ganando el afecto del público a golpe de pedal. Uno de los temas que más destacó fue la potente y dinámica Cycle of Pigs, en la que Oskar Fredén se desgañitaba entonando la letra “en honor” a la policía. El hardcore punk se hacía notar con No one likes me. Why? Mientra tanto, el vocal se volvía loco saltando del escenario al público y viceversa. El espectáculo parecía no acabar nunca. Tras más de 12 canciones, los suecos se despedían con un nuevo tema editado en 2012, Shuffle Away. Los punk rockers habían demostrado que la escena musical sueca de rock duro está en plena forma. Un broche de oro para una noche que resucitaría al mismísimo Lázaro con tanto rock.
Acerca de Isabel Vargas
Nacida allá por el verano del 92. Melómana indecente. De pequeña quería ser corresponsal de guerra, lo sigo intentando. Redactora de Cultura en La Taberna.