Los alumnos de las enseñanzas artísticas ocupan el espacio público reservado a las palomas para pedir un título que corresponda a sus esfuerzos.
La mañana del 15 de Marzo, el centro de Málaga era un hervidero. Coincidieron en el mismo y reducido espacio grupúsculos con poco o nada en común: legiones de turistas, con su correspondiente guía, a los que hasta el Kebab de Calle Granada les parecía interesante; jóvenes apavados de uniforme a cuadros, que abarrotaban los alrededores de Uncibay recién salidos de alguna representación en el Echegaray; y artistas. Creativos indignados con una sentencia del Tribunal Supremo que negaba a las enseñanzas artísticas profesionales la consideración de grado.
Reunidos en la Plaza de la Merced actores, bailarines de todo tipo de disciplinas, músicos… entre pitos, muchos pitos, y flautas. Y quien quiere decir flautas dice clarinetes y tubas con el que darle ritmo al “igualdad de calificación” que coreaban los más de 200 estudiantes congregados. La cosa está tal que así: tras años y años de arduos estudios dale que te dale a la honner aprendiendo a tocar un refinado instrumento, el Tribunal Supremo, odiado por unos y odiado por otros, decide que todo ese esfuerzo es merecedor de un certificado, en vez de un grado como si de una carrera se tratase. Sí, amigos. Los de las enseñanzas artísticas parecen ser los únicos interesados en entrar en Bolonia. Y por esto se manifestaron. Pero no de cualquier forma.
Versiones de Queen que, en vez de rockanrollear, entonan “yo quiero mi grado”, pasodobles, palmas, bailes… un amplio repertorio con el que dar la nota y llamar la atención de los viandantes de la Merced. Tras esta breve algarabía inicial, comenzó la asamblea, ya que todo el mundo sabe que “manifestación sin asamblea es manifestación de derechas” (refranero popular). La lectura de un manifiesto fue precedida de alegatos agresivos a los medios, que menos La Taberna Global brillaban por su ausencia, y de un agrio debate sobre cómo solucionar la situación. Querían que sus estudios valieran ni más ni menos que un título de grado, pero… ¿cómo? Unos apostaban por la creación de una carrera, con Facultad propia y todo -“como si la UMA tuviera dinero… pero claro, yo soy de flamenco y nunca me hacen caso”, apostillaba una joven morena-. El inconveniente, además de la costosa infraestructura, se encuentra en el miedo a que los docentes carezcan de preparación necesaria. “No quiero que un tipo que haya dado Educación Física me enseñe danza”. Otros apostaban porque las propias escuelas y conservatorios emitieran títulos de grado, aunque la UMA es la única capacitada para otorgarlos. El debate fue subiendo de tono hasta que la voz de la cordura apareció. “No hemos reservado esta plaza para debatir, eso podemos hacerlo en nuestras aulas, estamos aquí para que nos escuchen”. Y volvió la fiesta.
Otra vez a ritmo de “yo quiero mi grado”, los alumnos de danza empezaron a bailar tocando todos los estilos posibles: que si unas palmas por aquí, una vuelta por allá, incluso el paso básico de las sevillanas (ese de la manzana). Si es que va a ser verdad que la creatividad es más efectiva que el “no nos mires, únete”. 200 personas perfectamente sincronizadas reclamando simplemente un título a la altura de su sacrificio. Estos chicos sólo acaban de empezar a hacer ruido. Pero hasta que la líen de nuevo, nos queda reforma laboral, huelga general y “esto nos pasa por un gobierno facha” para rato. Como decía Ortega y Gasset: “si te vas a la manifestación, llévate tu trombón”. De verdad que lo decía.
Artistas piden igualdad de calificación entre pitos y flautas,Acerca de Javi Skan
Anarcosindicalista. Igualdad, fraternidad y socialismo. Me duele la cara de ser tan GRAPO. ¡Venceremos! No, es broma. Dirijo este medio mientras hago como que me intereso en mi último año de Periodismo en la UMA. Vuestras opiniones me parecen una mierda.