Grecia y Portugal han sido rescatados, los bancos irlandeses también, y España ha recibido un préstamo en condiciones muy favorables. Pero ¿qué ocurriría si se concediera a los ciudadanos?
De un tiempo a esta parte ha ido tomando fuerza la idea de dirigir el rescate a las personas y no a los bancos. Una hipótesis esbozada por algunos de los economistas más importantes del globo como Paul Krugman, Antonio Fraguas ‘Forges’ e incluso Francis Ruiz. La magnitud de los planteamientos requiere una respuesta de altura. Una respuesta que sólo podría proporcionar La Taberna Global.
¡¡¡Demagogia!!!
Un rescate no se puede realizar a cualquier persona. Para ser intervenido se necesita una situación de extrema insolvencia y una prima de riesgo disparada que imposibilite la subasta de deuda. En términos coloquiales, podría decirse que al individuo en cuestión no le dejan dinero sus colegas porque, como ya han comprobado anteriormente, no es capaz de devolverlo.
Aquí es donde interviene Papá Estado, que fija una cuantía que garantice la subsistencia y el pago de la deuda y unos plazos razonables para su posterior desembolso. Pongamos 10.000€ anuales durante 36 meses. Más o menos el sueldo vitalicio de Zapatero. Si lo multiplicas por siete, claro.
Una vez recibida la inyección de liquidez toca apretarse el cinturón. Las medidas, impuestas desde fuera, pasarían por una contención del gasto –el famoso “no gastar más de lo que se tiene”– y una subida de los impuestos. Para ello sería conveniente una reducción del sueldo de los funcionarios, o lo que es lo mismo, el dinero para los “chuches” que se le da al nieto, hijo o sobrino de turno. El aumento del IVA y otro tipo de tasas estaría ligado al sangramiento despiadado a los colegas (por ejemplo, cobrarles por usar el servicio de tu casa o beber agua del grifo).
No contento con esto, el estado podría prohibir las salidas nocturnas, los viajes, las inversiones costosas a corto plazo pero beneficiosas en el largo –como los métodos anticonceptivos– y la compra de productos de alta gama –un yogur Danone, por ejemplo–. Frente a esto, se impondría la alimentación a base marcas blancas y en pequeñas cantidades –con la consecuente desnutrición–, recortes en sanidad y educación –más o menos desapuntarse del gimnasio–, la supresión de la prestación por desempleo –paga al mendigo de la puerta del Mercadona–, etc.
La ausencia de reservas nutricionales y la gestión de una vida pobre en recursos y placeres vitales acarrearía un desplome en la productividad del individuo, tirando por la borda su empleabilidad y, con ella, las esperanzas de salir adelante. El individuo entraría en recesión.
Además, esta caótica situación necesitaría de un mayor despliegue policial para supervisar el cumplimiento de las condiciones y evitar el fraude económico, fiscal y social. Asimismo, se precisaría la implantación de una serie de marcas de fuego para aquellos entes vivientes que disfrutan del rescate. Esto generaría una mayor creación de empleo público y una convocatoria de oposiciones que en la coyuntura económica actual no se puede permitir.
Por último, se debería plantear la posibilidad de que el individuo rescatado no pudiera sufragar los costes de la intervención, por lo cual habría que renegociar el memorándum y colocar un tecnócrata en su vida, ya sea como acompañante físico, guiándole en todas sus tareas domésticas, o mediante un proceso fisiológico-cerebral aún por inventar.
Vamos, que mejor rescatar a los bancos.
Qué pasaría si se rescatara a las personas,
Acerca de Manolo García
Fui becario en SUR para ganar experiencia y poder trabajar aquí. Ahora mismo no tengo novia, y estaría interesado tanto en una relación seria como en algo esporádico. Mis opiniones no me representan a mí, sino a otra persona. Ahora mismo tengo llamadas entrantes gratis.
