A esta conclusión llegó un representante sindical en Málaga el pasado jueves en la Sociedad Económica Amigos del País. El colectivo Jóvenes Progresistas organizó un coloquio dónde se debatieron los múltiples aspectos de la reforma laboral
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Paloma García es diputada por el Partido Popular en el Congreso. Su veteranía la convierte en una mujer sabia y prudente. Y además valiente. Muy valiente. Conoce bien a los jóvenes. Por ello, cuando su partido le pidió que asistiese a un acto organizado por “Jóvenes Progresistas” malagueños no lo dudó ni un momento. Leyó la lista de asistentes confirmados. Moderaba Iván Gelibter Barbotta. Oh. Iván. Socialista. Paloma conoce bien a los socialistas. Después de ocho años intentándolo, su partido los doblegó hará cosa de meses. A ver quién más iba, se dijo. Ah. José Luis Sánchez Ollero. Un profesor de la Universidad de Málaga. De Economía aplicada. Si la economía aplicada la convierte en pragmática, no tenía de qué preocuparse. Quién más. Paloma se relamió. Auxiliadora Jiménez. José Ignacio Mérida. UGT y CCOO. Sindicatos. El humor de Paloma no decaía. Los sindicatos no eran quienes para juzgar un Gobierno con mayoría absoluta. Los españoles querían esa reforma. La necesitaban y la exigían. Por ello confiaron su voto a los populares. Los españoles saben que facilitando la contratación sin olvidar abaratar el despido se generará más empleo*. Qué sabrán los sindicatos. Esos son rojos. No son españoles de verdad. Paloma García leyó un último nombre más. Josele Aguilar. Sonreía. Iría a divertirse.
Y así llegó el uno de marzo. El pasado jueves, a cosa de las 20.00, la Sociedad Económica Amigos del País abrió sus vetustas puertas para acoger en uno de sus salones de actos esta particular mesa redonda en la que la diversidad de puntos de vista era característica. El objeto de controversia: la reforma laboral aprobada por el Gobierno hace ya unas semanas. Una persona a favor. Paloma. Tres en contra. Y una quinta que no lo tenía claro pero que también habló.
La conclusión a la que se llegó: la reforma laboral quiere convertir a los españoles en chinos. “Y no porque nos estén invadiendo”, matizó José Ignacio Mérida, de Comisiones Obreras de Málaga. “Que también”, debió añadir. Paloma, nuestra protagonista, peleó con uñas y dientes. En el momento de dar su ponencia, tiró de manual. Literalmente. Tanto es así, que leyó. Datos. Números. Y más datos. Y porcentajes, y cifras. Y éxitos. Y esperanza, y reducción de paro. Lo mismo hizo el resto, pero mirando a su público y hablando de precariedad, de más desempleo, de tragedia, de crisis, de fin del mundo, de mayas y de 2012. Y la persona que no lo tenía muy claro, el profesor de Economía aplicada de la UMA, es que no se acercaba el micro, pero algo así también diría. “¡Que no lo sabemos, que lo mismo la reforma acaba generando empleo!”, llegó a apostillar.
A pesar de los esfuerzos de Paloma, nuestra querida Paloma, Aguilar es de aquellos de los que opina que una buena defensa es un gran ataque. “Espero que Paloma sea mejor abogada que política”. Así, de primeras. Paloma no se lo podía esperar. Había sido un golpe bajo, pero Paloma parecía no poder parar de reír. Tanto es así que cuando Mérida dijo esperar que esta reforma fuese “provisional”, sonrió de nuevo. El ambiente era tenso cuando una de las asistentes al coloquio se levantó en la ronda de preguntas y se lo recriminó. “Pilar, Pilar, de qué te reías. Perdón, Paloma”. Paloma se volvía a reír. “Lo mismo 60 euros no son nada para ti Paloma, pero conozco familias con las que comen a la semana con esos 60 euros”. La joven esperaba una respuesta sensata de la diputada. “Oye, perdona, pero 60 euros son iguales para ti que para mí”. Este medio con 60 euros le comería audiencia a Público.es, aunque ya no lo necesita.
Paloma se empezaba a sentir sola. Los Jóvenes Progresistas se la habían jugado y no lograba entender por qué. Estaba en una mesa rodeada de reacios a esta nueva reforma que el PP impulsa por el bien del país. No contaba con más apoyo o ayuda que la del economista que insistía en que “a lo mejor funciona, ¡eh!”. Se empezaba a cansar. Muy bien, Mérida. Lo mismo esta reforma quiere convertir a los españoles en chinos. Pero los chinos trabajan. Paloma no entendía que algo tan simple como eso no lo pudiesen entender sus colegas, allí sentados. Llevó su mano a su pelo. “Donde está Pedro Moreno Brenes cuando más lo necesito”. Eso es lo que todos pensábamos en ese momento.
*Lo que está tachado es para evitar el sesgo. Un poquito. Fdo. Carlos E. Cué.
**Nótese que el enlace a la noticia de Cué no está publicada en Opinión. Ahí está el chistaco.
Acerca de Alberto R. Aguiar
Estudio y dirijo todo esto. No quiero acabar en Sálvame.
